Juan Carlos Amich Tintorer, de 72 años, vive desde hace medio siglo en Madrid y no puede ser más catalán. No solo los 8 de la película, sino que son 27 los apellidos catalanes que adornan su existencia, lo mismo que la de su mujer.
Tampoco puede ser más español: “Tengo las cosas muy claras en ese sentido” afirma en conversación con Actuall.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAmich se inició en el mundo de la moda en 1980, cuando puso en marcha su primera empresa, Malla 3, como mayorista de prêt-à-porter en Madrid. En 1982 nació Amichi, pero no fue hasta 1985 cuando empezó a expandirse la marca por el país bajo la fórmula de la franquicia.
Desde entonces se ha convertido en un referente en la moda masculina y femenina. La firma tiene 158 tiendas en toda España, cinco de las cuales se encuentran en Cataluña (cuatro en Barcelona y una en Gerona) y emplea a 500 trabajadores.
Tras el referendum ilegal del 1 de octubre, el empresario puso un anuncio en la prensa dando las gracias a las Fuerzas de Seguridad, y lanzó una página web (www.graciasporestar.es), en la que muestra su apoyo a la Policí a yu la Guardia Civil ante el acoso que están sufriendo den Barcelona.
La crisis catalana le preocupa, como empresario y también como español. Pero ya vio venir el problema hace mucho tiempo. Con Jordi Pujol. Hace 25 años.
El fundador de Amichi no quiere hablar en público de asuntos estrictamente políticos, pero cuenta a Actuall que 100 personas estaban el día que, en 1992, le cantó las cuarenta a Jordi Pujol a la cara para decirle que estaba “traicionando a Cataluña y a España” porque lo que quería es que, con el fem país, “España entera odiara a Cataluña”.
Desde los 23 años se ha dedicado en cuerpo y alma a la vida empresarial (18 por cuenta ajena y desde los 40 por cuenta propia) y, como cualquiera de su gremio, muestra preocupación por las consecuencias económicas de esta crisis.
Y la expresa con hondo pesar, sobre todos porque siente que España tiene un potencial enorme, que las veleidades políticas pueden echar al traste: “Tenemos un país maravilloso. Tenemos que estar todos a una. Parece mentira. Tenemos una riqueza cultural y una antigüedad que si remáramos todos a la vez seríamos la potencia número uno de Europa en todos los sentidos”.
“El dinero es miedoso y las empresas salen huyendo. Tocan a rebato y salen todas las ratas fuera” como si fuera un naufragio
Y, sobre todo como profesional de la empresa, critica que se haya “inoculado que los empresarios de Cataluña mantienen al resto de España y que los extremeños y los andaluces son una panda de vagos” porque “a Cataluña la levantó la mano de obra andaluza en los años 50”.
Más allá de reproches, Juan Carlos Amich apuesta por reconstruir los puentes derribados entre Cataluña y el resto de España y se muestra animoso pese a las dificultades (“tengo una esperanza total”), aunque apunta que serán necesarias “buena voluntad y ganas y explicar lo que hemos construido juntos” y un liderazgo por ambas partes “para mostrar afecto y cariño a los catalanes y al revés”.
De lo contrario, su diagnóstico es lapidario: “Aquí nadie gana y todos pierden”, porque a su juicio, “económicamente, Cataluña se está haciendo el harakiri”.
“El dinero es miedoso y las empresas salen huyendo. Tocan a rebato y salen todas las ratas fuera” como si fuera un naufragio.
Pero la crisis catalana también afecta a la convivencia, como un factor de división y discordia, se lamenta Amich.
“Los vecinos están divididos. Los compañeros de trabajo están divididos, toda la ciudadanía está dividida. Está haciendo un daño a las empresas tremendo, porque no hay nada peor que no vayan todos a una”.
A pesar de todo, el empresario se muestra esperanzado: “Llevamos 500 años unidos y empujando en la misma dirección”.
El anuncio no fue una campaña comercial
Juan Carlos Amich defiende que el anuncio de apoyo a la Policía Nacional y la Guardia Civil que publicó el pasado 5 de octubre no responde a ninguna estrategia empresarial: “Como soy catalán y español por todos los poros nos salió del corazón”.
“Lo pusimos como empresarios para dar las gracias a las Fuerzas de Seguridad del Estado, que vigilan, que nos ayudan, que están siempre a nuestro servicio”, señala al tiempo que se ve obligado a puntualizar que no se trata de una estrategia comercial.
«A diario vemos cómo se juegan la vida. Un policía o un guardia civil lo que quiere es ayudar. Pero nadie se acuerda de ellos. Y no hablemos del sueldecito que ganan por esa labor»
No en vano, algunas personas le han preguntado si han notado alguna repercusión en la ventas, pero Amich insiste en la explicación: “Si yo quiero hacer una campaña de publicidad, llamo a una agencia”. Pero no fue así: “Lo redactamos nosotros en un despacho de la empresa”.
Fue un gesto casi espontáneo y, por la conversación mantenida, una suerte de impulso de agradecimiento por tantos años de servicio de policías y guardias civiles a la sociedad española en general y al propio Juan Carlos Amich en alguna ocasión en particular (“hasta donde alcanza mi memoria, a mí me han cambiado una rueda de coche”).
“Tengo una deuda de gratitud con las fuerzas de seguridad. A título personal me han sacado de muchos apuros. A diario vemos cómo se juegan la vida. Un policía o un guardia civil lo que quiere es ayudar: a una viejecita a cruzar una calle o, jugándose la vida, salvar a un ser humano que se está ahogando. Pero nadie se acuerda de ellos. Y no hablemos del sueldecito que ganan por esa labor”, defiende.
Amich considera que “no hay ni un solo guardia civil ni policía nacional que quiera broncas. Aunque sólo sea por propio egoísmo, porque si hay garrotazos ellos también se llevan unos cuantos”.
Y de ahí ese texto que les salió, como se ha apuntado con anterioridad, del corazón:
“Gracias por atendernos con amabilidad. por rescatarnos en el mar, la montaña o la carretera.
Por mantener la serenidad cuando parece que los acontecimientos nos sobrepasan.
Gracias por hacernos sentir más seguros sólo con vuestra presencia.
Por pasar sueño, hambre, frío o calor para que nosotros podamos vivir más tranquilos.
Por evitar que nos hagan daño.
Por dar la cara siempre, pase lo que pase. Gracias por defender nuestros derechos y libertades. Gracias por estar ahí”.