La llamada
La llamada "foto de Colón" se produjo el 10 de febrero de 2019.

Después de varios años de ser capturada se sigue hablando de «la foto de Colón» como si se repitiera en el eterno día de la marmota. Están los que critican esa estampa renegando de todo lo que representa ante la circunstancia de compartir plano con Vox, y luego se encuentran aquellos que miran con admiración y nostalgia ese momento en el que la derecha se unió para derrocar a Sánchez.

El caso es que yo estuve aquel 10 de febrero de 2019 en aquella plaza madrileña y soy de esos a los que se les pone la piel de gallina al ver dichas imágenes. Las banderas de España inundaban Madrid y mientras caminabas por los aledaños urbanos de la concentración podías escuchar la indignación de miles de españoles hastiados de un Gobierno que por aquel entonces defraudó a los ciudadanos y a la democracia, perpetuándose en funciones cuando en un primer momento, Sánchez, al presentar la moción de censura, prometió que iba a convocar elecciones nada más ser investido presidente.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

Suscríbete ahora

Nada más lejos de la realidad, el secretario general del PSOE se parapetó en La Moncloa durante casi un año incumpliendo su palabra. Nada nuevo bajo el sol en un tiempo que ha manifestado la patología mentirosa que padece. Lo fundamental de la foto de Colón no es la imagen en sí, sino cómo soslayó Marcos de Quinto, el motivo por el que miles de españoles se congregaron un domingo: lo hicieron amparados por Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal y contra un Ejecutivo ilegítimo. Recuerden que por aquel entonces Sánchez llegó a la presidencia gracias a una moción de censura justificada por una sentencia acusatoria aparentemente contra el PP, que como se ha demostrado, ostenta algunos trampantojos maquinados por el juez de Prada.

Pues bien, obcecados por el miedo de relacionarse con la extrema derecha en Ciudadanos se avergüenzan de aquella cita centrados en el dedo que señala a las estrellas en vez de fijar su atención en los astros. (Todavía recuerdo cuando en Alsasua una de las líderes de Ciudadanos en Euskadi me pidió que no saludara a Abascal por respeto a que nos captara alguna cámara). Obcecamiento provocado por unas ideologías que dividen a los hombres de buena voluntad.

Me produce cierto estupor contemplar las peleas dialécticas entre políticos sensatos como Juan Carlos Girauta y Edmundo Bal o los ataques de Toni Cantó o Marcos de Quinto a excompañeros que luchan indirectamente por la misma causa, aunque ciertos intereses personales se hayan interpuesto en el camino. También me escandalizó aquella oleada de reproches de Pablo Casado a Santiago Abascal en la moción de censura presentada por Vox.

Liberales, conservadores, democristianos, izquierda, derecha, centro, lo mismo da. Lo importante, en definitiva, es que está en juego no sólo la economía sino la integridad de la sociedad. Una, corrompida no por la derecha ni por la izquierda, sino por unos vividores que han perpetrado las peores fechorías de la democracia amparándose en un falso progresismo que retrotrae a la ciudadanía a un tiempo pasado que no fue mejor. Hasta históricos socialistas como Alfonso Guerra han declarado recientemente la inhabilitación de la izquierda para defender España. País que debe ser protegido de la infamia, de la inmoralidad.

Porque como dijo Roy Kroc, fundador de Macdonalds, “Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”. Valientes virtuosos, seguid dando la batalla, prudentes cohabitantes de la tibieza, alzad la voz contra los que no quieren vuestro bien. No hay más opción.

Comentarios

Comentarios