Dijo el otro día Martin Varsavsky, que el pueblo español estaba demostrando una gran docilidad ante la incompetencia del gobierno. Admiro mucho al fundador de Jazztel, al que considero uno de los mejores emprendedores del mundo y a quien sigo con interés en redes sociales. Pero en esta ocasión no estoy de acuerdo con él. Los españoles no hemos demostrado docilidad, sino un gran sentido de la responsabilidad, aceptando de forma prácticamente unánime la necesidad de confinarnos en nuestros lugares para contener la expansión de esta grave enfermedad.
La actitud de los españoles no está siendo dócil, sino ejemplar. Y no hablo solo de sanitarios, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y resto de trabajadores esenciales, que están dando la cara en primera línea arriesgando su salud y cumpliendo heroicamente con su deber. Están siendo ejemplares los millones de teletrabajadores que se levantan todos los días y se conectan a sus portátiles para trabajar, a la vez que ayudan a sus hijos con los deberes y aprovechan el espacio entre reuniones virtuales para tender una lavadora o poner unos garbanzos en remojo.
Ejemplares están siendo también los pequeños empresarios y los autónomos que están luchando por sacar adelante sus negocios y mantener el empleo derrochando imaginación y buscando nuevas formas de mantener la actividad de la empresa. Y, por qué no decirlo, las grandes empresas han mantenido también una actitud ejemplar, poniendo por delante la salud de sus trabajadores antes que cualquier otra consideración y contribuyendo en la medida de sus posibilidades a paliar los efectos de esta grave crisis sanitaria.
También creo que es justo destacar la paciencia con la que tantos familiares están soportando el ingreso hospitalario de sus seres queridos, sin apenas tener información sobre su estado. Y la resignación con la que las personas que han perdido a alguno de los suyos se han enfrentado a la imposibilidad de despedirse de ellos de la forma en la que les hubiera gustado. Por no hablar de esos niños (y esos padres) que llevan 40 días encerrados en un piso y a los que el gobierno, a diferencia de lo que está pasando en países de nuestro entorno, ni siquiera les deja salir a dar un paseo o a darse una carrera.
Una buena forma de empezar seria exigir la creación de un gobierno de concentración nacional, apoyado por la inmensa mayoría del arco parlamentario y que cuente con un amplio respaldo social
Como tantas otras veces, el pueblo español ha demostrado estar muy por encima de sus gobernantes. Por eso, los españoles debemos exigir a nuestros gobernantes la misma ejemplaridad que estamos demostrando como pueblo.
Una buena forma de empezar seria exigir la creación de un gobierno de concentración nacional, apoyado por la inmensa mayoría del arco parlamentario y que cuente con un amplio respaldo social. Los españoles nos merecemos un gobierno que nos diga la verdad y que no utilice los medios de comunicación, ni la Fiscalía General del Estado para atacar a la oposición de forma absolutamente indisimulada.
Un gobierno en el que no haya ministros que aprovechan esta grave crisis pasa sacar adelante su programa más extremista y atacar furibundamente a la Corona, símbolo de permanencia y unidad de la patria. Este gabinete de concentración del que hablo debería tener como único objetivo luchar contra esta grave crisis, y pare ello debería dejar de lado la implantación de cualquier tipo de agenda ideológica, ya sea de izquierdas o de derechas. La creación de este gobierno de concentración nacional, que tenga el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo español solo ha sido reclamada, hasta la fecha, por Santiago Abascal. Es curioso que un político, al que los medios tildan continuamente de extremista, sea el único que ha pedido un gran acuerdo nacional que aparque en estos momentos las diferencias políticas entre partidos.
Hay quien dice que corresponde a Pedro Sánchez ser el presidente del gobierno que nos saque de esta crisis porque así lo decidieron los españoles. En mi opinión, la mayoría que formó eligió a Pedro Sánchez presidente del gobierno fue una mayoría exigua e inestable. La realidad es que Pedro Sánchez no cuenta ahora mismo con el respaldo social necesario para liderar nuestro país. Tampoco Casado ni Abascal la tienen, eso es cierto.
Quizá sea lógico que si el PSOE fue el partido más votado en las últimas elecciones corresponda a un socialista honesto la misión de liderar ese gobierno de concentración. Hay algunos políticos socialistas, dentro y fuera del gobierno, que pueden reunir el apoyo parlamentario y social que no suscita Pedro Sánchez.
Lo que parece claro es que un gobierno como el actual, que cuenta con serios problemas de cohesión interna y se sostiene en una aritmética parlamentaria endiablada, es muy difícil que nos pueda sacar de este atolladero.
Los españoles estamos siendo ejemplares. Ya es hora de que exijamos ejemplaridad a nuestros políticos. Si no lo hacemos, entonces tendrá razón Martin Varsavsky, y habremos sido de una docilidad difícilmente justificable.
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