
La izquierda no es capaz de digerir la victoria -inesperada para ellos- de un político anti-establishment, como Donald Trump. Y desde que tomó posesión de la presidencia, no ha cejado en su empeño de boicotearle, algo inaudito en cualquier país democrático. Sobre todo cuando quien está detrás es el anterior inquilino de la Casa Blanca,
En concreto, el ex presidente Barack Obama tiene bajo su mando a mas de 30.000 agitadores callejeros que harán todo lo posible por sabotear la presidencia de Donald Trump según The New York Post.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraObama está trabajando ahora para configurar lo que será un Gobierno en la sombra, pero no como los famosos «gobiernos en la sombra» del Reino Unido, -es decir del partido que está en la leal oposición, ya sea tory o laborista- sino un Gobierno en la sombra saboteador, con el objetivo de intentar acabar con la administración republicana y su popular programa «América First».
El mecanismo se lleva a cabo a través de una red de organizaciones no lucrativas de izquierda encabezadas por Organizing for Action (OFA).
Desde la elección de Trump esta red poco conocida ha reforzado el personal e incrementado el número de jovenes de perfil izquierdista.
Esta organización recauda más de 40 millones de dólares en contribuciones y donaciones. Además, se dedica a la formación de jovenes activistas para desarrollar «habilidades de organización». Para encontrar su origen hay que remontarse a la campaña de 2012 que acabó en la segunda victoria electoral de Obama.

Cuatro años después, Organizing for Action planea salir a la calle y levantar un muro de resistencia frente a Trump hasta el final de la avenida Pennsylvania.
El objetivo de esta organización es mantener vivo el legado de Obama y torpedear las iniciativas del nuevo presidente. Según The New York Post el ex mandatario está íntimamente involucrado en las operaciones de la Organizing for Action (OFA).
Además, envía tweets desde la cuenta del grupo. De hecho, él mismo dio el visto bueno a las marchas convocadas ante la victoria inesperada de Trump.
Este colectivo contará con la ayuda de la Fundacion Obama, dirigida por el mismo expresidente y el Comité Nacional de Redistribución Democrática.
Supervisará todo lo que ocurra desde la sombra a dos millas de Trump.
Desde antes de llegar a la Casa Blanca, Trump ha sido objeto de las burlas, descalificaciones y comparaciones con dictadores como Hitler por parte de la izquierda
Por otro lado, Obama pretende una movilización masiva para proteger lo que ha logrado durante sus ocho años de mandato. Ahora ya se sabe que las marchas anti-Trump que se celebraron en diversas ciudades de Estados Unidos fueron protagonizadas por estos colectivos.
No hay que olvidar que, con sus primeras decisiones, el Gobierno Trump está desmantelando parte del entramado político, económico y sobre todo ideológico del tandem Obama-Hillary Clinton. Comenzando por la multinacional abortera Planned Parenthood -cuyas conexiones con el Partido Demócrata son de dominio público- y a la que Trump ha puesto contra las cuerdas.
Y eso es precisamente lo que el establishment no tolera de Trump. Desde antes incluso de llegar a la Casa Blanca no es ningún secreto la persecución de la izquierda contra el republicano. Sobre éste han llovido todo tipo de descalificaciones, desde los medios o el influyente gremio de Hollywood. Algunas previsibles como lascomparaciones con dictadores como Hitler, otras surrealistas como las acusaciones de no estar muy bien de la cabeza.
Es el caso de 35 psiquiatras norteamericanos, que han diagnosticado al presidente de EEUU una «grave inestabilidad emocional» e incluso aseguran que es «incapaz de servir con seguridad como presidente».
Así lo llega a decir, negro sobre blanco, uno de los psiquiatras firmantes, el doctor Lance M. Dodes, analista emérito de la Sociedad e Instituto Psicoanalítico de Boston y profesor jubilado de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard, en su web.
Lo cual es algo verdaderamente inaudito en una democracia, y demuestra escaso rigor y seriedad. Pero forma parte del boicot contra un político, que al margen de sus obvias excentricidades, resulta sumamente incómodo para la izquierda en general y Obama en particular.