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¿De verdad creamos empleo?

Ciudadanos españoles acuden a una oficina de empleo.

Ciudadanos españoles acuden a una oficina de empleo.

El gobierno saca pecho de que en el 2021 creamos 776.000 puestos de trabajo, un acelerón que no se veía desde la burbuja de 2005.

El crecimiento fue del 4% y la cifra de afiliados se acerca a los 19,8 millones de españoles, muy cerca de los 20 millones y superando ya los niveles de prepandemia.

¿Son datos para presumir? Así vistos, sí. Sin embargo, si agarramos la lupa del lápiz fino nos encontraremos con detalles preocupantes. El principal: el 60% de los nuevos empleos son públicos; es decir, ‘no productivos’. O dicho de otra manera: hay que pagarlos. Con impuestos (palo hoy) o con deuda (palo mañana)

Es el modelo Keynes: pones a unos obreros a cavar zanjas por la mañana y a otros a rellenarlos por la tarde y ya has solucionado el problema del paro. El problema es que hay alguien debe de pagarles el sueldo de su actividad ineficiente.

Por supuesto que Sánchez no es Keynes y que seguramente los nuevos empleos sean en Educación y Sanidad principalmente. Pero el problema es el mismo: hay que pagarles. O con más impuestos de los que realizan actividades productivas o con más endeudamiento, o sea, más compromisos financieros para el futuro.

Pero hay más. Sólo el 10% de los nuevos empleos son indefinidos. Es decir, ni siquiera el sector público se atreve a contratar con estabilidad. Y así alcanzamos cotas del 89% de temporalidad en unos contratos que en un 60% son públicos.

Y más: la industria no es uno de los sectores que tire del empleo. Es el empleo bueno: más estable y dedicado a la exportación. Y además, ni la hostelería ni la banca han recuperado los niveles de prepandemia. La banca porque sigue la tendencia de destrucción de empleo y digitalización.

Y la hostelería tampoco repunta porque las permanentes restricciones han arruinado a miles de pequeños restauradores que probablemente nunca más volverán a levantar la persiana. Es nuestra industria más competitiva, intensiva en mano de obra y ‘ecológica’; es además nuestra forma de vivir. Pero el gobierno les ha condenado a la extinción.

Así que vistos así los datos, habría sido más prudente un discreto silencio habida cuenta de que encabezamos el paro de la UE. Pero ya sabemos que Sánchez no tiene abuelas, que lo mismo le da 8 que 80 y que -como diría Zapatero- «lo importante es la foto».

Pues ahí está la foto de un mercado laboral funcionalizado, temporalizado y precarizado.

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