A estas alturas, no nos vamos a asombrar de que, en campaña electoral, cualquier cosa vale con tal de rascar un puñado de votos.

En ese campo de la inmoralidad y el pillaje ya hay un líder indiscutible, que gana por goleada al resto. No por listo ni avispado, sino porque lleva más de una centuria de experiencia en el pucherazo, el golpe y la trampa. Porque el PSOE es más que Sánchez. Son décadas de jugadas oscuras, de manipulación y de fraude. Probablemente, en Andalucía entendamos mejor que en el resto de España de qué se habla, pero aún así, nadie podrá decir que no se le avisó.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

Suscríbete ahora

Sirva como muestra la profanación de una tumba, el juego con un cadáver y la prohibición a una familia de dar sepultura dónde y cómo quiera a su pariente difunto, con la única intención de empujar a cuatro radicales trasnochados a las urnas el próximo 10 de noviembre.

En la amplia historia criminal del Partido Socialista Obrero Español hay de todo y para todos los gustos. Yo ahí no competiría, porque más sabe el diablo por viejo, que por diablo; pero si es las dos cosas, entonces es un auténtico campeón en lo suyo. En hacer el mal, estamos de acuerdo. Pero un campeón igualmente.

Por eso me parece tan ingenua la estrategia que desveló el pasado lunes el Partido Popular, de lanzar a los medios de comunicación la noticia de que existe un «pacto PSOE-Vox» para evitar que Pablo Casado «adelante» a Pedro Sánchez. Desde la sede de Génova aseguraban que “PSOE y Vox hablan”, mientras Sánchez “utiliza a Vox”, y los de Abascal “se dejan utilizar”.

Digo que me parece ingenua, porque hay que ser muy pepero para tragarse semejante cuento, no porque no crea que es un golpe bajo, retorcido y ruin, además de contraproducente.

El PP, con esta maniobra, lo más que consigue es despejar las incógnitas que podían quedar respecto al miedo que tiene a que Vox le pise los talones, y haya plazas en las que le arrebate escaños que pensaba tener secuestrados desde hace mucho tiempo. Quedan retratados como los cobardes que han demostrado ser, y eso nunca es buen cartel para quien aspira vencer.

El PSOE ha hecho lo posible y lo imposible por hacer como si VOX no existiese

Que las comunicaciones entre VOX y el PSOE son inexistentes lo sabemos todos, incluidos los votantes del PP. Sólo me queda la duda de si los dirigentes de Génova lo tienen claro. Y me malicio que podría ser que no, porque piensan que todos son como ellos, que procuran inflar al competidor directo de su adversario, con tal de ponerle la zancadilla.

Así lo hizo el PP de Rajoy con Podemos, y hay que reconocer que, con sus más y con sus menos, no le salió mal la partida. Soraya puso todas sus televisiones al servicio de Pablo Iglesias que, montado a hombros de los populares, mordió el tobillo de los socialistas hasta llevar a los de la rosa prácticamente al colapso.

Para un partido como el PP, en el que las ideas brillan por su ausencia, y la batalla ideológica ha quedado depositada en algún nostálgico de lo que un día supusieron esas siglas, es normal aupar a Podemos por pura estrategia. Era algo práctico y útil. Nefasto para la Nación y catastrófico para la sociedad. Pero útil para ellos.

Sin embargo, olvidan que el PSOE no es así. La izquierda española es incapaz de dar un mínimo de oxígeno a la derecha, ni para reventar al principal partido de la oposición. Su sectarismo se lo impide. Sería ir contra su propia naturaleza.

Sánchez ha ninguneado a VOX desde que tomó plaza en las instituciones, y no ha sido capaz ni de reunirse con Santiago Abascal en su ronda de consultas durante la semana trágica de Barcelona. Ha hecho lo posible y lo imposible por hacer como si VOX no existiese, porque sabe que no hay ningún otro partido que le exponga tan claras sus vergüenzas como hacen ellos. Figúrese el lector si un socialista aguantaría la mirada a un miembro de VOX el tiempo que dura un café. Es absurdo.

Falta un par de días para el inicio de la campaña electoral, y el PP ya ha mostrado cuál va a ser una de sus cartas: volver a errar el tiro, y disparar contra quien va a ser indispensable para una hipotética formación de Gobierno. Hay quien no aprende de sus equivocaciones, y hay quien no quiere aprender de ellas.

Comentarios

Comentarios