El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, ha asegurado que «promover la dignidad de cada persona humana es una indicación de cómo actuar con ella, pero una referencia también a la hora de votar en las elecciones generales» del próximo 26 de junio.
En su escrito semanal, recogido por Europa Press, el arzobispo recuerda que a finales de este mes «habrá de nuevo elecciones generales en España, por ver si se logra un gobierno estable», lo que considera un momento «importante para la sociedad española».
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Suscríbete ahoraNo obstante, se pregunta si acaso «conocemos mejor ahora los partidos políticos que presentan listas a estas elecciones», convencido de que «mucha gente sigue perpleja», y asegura que los ciudadanos son «suficientemente maduros para elegir a quién mejor pueda hacerlo» y, de lo contrario, recomienda «leer, reflexionar y siempre votar, a pesar de la dificultad que supone hacerlo por la manera de presentarse los partidos, siempre como los mejores y, en tantas ocasiones, ocultando intenciones que más adelante ponen en práctica».
Braulio Rodríguez: «Ha de tenerse en cuenta» si la opción elegida «defiende el derecho inviolable de la vida, o la libertad religiosa»
Dicho esto, el arzobispo Primado sí advierte de que «ha de tenerse en cuenta» si la opción elegida «defiende el derecho inviolable de la vida, o la libertad religiosa y de enseñanza» o «si se defiende la familia natural, la unión estable de hombre y mujer, como campo además de compromiso social frente a la ideología de género» o «el compromiso de la caridad, que apoya la solidaridad con los más empobrecidos».
«Pienso también que otra piedra de toque a la hora de decidir a quién votar está en comprobar qué partidos favorecen más la sociedad civil, que hace a todos destinatarios y protagonistas de la vida política en su sentido más amplio, diferente del que juegan los políticos en la sociedad política necesario sin duda», añade monseñor Rodríguez, que se pregunta también «qué partidos sitúan al ser humano en el centro de la vida social y económica», seguro de que este es «un punto muy decisivo, pues mucho se promete en este campo, y poco es después realidad».
«Nuestra España vive un grado insoportable de dialéctica en niveles diferentes de la convivencia en la sociedad actual. Nos recuerda el dolor de las viejas heridas, que creíamos en parte superadas. ¿Para cuándo la convivencia entre los que piensan diferente, o el alejarse del insulto fácil? Tal vez sea necesario reformar la Constitución Española. Pondérelo el Parlamento futuro a propuesta del Gobierno por constituir. Me puedo equivocar en este juicio, pero me parece que la Constitución de 1978 sigue siendo una referencia para evitar muchas cosas», concluye el arzobispo en su escrito.