Imagen referencial / Pixabay
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Nuestro inefable ministro de… ¿de qué era ministro Garzón, qué inofensivo caramelito le dieron para dejarle contento? ¡Ah, sí: Consumo! Bueno, pues nuestro ministro de Consumo ha salido en la tele para explicar lo bueno que ha sido el Gobierno al aprobar una ley de censura. «No se trata de censurar nada, se trata de que si alguien como Trump sale diciendo que hay que beber lejía contra el coronavirus tengamos herramientas para combatir esas fake news».

Hilarante. Eso supone que el gigantesco bulo de que Trump dijo que había que beber lejía contra el coronavirus será la verdad oficial.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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La vicepresidente Calvo, mientras, se ha preguntado si hay algún partido que no quiera luchar contra la calumnia o la desinformación contra la democracia, porque «el Gobierno no tiene dudas» al respecto. A una le sorprende que se pueda llegar a ministro en España sin saber que la calumnia es un delito y se castiga desde hace siglos. En cuanto a la ‘desinformación’, la idea es que, naturalmente, va a ser el Gobierno -una institución absolutamente imparcial, sin interés alguno en que se crea esto o aquello- quien va a decidir por nosotros qué es verdad. ¿Por qué no cierra las facultades de Periodismo, ya innecesarias con un gobierno tan omnisciente?

Lo peor del relativismo que nos ha vendido durante tanto tiempo la progresía es que es relativo. El problema siempre fue el mismo: si no hay una verdad objetiva, si todo el mundo puede tener la suya y todas tienen el mismo valor, entonces, como en última instancia se necesitan verdades para actuar, esta la impondrá el más fuerte.

Decidir qué es verdad de lo que pasa, de lo que nos rodea, de lo que nos afecta, es algo que cualquier poderoso sueña con hacer, y que este de nuestros pecados ya ha hecho con respecto a nuestra historia reciente con una ley que se cisca en la libertad de investigación y cátedra y hace ilegales los recuerdos de media España.

Los que siempre están esperando que ‘Europa’ nos salve de las depredaciones de nuestro gobierno socialcomunista ya pueden ir relajándose: la Comisión Europea avala la orden del Gobierno contra la desinformación

Hay quien alega, como aquí estos dos especímenes, que no se atenta a la libertad de expresión con esas leyes, solo se van a combatir las ‘mentiras’. Pero eso podía haberlo dicho Hitler, Stalin, Pol Pot o el propio Franco. Si existe libertad de expresión es, precisamente, no porque la verdad no exista, sino porque los seres humanos, falibles, no nos ponemos de acuerdo en cuál sea esta en cada circunstancia. Para eso sirve la libertad de expresión.

Pero son ganas de perder el tiempo. Todos sabemos a estas alturas de qué va el juego, de qué ha ido siempre, que la libertad de expresión era una tregua como lo es la propia democracia, que duran lo que tardan en tener el control efectivo. Y los que siempre están esperando que ‘Europa’ nos salve de las depredaciones de nuestro gobierno socialcomunista ya pueden ir relajándose: la Comisión Europea avala la orden del Gobierno contra la desinformación. Quienes esperaban algo no han visto las razzias de la Policía británica o la francesa o la alemana contra los que lanzan ‘mensajes de odio’ en redes.

¿Quieren bulos, quieren mentiras descaradas, quieren desinformación para censurar? Vale, empezamos.

Las mascarillas no sirven para nada / las mascarillas son imprescindibles (elija la que más le gusta; las dos las ha sostenido el gobierno en algún momento, y las dos no pueden ser ciertas).

En España habrá, como mucho, uno o dos casos de coronavirus.

Los mítines de Trump, como las manifestaciones de protesta contra este gobierno, son responsables de incontables contagios y numerosas muertes; no así las marchas de Black Lives Matter, las celebraciones multitudinarias por la ‘victoria’ de Biden o el funeral de Julio Anguita.

Hay mujeres con pene y varones con vulva.

El #HOBus se ha convertido en un fenómeno de comunicación.
Autobús de HazteOir.org

La orientación sexual -que no tiene expresión visible en la anatomía- es absolutamente incambiable y se nace con ella, pero el sexo se puede cambiar con solo desearlo.

Joe Biden es el presidente electo de Estados Unidos, porque así lo ha proclamado la prensa (ya, no sale en la Constitución, pero aparecerá en las próximas ediciones, como los votos demócratas).

El planeta es un lugar más seguro ahora que se va el loco de Trump -que no ha iniciado una sola guerra y ha propiciado más de una paz que se les ha resistido a todos los presidentes anteriores- y viene Biden, que ha votado por todas las intervenciones bélicas desde Clinton.

La nueva vacuna que anuncia Pfizer es un logro (mágico) de Biden que no pudo conseguir Trump.

Todo lo que prometió Pedro Sánchez en campaña, hasta lo anecdótico, fue mentira.

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