Imagen referencial. / Pixabay
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Vosotros no lo sabéis porque sois jóvenes, pero hubo un tiempo en que se hablaba de una cosa llamada ‘laicidad’ para aplicarla a nuestra democracia. La idea consistía básicamente en que el Estado debía ser escrupulosamente neutral en asuntos religiosos, dando a todos libertad para seguir sus creencias sobre el sentido último de la vida, pero sin pronunciarse por una o por otra.

Joven y atolondrada, me lo creí. No sabía entonces que el poder civil tiene una irrefrenable tendencia a sustituir a Dios en los corazones -y los altares- de los hombres, y que muy especialmente esa progresía que ya entonces era la fuerza política hegemónica tiene todos los rasgos de la peor de las sectas.

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Y lo que tenemos es, de hecho, esa teocracia tan temida, con el absurdo añadido de ser una teocracia sin Dios, pero con muchos dioses. Como tal teocracia o Iglesia Nacional, no está por la labor de dejar que la gente viva su vida como mejor le parezca, sino que pretende imponer su visión del mundo, de lo santo y lo pecaminoso. Y, por supuesto, muestra un odio sistemático y viejo contra la que, les guste o no, es la fe que ha construido nuestra civilización y sigue proporcionando, digamos, la ‘ética por defecto’ y el almacén de rituales de la sociedad española, es decir, la católica.

Por eso no me ha sorprendido en absoluto la noticia de que el aspirante a nuevo mesías prometido, Pablo Iglesias, haya propuesto ‘lunes sin carne’ en colegios y restaurantes para concienciar sobre el maltrato animal. No me extraña ni la peregrina idea de dejar a los niños y a los adultos que comen fuera de casa sin un buen chuletón o una hamburguesa un día a la semana, sino que sea un lunes. Bueno, podría haber sido cualquier otro día; cualquiera, esto es, menos el viernes. Porque quedaría emparejado con el muy católico viernes de abstinencia.

La propia Iglesia ha ido olvidando esa vieja práctica de abstenerse de carne los viernes en recuerdo de la Pasión, una práctica ascética común que ahora, me dicen, puede sustituirse por cualquier mortificación en teoría y que, naturalmente, se sustituye por nada en absoluto en la práctica. La ascesis, por decir poco, no goza hoy día de mucho predicamento en la Iglesia.

Pero la progresía, en cambio, ha visto su utilidad en el sometimiento y aborregamiento de las masas. Y si antes se hacía por acercanos a la salvación eterna de nuestras almas hoy se propone como ‘lucha contra el maltrato animal’. ¿Puedo compartir con ustedes el convencimiento de que a Iglesias el supuesto maltrato animal le importa un rábano? Responsable de las residencias de ancianos durante el mando único del Estado de Emergencia, se le murieron miles de ancianos y no parece que la tragedia le haya quitado el sueño. No creo que la muerte de un pollo para hacer unos nuggets vaya tampoco a alterarle el pulso.

Eso es lo curioso de nuestra época, que se ríe de la ascesis cuando tiene por fin algo que, en principio, parece importantísimo si se cree en ello, mientras se apunta a la mortificación y el sacrificio si se trata de entrar en esos vaqueros que, no sabemos por qué, han decidido menguar, o para presumir de biceps ante Mariloli. De igual modo, hemos cambiado la caridad por la solidaridad, y es esencial llevar el lacito o la chapita solidaria de rigor con alguna causa lejana, aunque luego a uno no haya quien le soporte en casa.

En cualquier caso, la carne está muy mal vista, y no solo porque, para comerla, hay que procurar primero la defunción más o menos traumática del suculento bicho -algo, por otra parte, que los animales hacen entre sí sin que hasta la fecha se haya registrado un solo caso de arrepentimiento-, sino porque, por lo visto, el que haya tanta vaca por ahí contribuye al Cambio Climático, el apocalipsis de la religión laica.

Así que Podemos ha registrado una moción en el Ayuntamiento de Collado Villaba para aprobar que los lunes sean “días sin carne”, que ese día no se pueda ingerir carne en los restaurantes, cafeterías y colegios que tengan algún tipo de relación con el Ayuntamiento. La emocionante moción pide que “el Ayuntamiento declare los lunes como ‘día sin carne’ en el municipio” y que “las cafeterías y restaurantes propiedad del Ayuntamiento o ubicados en espacios públicos municipales no sirvan carne los lunes, ofreciendo en su lugar otros alimentos saludables y agradables”. Bueno, es una mejora: la ONU también está empeñada en dejarnos sin carne, y su alternativa son los insectos.

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