
El Ayuntamiento de Manuela Carmena quiere quitar la calle que hace homenaje a un abogado, que fue concejal de la CEDA, asesinado por milicianos socialistas el 17 de agosto de 1936: José Fernández de la Cancela.
La lista de la Memoria Histórica, elaborada por la Cátedra del mismo nombre de la Complutense, recoge que Fernández de la Cancela fue fusilado, mientras que la realidad es que fue asesinado a sangre fría por soldados de las milicias socialistas.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Es más sencillo decir que fue fusilado en tiempos de guerra que reconocer que fue asesinado por ser católico, monárquico, liberal, ex-concejal de Madrid y primer teniente de alcalde de Madrid con la CEDA.
Además de abogado y edil de la capital, José Fernández de la Cancela fue secretario del Consejo de Administración de «Prensa Española ABC Blanco y Negro».
Fernández de la Cancela vivía en el distrito de Chamartín con su hermana Elisa, que fue testigo de cómo se llevaron a su hermano para asesinarle.
El 17 de agosto de 1936, un mes después del alzamiento nacional, se presentó en su casa un coche con un pelotón de guardias de asalto de las milicias socialistas.
Detuvieron a José, supuestamente, para interrogarle en alguna comisaría, pero por el camino le pegaron dos tiros en la nuca y un corte (hachazo) en la zona cervical. Su cadáver apareció tirado en la cuneta de la carretera de Hortaleza. Estos asesinatos se conocían como «el paseíllo».

Su sobrino nieto, Guillermo Searle Hernández Fernández de la Cancela, cuenta a Actuall que su padre tuvo que ir al día siguiente, avisado y acompañado por su amigo Juan Antonio de Zulueta, al depósito de cadáveres para reconocer el cuerpo sin vida de su tío.
El fallecido fue enterrado en una fosa en el vecino pueblo de Hortaleza. Tres años más tarde, en 1939, la familia consiguió recuperarle tras identificar el cuerpo gracias al profesor Antonio Piga, forense que analizó también el cadáver de Calvo Sotelo.
«Fernández de la Cancela no tuvo tiempo para ser franquista, murió el mes siguiente al 18 de julio de 1936» afirma su sobrino nieto
A Guillermo le sorprende que se quiera retirar el nombre de su tío de la calle, «José Fernández de la Cancela no tuvo tiempo para ser franquista, lo mataron el mes siguiente al 18 de julio de 1936. Además él era monárquico, no conocía a Franco y, si lo hubiese hecho, tampoco hubiera estado justificado su asesinato».
Fernández de la Cancela fue concejal del Ayuntamiento de Madrid. No deja de ser llamativo que Carmena pretendiera suprimir el recuerdo público a un concejal anterior, del mismo ayuntamiento que ella preside.
Los abogados muertos en Atocha sí son reconocidos
Guillermo Searle compara la situación con el atentado en el que asesinaron a cuatro abogados y un sindicalista en Atocha en 1977.
Un atentado que Carmena no ha dejado de recordar, ya que pudo ser ella uno de los asesinados aquel día. Reconoce el homenaje a sus compañeros de profesión asesinados pero quiere quitar una calle que representa a otro abogado asesinado a sangre fría. «Todos ellos merecen el respeto público, sería de desear que este respeto fuera compartido», afirma el señor Searle.
«Mi tío abuelo, que no es objeto de la Ley de Memoria Histórica, no debe ser sometido a una ‘Amnesia Histórica’, la cual no tiene respaldo legal, sólo para olvidarse de que fue asesinado», nos dice Guillermo.

Sectarismo en la Memoria Histórica
Todo el polémico trabajo que está haciendo la Cátedra de la Memoria Histórica de la Complutense, dirigida por Mirta Nuñez, hija de la primera mujer de Fidel Castro, ha provocado que José M. Faraldo, haya renunciado a formar parte de la Cátedra, acusando a esta de sectarismo.
El profesor Faraldo ha pedido consenso para llegar a un acuerdo con «la política de memoria democrática, racional y común», tal y como ha recogido el diario El Español.
«El culpable de un asesinato es quien asesina; el culpable de un golpe de estado es quien da el golpe. Pero ¿qué hacemos entonces con Casado y Besteiro en 1939? Su golpe tuvo razones más honorables que el de Franco pero fue un ataque a la legitimidad republicana. ¿Vamos, por fin, a condenar y examinar sin excusas las masacres de los católicos, la quema de conventos, las persecuciones religiosas?»