De izquierda a derecha, Mario Salvini, Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi, exponentes de la derecha política italiana.
De izquierda a derecha, Mario Salvini, Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi, exponentes de la derecha política italiana.

Mi costumbre de tomarme un gin-tonic para celebrar la derrota de los candidatos de izquierdas en toda elección europea casi se rompe el domingo pasado, cuando se celebraron votaciones en dos regiones italianas: Calabria y Emilia-Romaña.

En Calabria, la punta de la bota, la victoria de la coalición de derecha, formada por la Liga, los Hermanos de Italia (FdI) y la Forza Italia del asombrosamente incombustible Silvio Berlusconi, ha sido descomunal. Su candidata, Jole Santelli, ha recibido el 55% del voto, frente al candidato del Partido Democrático, que gobernaba la región; éste apenas ha superado el 30%.

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Emilia-Romaña, en cambio, se le ha atragantado a la derecha. La han gobernado los comunistas o los progres y ha sido un bastión de la izquierda desde las primeras elecciones regionales, celebradas en 1970. Es la quinta en población y la cuarta en renta per cápita; además, en estos últimos años, ha sido bien gobernada, con una tasa de paro baja, escasa corrupción y servicios públicos eficientes.

En el bastión rojo de Emilia-Romaña, la izquierda ha vuelto a ganar, pero por primera vez ha temido perder su mayoría

Los resultados de las elecciones anteriores y las encuestas indicaban que era posible la victoria de la derecha, pero al final no se consiguió. El candidato de la izquierda, Stefano Bonaccini, amplió su victoria de 2014. Suspiro de alivio de toda la izquierda, incluso de esos partidos y periódicos que se presentan como de derecha sensata o moderada, pero están dispuestos a apoyar a Hillary Clinton porque es mujer o porque Donald Trump les da miedo.

Pero al final me tomé el gin-tonic, después de leer el hilo en Twitter del profesor Carlos Ruiz Miguel. Por primera vez, la izquierda italiana ha temido perder su principal su escaparate y todo el Sistema ha tenido que volcarse en respaldarla.

Unos días antes de las elecciones, George Soros mandó un mensaje de ánimo a un movimiento de protesta surgido en Emilia-Romaña ¡contra la oposición!, llamado las Sardinas. En una cena celebrada en Davos, ese lugar al que acuden tantos izquierdistas exquisitos, dijo que las sardinas eran más bien tiburones y estaban destinadas a triunfar sobre Salvini, al que ya ha calificado de “potencial dictador”.

El ‘filántropo’ George Soros mandó desde Davos, esa ciudad reservada a los ricos, un mensaje de apoyo a los adversarios de Salvini

Políticos y agitadores de izquierdas, ennoblecidos con la etiqueta de antifascistas, reciben alabanzas de un multimillonario enriquecido con la especulación financiera más descarnada. En ocasiones, los dueños del mundo nos ponen muy difícil no creer en conspiraciones. Igual que cuando el socialdemócrata canciller alemán Gerhard Schröder entró a trabajar en la Banca Rothschild.

Vayamos a los datos. Las Sardinas, que defienden, entre otros puntos, la apertura de fronteras a la inmigración, y el órdago de Salvini, que anunció su exigencia de disolución anticipada del Parlamento si su candidata, Lucia Borgonzoni, era la vencedora, elevaron la participación en treinta puntos, hasta el 68%.

El PD (izquierda) ha vencido con 744.000 votos (34’7%) y gana votos respecto a las regionales de 2014 (535.000) y las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 (703.000). Con 685.000 votos (32%), la Liga de Matteo Salvini ha subido respecto a las elecciones de 2014 (233.000), pero ha bajado respecto a las europeas de 2019 (760.000).

El Movimiento 5 Estrellas confirma su declive y la mayor parte de su electorado se dirige a la Liga y los Fratelli d’Italia

El Movimiento 5 Estrellas (M5S), populista de izquierdas, se ha hundido. Ha quedado con sólo 102.000 (4’7%) respecto a los 290.000 de hace menos de un año. Mayor es el desplome de Forza Italia. Baja a 55.000 (2’6%), poco más de la tercera parte del registro de las europeas (132.000).

Para Ruiz Miguel, el triunfador a largo plazo es FdI, que ha conseguido el tercer puesto con 184.000 votos (8’6%). Encima, ha aumentado respecto a 2014 (sólo 23.000) y 2019 (105.000).

Italia ha sido laboratorio de la política europea desde principios del siglo XX, con el nacimiento del fascismo, la aparición del eurocomunismo, las primeras matanzas terroristas y el primer derrumbe de la partitocracia de posguerra en el continente. Por eso, es muy arriesgado hacer pronósticos políticos, pero nos atrevemos, que para eso nos leen.

La Liga culmina su transformación en partido nacional y popular, y en consecuencia arraiga en el sur

Como este país quema políticos como se decía antes de Castilla, “que face a los omes e los gasta”, podemos estar asistiendo a la retirada a una segunda fila más discreta de Salvini y al ascenso de Giorgia Meloni, la presidenta de los Hermanos de Italia.

https://twitter.com/GiorgiaMeloni/status/1220653875537031170?s=20

El pluripartidismo organizado en torno a dos bloques, derecha e izquierda, que surgió a finales de los 90 se rompió en 2013, cuando el Movimiento 5 Estrellas (M5S), fundado por el cómico Beppe Grillo en 2009, se convirtió en el primer partido del país. En las elecciones de 2018, con un nuevo líder con corbata, Luigi Di Maio, subió a un tercio de los votos. Inmediatamente, en cuanto formó Gobierno con la derecha y tuvo que pasar de la utopía a la realidad, comenzó su decadencia. Ahora, se desmenuza elección tras elección, sobre todo al haber pactado con el PD, aunque prometió no hacerlo.

Parece previsible que el M5S caiga en la irrelevancia, como el partido de extremo centro de Emma Bonino, y sus votos se repartan entre la izquierda y, sobre todo, la Liga y los FdI, que son las dos formaciones que están subiendo.

Giorgia Meloni, presidenta de los Hermanos de Italia (FdI) es una nueva estrella en la agitada política de su país

La ruptura de los esquemas establecidos es tal que la Liga Norte, egoísta y racista como Jordi Pujol y sus hijos hasta su refundación por Salvini en un sentido nacional italiano, ha obtenido en Calabria un 12% del voto. Para comprender el cambio, piense en lo que supondría que un partido tan antipático como el PNV presentase candidatos en Extremadura y Andalucía y recibiese ese porcentaje de papeletas. Es cierto que los votantes socialistas de estas regiones respaldan a los racistas abertzales y catalanistas, pero lo hacen a través del PSOE de Sánchez, no con un voto directo a Torra o a Junqueras.

Aunque Salvini y la derecha salieron del Gobierno este verano, ganaron en 2019 las cinco elecciones regionales celebradas, junto con las europeas.

Y Soros, ese benefactor de la humanidad, sigue mostrando con quién está… y quién está con él. Por ejemplo, Pedro Sánchez, otro progresista de pro. Todavía hablamos de derechas y de izquierdas, pero la división es más bien entre globalistas e identitarios. Y éstos, con algunos tropiezos menores dado el tamaño de sus adversarios, prosiguen su avance. ¿A que hice bien tomándome el gin-tonic?

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