El presidente turco Erdogan /EFE
El presidente turco Erdogan /EFE

Pagar a alguien para que haga el trabajo que tú no quieres hacer porque es muy sucio o te da vergüenza suele traer malas consecuencias. Sobre todo en política internacional. Y bien lo sabemos los españoles, pues nuestros Gobiernos llevan décadas pagando a Marruecos para que controle la inmigración, la misma que, cuando al sultán y su corte les interesa, la mandan contra las vallas de Ceuta y Melilla para chantajear a Madrid.

En el verano de 2015, la canciller alemana Angela Merkel causó una oleada de docenas de miles de personas provenientes de África y Asia hacia la Unión Europea con sus irresponsables declaraciones sobre las fronteras abiertas, que además destrozaban el derecho comunitario.

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Cuando Merkel y sus monaguillos de otros países se dieron cuenta del caos en que habían sumergido a los europeos, ésos mismos que empezaron a abandonar los partidos socialistas y populares, recurrieron a su método favorito para solucionar los problemas: dar dinero. Otros los llaman sobornos.

Erdogan ha recibido miles de millones de euros para detener a los inmigrantes en Turquía e impedirles cruzar a Europa

A Turquía, gobernada desde 2003 por el islamista Recep Erdogan, le prometieron 6.000 millones de euros para que controlase a los sirios que huyen de la guerra civil y, de paso, a todos los inmigrantes que hay en su territorio para que no lleguen a Europa. Lo mismo hace la UE con Libia, aunque se sabe que parte de ese dineral que proviene de nuestros impuestos termine en los bolsillos de los traficantes de personas.

¿Y cuál ha sido el resultado? Erdogan, al que sus compatriotas llaman sultán, está acostumbrado a salirse con la suya y a no respetar ni las normas del derecho internacional ni los compromisos. Por ejemplo, se atrevió a recomendar al millón de turcos que puede votar en Alemania que en las elecciones legislativas de 2017 no votasen a los partidos que a él le molestaban y permitió que sus guardaespaldas apaleasen a manifestantes en Washington.

Hasta ahora, Erdogan ha cumplido su parte del trato para detener a los inmigrantes e incluso encarcelarlos. Pero acaba de romperlo porque se le está complicando su ‘guerrita’ en Siria. Sí, hay militares turcos en suelo sirio, sin permiso del Gobierno legítimo y reconocido por la comunidad internacional. Y merecen el nombre de invasores.

Turquía pide el apoyo de la OTAN y la UE en sus planes de invasión de Siria, donde Rusia apoya a Damasco

La semana pasada, en la ciudad de Idlib, un ataque del Ejército sirio, apoyado por aviones rusos, mató a una treintena de militares turcos. Horas después, Erdogan anunció en un acto de su partido que la UE no cumplía el acuerdo sobre inmigración y que por ello había dado orden de abrir las fronteras. Las televisiones y radios turcas empezaron a emitir reportajes sobre la situación de la frontera con Grecia y Bulgaria, así como la movilización de miles de inmigrantes.

En un magnífico hilo de Twitter, ejemplo de lo que es el verdadero periodismo, Rubén Pulido ha mostrado cómo inmigrantes que están ilegalmente en Turquía pueden subir a autobuses estacionados en hileras que los trasladan a las fronteras sin que ningún policía los detenga. No hay espontaneidad, sino que el movimiento está perfectamente organizado con la colaboración de los funcionarios, policías y periodistas a sueldo del Estado turco.

¿Qué pretende Erdogan al usar a los inmigrantes como carne de cañón contra Grecia y Bulgaria? Pues que la OTAN y la UE se pongan de su lado en su invasión de Siria, porque Damasco y Moscú juntos pueden derrotarle. Por ahora, no lo ha conseguido, pero ambas organizaciones tampoco le han exigido que detenga su repugnante acto bajo pena de sanciones y sólo han defendido a Grecia, la más perjudicada, con palabras.

Los medios de comunicación, las ONG y Acnur claman contra Grecia, que defiende sus fronteras de una invasión, no contra Erdogan

¿Cuál ha sido la reacción de los medios de comunicación y las ONG ante este hecho? El que ya estamos acostumbrados a ver desde hace años: buscar las fotos con niños, provocar la lágrima, invocar a los buenos sentimientos de la audiencia… y cargar contra los griegos, ahora que (simple causalidad) en Atenas no gobierna el rojo Tsipras.

¿Y qué dicen los medios de comunicación y las ONG sobre la culpabilidad de Turquía? Apenas ni una palabra. Erdogan está usando a los inmigrantes como arma contra Europa y ninguno de los políticos y juristas abanderados de la jurisdicción universal pide que se procese a Erdogan por responsabilidad en las muertes que se producen. Amnistía Internacional y ACNUR señalan únicamente a Grecia como responsable de lo que está ocurriendo. Pero me parece que los griegos no son ni belgas ni españoles.

https://twitter.com/ACNURspain/status/1234796619805184001?s=20

La prensa española entrevista a varios de esos supuestos huidos del hambre y la guerra que resultan ser afganos o iraníes, y cuyos planes consisten, no en quedarse en Grecia, sino en emigrar a Alemania o Suecia, porque en esos países las ayudas económicas y los subsidios son más generosos. ¡Menudos necesitados!

Los afganos e iraníes entrevistados quieren ir a Suecia o Alemania, donde los subsidios son más generosos

¿De verdad queremos hacer algo en favor de los sirios que malviven en campos de desplazados? Pues presionemos a nuestros Gobiernos para que dejen de vender armas a los bandos de la guerra siria. ¿De qué sirvió la última intervención militar de la OTAN, la realizada en Libia, con participación española ordenada por el pazguato del “ansia infinita de paz” que responde por el nombre José Luis Rodríguez Zapatero, ahora de profesión mediador en Venezuela? Para contribuir a derrocar a un tirano, sí, y para provocar una guerra civil y un caos, en el que están muriendo miles de personas desde 2011.

Con la realidad no se puede negociar. No somos ‘progresistas’. Bachar Al Asad ha ganado la guerra civil en Siria, en la que está probada la intervención de militares, ‘asesores’ y mercenarios enviados por Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Egipto, Qatar, Irán, EEUU, Rusia, Israel, Francia y Gran Bretaña al campo de batalla. Y continuarla es proseguir el dolor y el sufrimiento de mucha gente.

Otra lección que hemos de deducir de este conflicto creado por Erdogan es que el mundo no está poblado por almas generosas y solidarias. Algunos gobernantes vecinos desprecian y odian a los europeos. Deberíamos reconocerlo y al menos no ir de ‘buenistas’ por la vida.

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