En el contexto actual de grave crisis institucional la percepción del individuo al que antaño llamaríamos compatriota y hogaño con un ciudadano, hoy despachamos su denominación es una mezcla de desazón, desapego por las instituciones o de indignación de barra de bar porque ya nadie se rebela en una sociedad adormecida y silente.
Muchas son las causas que nos han conducido a esta situación:
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraNo hace muchos años uno podía ir a cualquier sitio y ante una contrariedad se soltaba el consabido” ¿Quién manda aquí?”. Desde hace ya unas décadas el ciudadano no sabe a quién dirigirse.
Siempre hay una instancia superior a quien culpar de los males cotidianos: desde el ámbito local en el que se echa la culpa a la diputación de turno o al organismo autonómico hasta el marco nacional donde oímos un día si y otro también el “nosotros queríamos, pero Europa no nos deja”.
Y no se equivoque amigo lector: (o lectora que hay que ser inclusivo en la chorrada del neo lenguaje donde se crea un pseudo-género consistente en la adición de una –e, olvidando a los géneros que antiguamente se estudiaban: neutro, común, epiceno y ambiguo). El mundo occidental y por tanto España dista mucho de ser una democracia.
Asistimos con más frecuencia de la deseada a que nos gobierna gente o entes que nadie ha elegido. Recordemos aquí las troikas económicas impuestas por Europa y el FMI. Nihil novum sub sole, que decía la Vulgata de San Jerónimo.
Desde el concepto de la Oligarquía Burguesa proclamado por Mijaíl Bakunin, con el fin de desmontar el Estado hasta la opinión popular de faria y carajillo donde oímos que los partidos no representan a nadie y tan sólo a sus intereses o a los de quien les paga las facturas (de lo que sea y aquí cada cual que piense lo que más le guste, faltaría más).
La realidad es que estamos instalados en una partitocracia donde el ciudadano vota a lo que le pone el partido de turno que indefectiblemente son los mejores. Los mejores en escalar puestos (o trepar como prefieran) dentro del partido.
Así las cosas, entre partidos o gobiernos que han abdicado de sus responsabilidades hasta partidos que sólo sirven a sus propios fines, al votante le queda muy poco margen de maniobra.
Una posible solución serían las listas abiertas donde el ciudadano puede votar directamente a quien le plazca. Esto en el ámbito municipal sería muy recomendable, pero: ¿y cuándo vamos a instancias superiores?
Resulta evidente que en un primer momento estaríamos encantados: voto a Juan y tacho a Manolo que es un impresentable. Me acabo de empoderar del copón utilizando un rotulador de esos gordos eliminando un nombre de una papeleta.
Sin embargo, la política requiere un análisis un poco más profundo. No hay capacidad de ir a debates individuales y unas listas abiertas corren el riesgo de que recorran el corto camino que hay entre individualidad y personalismo.
Hay alternativas a estudiar en otros países. Alemania cuenta con un doble sistema. Una parte de sus diputados se eligen en circunscripciones pequeñas, donde es más fácil estrechar el conocimiento y la relación entre representante y representado. Y otra parte se elige mediante listas nacionales, respetando la proporcionalidad entre las diferentes opciones políticas.
En todo caso, esto que tenemos, que “nos hemos dado” necesita de una vuelta de tuerca. La sociedad ya está madura y por más que se empeñen, llevamos más años de democracia que del Régimen que sirve como comodín para echar la culpa de cualquier deficiencia o dejación.
Nosotros abogamos ya porque la Sociedad Civil pueda regularse ya por si misma sin que los partidos políticos sean el único cauce de su representación política y máxime cuando la tecnología de hoy acerca al ciudadano estas posibilidades cercanas de opinión, gestión y participación.
Se necesita acción. ¿Te vas a mover o sigues dejando que te muevan o manejen?
Manifiesto Ave Fenix