Asistentes a un mitin del PNV en la Plaza Nueva de Bilbao, hace unos años.
Asistentes a un mitin del PNV en la Plaza Nueva de Bilbao, hace unos años.

Elecciones regionales este domingo 12 en Galicia y Vascongadas. La coincidencia de las dos me hace recordar que para el bruto racista de Sabino Arana, fundador del PNV, ser gallego era lo más bajo y miserable de la escala social.

En mi Bokabulario para hablar con nacionalistas baskos dediqué una entrada a lo que es un gallego según los ‘abertzales’:

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“Ser estúpido cuyo atraso mental sólo le permite desempeñar trabajos serviles e ínfimos, como sereno, recadero, portero, mozo de cuerda, etcétera. Los epítetos más tradicionales que se aplican a este infrahombre son los de «oso gallego», «pedazo de alcornoque», «bestia de carga», «más bruto que un arado» (en «De fuera vendrá…», comedia en tres actos redactada por Sabino Arana). Asemejarse a un gallego es lo peor que le puede ocurrir a un vasco. Cita: «Los malos bizkainos… han degenerado hasta el punto de parecer gallegos» (Sabino Arana, en el artículo «Ellos y nosotros», en Bizkaitarra, n° 25, de 24-IV-1895).”

Después de décadas de gobierno, el PP y el PNV han hecho que gallegos y vascos tengan una edad media superior a la nacional

A pesar de ello, Xosé Manuel Beiras, el bisabuelo del nacionalismo gallego, el mismo que anunció que si José María Aznar acudía a Galicia para supervisar las tareas de limpieza del petróleo de Prestige “habría muertos”, aceptó encantado en 2004 el premio Sabino Arana. Se declaró “muy honrado y conmovido”, pero no indignado por las palabras de Arana que su partido sigue defendiendo.

Hoy ambas regiones españolas tienen en común su envejecimiento. Cada una de las cuatro provincias gallegas ha perdido uno de los diputados asignados en 1977 por su población y Vizcaya ha perdido dos de diez y Guipúzcoa uno de siete.

Las fotos de las votaciones serán casi todas de ancianos, porque no hay niños. Hace cuarenta años, cuando los listos de ‘Madrit’ tuvieron la idea genial de montar el Estado de las Autonomías y se entregó poder, presupuesto y enchufes a las oligarquías locales, Galicia exportaba población joven y el País Vasco la recibía.

Los datos de la Fundación Renacimiento Demográfico, la única institución que en España advierte sobre el invierno demográfico y el empobrecimiento y la soledad a las que nos aboca, son impresionantes.

En la campaña, sólo un partido ha hablado de la natalidad, mientras que los demás lo hacían de transferencias y de igualdad de género

Las pautas de fecundidad de Galicia anticipaban en 1976 que solo el 5% de las gallegas no tendría nunca un hijo. Las de 2018 auguran que quedará sin descendencia el 42%. En 2019, dos muertes por nacimiento en 2019 (2,2 sin contar bebés y defunciones de inmigrantes, y más de tres en Orense y Lugo) y 0,98 hijos por gallega, y una de las poblaciones más envejecidas de España y del mundo.

Sobre el desplome de la natalidad y le emigración de los vascos, la Fundación dice lo siguiente: “Sin la caída (a plomo) de la fecundidad vasca, más la marcha de muchos de sus habitantes en las últimas cuatro décadas, el País Vasco tendría ahora unos 3,5 millones de habitantes vascoespañoles”, cuando la actual población de derecho no alcanza los 2,2 millones.

Según el Instituto Nacional de Estadística, la media de edad en España es de 43,5 años. Tanto vascos como gallegos están por encima de esta cifra, como prácticamente toda la mitad norte de la Península. Asturias: 48,5 años. Castilla y León: 47,7 años. Galicia: 47,4 años. Cantabria: 45,8 años. País Vasco: 45,6 años.

Entre las consecuencias del envejecimiento están el aumento de la soledad y la infelicidad, al que no se le presta atención, y la insostenibilidad de la economía, sobre todo de las pensiones públicas. El gasto en pensiones en Galicia crece el triple que los ingresos por cotizaciones y en el País Vasco asciende a 23 millones de euros diarios.

Los nacionalistas gallegos quieren rellenar los huecos de la pirámide de población con paisanos del extranjero y los vascos con africanos

Pero en la campaña los principales partidos han hablado de más competencias, más transferencias, más ideología de género, más emergencia climática… De bajar impuestos, suprimir organismos públicos o fomentar la natalidad, poco o nada. Salvo uno, que el lector ya habrá adivinado.

Otro elemento común en ambas regiones es la presencia de un muy potente separatismo. En el caso vasco es evidente. Los admiradores de los etarras controlan las calles y no permiten que nadie con bandera española o una chapa de Vox pueda pasearse sin recibir insultos o hasta una pedrada. El PNV se beneficia de la inutilidad del PP para recibir los votos de esa derecha vasca que sólo quiere digerir en paz hasta morir de vieja. Del ‘batzoki’ al crematorio.

Alberto Núñez Feijóo, en la senda de Manuel Fraga, se ha convertido al galleguismo de tal manera que hasta se ha despojado de las siglas del PP, tan asquerosas ellas. Su programa está en ese gallego normalizado que causa risa. La televisión regional pública y la enseñanza excluyen la lengua propia de la mayoría de los gallegos, que es el castellano. En Galicia, prácticamente todo el discurso público es nacionalista… aunque necesitan de las transferencias del resto de España (salvo las regiones forales: Vascongadas y Navarra) para pagar las pensiones.

En Asturias, la región más envejecida de Europa, el ‘asturianu’ ya es lengua oficial en el Parlamento autonómico

El fracaso de los nacionalismos periféricos se comprueba en que son incapaces de animar a su pueblo a reproducirse. Tienen la ideología supremacista, tienen la Administración, tienen la escuela y los medios de comunicación… Y los vascos, los catalanes y los gallegos prefieren apagarse lentamente, mientras comen chuletones, hasta que el médico se los prohíba.

Las calles de copas de Bilbao, donde en los años 80 y 90 la multitud de jóvenes impedía el tráfico de coches ahora están desiertas y los bares han puesto sillas y terrazas para su avejentada parroquia. Yo lo he vivido.

Los gallegos, sean del PP o del BNG, creen que pueden rellenar los huecos de la pirámide demográfica con supuestos paisanos que encuentran en Cuba o Australia. Y los vascos y catalanes recurren a africanos, porque los ecuatorianos y los colombianos hablan español.

El experimento ‘abertzale’ concluye con cientos de argelinos y senegaleses celebrando la final de la Copa África en Bilbao

Y eso que el inmigrante, como afirmó Evangelista de Ibero, admirador de Sabino Arana, jamás podrá integrarse en la comunidad de acogida.

Esto escribió en su Ami Vasco:

– ¿A qué hay que mirar, pues, para conocer la Patria de un individuo?
– A la raza á que pertenece, o lo que tanto monta, al apellido que lleva.
– ¿Colígese de lo dicho que la Patria es algo fijo, estable, permanente, libre de las mudanzas del capricho humano?
– Sí, señor, y, quiera o no quiera, un Lizarraga será siempre vasco, aunque nazca en un cortijo de Jerez o en una pampa de la Argentina, y un Beaumont será francés, y un Taparelli italiano, y un Merry inglés, y un Sánchez español, y un Schiller alemán, etc…

Como la esterilidad voluntaria, la inmigración también tiene consecuencias. El año pasado, en Bilbao hubo petardos, cohetes, bailes y griterío, porque se jugaba la final de la Copa África, entre las selecciones de Senegal y Argelia.

Así acaba el experimento de cuarenta años de ‘abertzalismo’. Con un Bilbao que es como un Harlem cutre.

Un barrio de Bilbao, pendiente de la Copa África.

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