El sistema de pagos en línea PayPal suspendió la cuenta de un grupo que pagaba el transporte de unos partidarios de Trump que querían asistir a la manifestación de apoyo a la que el presidente les había convocado, cuenta en su alarmado último monólogo Tucker Carlson, la estrella de la cadena americana Fox. El sello discográfico del cantante de rock Ariel Pink ha roto su contrato después de que Pink asistiera a la marcha. Un sindicato de azafatos americano ha exigido que no se permita a los ‘insurrectos’ volar en ninguna línea aérea en Estados Unidos.
Trump cuenta con el apoyo de unos 75-80 millones de norteamericanos que, de la noche a la mañana, se han convertido en parias, en no personas, en sospechosos a los que se debe despedir del trabajo, aislar socialmente, impedir que eduquen a sus hijos y ya iremos viendo qué más.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraNo solemos darnos cuenta, mientras las tenemos, de lo frágiles que son nuestras instituciones, que damos por descontadas y se nos antojan permanentes como el sol saliendo por el este.
La democracia de partidos, digamos, esto en lo que la mayoría de los españoles hemos nacido y virtualmente todos los países de nuestro entorno. El sistema se basa en el sobreentendido de que todos los partidos del espectro, todos los que se admiten en la liza electoral, tienen la misma legitimidad para gobernar si logran convencer al número suficiente de votantes. Una vez lograda la victoria, el partido vencedor no trata al resto, a ninguno de los demás partidos, como a enemigos vencidos en batalla, sino más bien como a equipos de fútbol a los que se ha batido hoy pero que pueden perfectamente ganarnos en el próximo encuentro.
La oposición no es meramente una alternativa peor, errada en sus planteamientos, sino el mal que hay que extirpar de la faz de la tierra
Se podría decir que era un pacto entre caballeros, y la idea central era que no importaba demasiado qué partido gobernase, porque, al fin, no eran más que cuatro años y había una Constitución y unas instituciones que aseguraban que ningún partido en el poder podía hacer daños irreparables. El pueblo lo entendía así, y pasaba de elegir a este partido a optar por aquel otro como quien un verano se va de vacaciones al mar y al siguiente, a la montaña.
Pero ahora, nos demos cuenta o no, estamos en un panorama completamente diferente. La oposición no es meramente una alternativa peor, errada en sus planteamientos, sino el mal que hay que extirpar de la faz de la tierra. Eso, por supuesto, significa la implantación de un régimen de partido único, que se mantengan muchas siglas.
Lo estamos viviendo aquí, pero su perfecta consagración nos está llegando en este momento del gendarme del planeta, Estados Unidos, cuyas barbas peladas son las perfectas para avisarnos de que debemos poner las nuestras en remojo. En un sentido, Estados Unidos, que quedó como única hiperpotencia tras la derrota y desmantelamiento de las URSS en la Guerra Fría, era un poco ese Séptimo de Caballería en el que podían soñar las naciones que veían peligrar sus regímenes de libertades. Bueno, pues ya no.
La razón alegada es el ‘intento de golpe de Estado’ llevado a cabo por Trump el pasado 6 de enero con el asalto al Capitolio. Solo que ni fue remotamente un intento de golpe de Estado ni Trump lo promovió o consintió en forma alguna.
Fue, en mi modesta opinión, una trampa bastante obvia. Pero, en cualquier caso, nadie aspira a tomar el poder de la nación más poderosa de la tierra con unos civiles disfrazados sin armas ni organización entrando en un edificio como si fuera una visita guiada. Y Trump grabó inmediatamente un mensaje en vídeo condenando los desmanes y llamando a la calma y al orden.
Da igual, naturalmente, porque como hemos escrito a menudo en este espacio, los enemigos de Trump llevan años -todos los de su mandato, concretamente- demonizando al presidente y preparando mentalmente a América para esta Gran Purga que se les viene encima.
Ahora solo queda prepararse para lo peor, es decir, una radicalización de los políticamente correcto a escala mundial, con China como primer beneficiado geopolítico y con una Europa que se ha quedado sin el Séptimo de Caballería.