A la política no solo hay que llegar llorado sino también con el bolsillo lleno, para evitar los malos pensamientos. Eso lo tienen resuelto los americanos. Serán unos malditos capitalistas, pero las tentaciones de llevárselo crudo son menores que la que sufren los social-perroflautas criados en Vicálvaro o los famosos descamisados de Alfonso Guerra.
A diferencia de España donde cualquier indocumentado puede llegar a presidente, en EE.UU. tienes que ser rico o convencer a uno para que apoye tu candidatura. Lincoln se gastó en la campaña 2,8 millones de dólares -hablamos de 1861-; Trump, alrededor de 600 millones y Biden cerca de los 1.000 millones. Se convirtieron así en los hombres más poderosos del planeta. Pero en algunos casos no sólo no se enriquecieron más, sino que encima les salió caro.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraHasta el denostado Trump ha visto bajar su fortuna tras su estancia en la Casa Blanca. En 2016, su patrimonio valía 3.700 millones de dólares, según Forbes. En 2019 el patrimonio neto de Trump se redujo a 2.500 millones. De ser la 275 persona más rica de EEUU cayó a la 352 (77 puestos).
Pero hasta alguien tan bien considerado como Thomas Jefferson (1743-1828), tercer presidente de Estados Unidos, uno de los que está tallado en piedra en el Monte Rushmore, le costó un ojo de la cara. Había tenido de todo, incluida una plantación de esclavos en Monticello (Virginia), fue el autor de la Declaración de Independencia y durante su mandato le compró la Luisiana a Napoleón ensanchando EE.UU. en 2’5 millones de kilómetros cuadrados. No se puede decir que no hiciera nada por su país -a diferencia de los parásitos que decoran Moncloa desde Aznar, el último presidente menos malo que hemos tenido-. Y sin embargo no se enriqueció, sino que perdió parte de su fortuna.
Zapatero se fue de Moncloa en 2012 con dos sueldos: como expresidente del Gobierno y como consejero vitalicio del Consejo de Estado
Aquí, por el contrario, dejas el país hecho unos zorros, destruyes millones de puestos de trabajo, condenas a la indigencia o la precariedad a las familias y, si eres presidente, te llevas un buen pico. Es lo que le pasó a Zapatero, o ahora a Pedro (Sánchez) y Pablo (Iglesias).
Zapatero se fue de Moncloa en 2012 con dos sueldos: como expresidente del Gobierno y como consejero vitalicio del Consejo de Estado. Tuvo que renunciar al primero, y se quedó con la segunda retribución que era más alta: 99.675 euros. Y no soltó la bicoca hasta que no le salió un carguito: la presidencia del Consejo Asesor de la fundación alemana Instituto para la Diplomacia Cultural; y desde 2016 es presidente del Foro de la Contratación Socialmente Responsable. Eso sin contar con sus conferencias o su papel de mediador (nada imparcial) en conflictos como el de Venezuela. En realidad, más que mediador, es “aliado” del dictador Nicolás Maduro, como le ha acusado Juan Guaidó. Había dejado España hecha un erial, con tres millones de puestos de trabajo destruidos. Pero se fue de rositas y con la vida resuelta.
También se irá con el sueldecito de consejero vitalicio Pedro Sánchez, con lo cual habrá aumentado su patrimonio, sí o sí. Y todo ello a costa de 4 millones de españoles a los que ha dejado sin trabajo (cifra que ronda los 6 millones, si incluimos a casi 1 millón de trabajadores afectados por ERTE, medio millón de autónomos en situación de cese de actividad, más de 400.000 demandantes de empleo con disponibilidad limitada etc.)
Y Pablo Iglesias, el máximo fustigador de la casta, el paladín de los descamisados del 15-M, otro que tampoco ha hecho nada constructivo por los españoles, tiene también asegurado el puesto vitalicio e “inamovible” en el Consejo de Estado, y sus 71.000 euritos, por haber sido vicepresidente del Gobierno.
El asalto al poder, desde las sentadas de Sol y la tertulia televisiva Fort Apache, le ha salido sumamente rentable a Pablo Iglesias
Su asalto al poder, desde las sentadas de Sol y la tertulia televisiva Fort Apache, le ha salido sumamente rentable. Cuando logró su primer cargo, el escaño de europarlamentario en 2014, tenía un patrimonio de 58.698 euros, obtenido a partir de un salario de 19.604,08 euros como profesor de la Complutense a tiempo parcial. Siete años después, su patrimonio bruto asciende a 539.880 euros.
Aún más en el caso de Irene Montero. Su patrimonio se ha multiplicado por 25 gracias a lo cobrado del erario público. En total, el patrimonio neto de los señores de Iglesias llega a los 751.293 euros. La ministra de Igualdad ha pasado de los 6.823,8 euros que declaraba en 2015 a declarar un patrimonio de 335.049 euros en bienes inmuebles; 107.420 euros en cuentas corrientes o de ahorro y los mismos 187.500 euros de seguro de vida que Iglesias.
Pedro, Pablo, Irene siguen un viejo guión escrito desde la época del gorrón Marx. Un guión que han interpretado al pie de la letra personajes que primero predicaron el socialismo y despotricaron contra la casta y, una vez en el poder, se olvidaron de los parias para convertirse ellos mismos en casta y hacerse de oro.
Es el caso de Fidel Castro, que llegó a tener 900 millones de dólares, siendo el séptimo mandatario más acaudalado del mundo, por encima de Isabel de Inglaterra y a Beatriz de Holanda. O Hugo Chávez, que se hizo con 500 millones de dólares. O el propio Stalin, cuya fortuna personal era imposible de separar de la riqueza estatal de la URSS.
El tigre es lo que tiene. Se disfraza de apacible rumiante en la oposición, pero en cuanto cata el poder ya no le sacia la dieta vegana y se pone como una moto cuando olfatea carne fresca. Y se olvida de la clase oprimida y los desheredados de la tierra.
Ya lo dijo el maestro Chaves Nogales, nada sospechoso de ser conservador, cuando vió como se comportaban esos bolcheviques que tiene idealizados Pablo Iglesias. En la guerra civil rusa “los rojos asesinaban y robaban a los burgueses”. Han pasado cien años y algunos siguen sin enterarse.