Este jueves 12 de marzo se presenta* en Madrid el libro Profesionales por la Ética. 25 años comprometidos con el Bien Común, escrito a cuatro manos por Jaime Urcelay y Teresa García-Noblejas y prologado por la actual presidenta de la entidad, Leonor Tamayo.
Se trata del relato de la génesis y el desarrollo a lo largo de un cuarto de siglo (1992-2017) de la aportación de Profesionales por la Ética como «una iniciativa de servicio» a través de la dinamización de la sociedad civil basada en la doctrina social de la Iglesia. Eso sí, como asociación civil siguiendo el consejo de José Luis Gutiérrez de no caer «en la tentación de hacer una asociación canónica».
Jaime Urcelay, actual vocal de la Junta Directiva y expresidente de la asociación, conversa con Actuall de lo vivido estos años, con especial atención a la batalla contra la asignatura Educación para la Ciudadanía impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, un episodio especialmente relevante en estos 25 años de historia.
Pero también sobre sus orígenes y los desafíos de futuro, como la ley de eutanasia que se tramita en el Congreso y que, a juicio de Urcelay, «prescinde de cualquier disfraz y de lo que habla es lisa y llanamente de una obligación de matar por parte de los médicos»
Todo empezó en 1991 en Polonia, donde el Papa Juan Pablo II, hoy santo, convocó a los jóvenes del mundo y llamó a construir la Civilización del Amor sobre la base de la Doctrina Social de la Iglesia. «El Papa Juan Pablo II que ha sido una figura clave en toda nuestra historia», reconoce Urcelay, quien considera que la intensidad de la actividad desplegada estos años por un grupo de voluntarios sin profesionalizar cinco lustros después sólo se explica por el idealismo y la amistad.
Como explica el propio Urcelay: «Una minoría creativa, comprometida, con principios firmes, aunque no tenga muchos recursos puede conseguir muchísimo impacto en la sociedad y puede ser un actor relevante de la vida pública».
Al terminar de leer el libro es posible sentirse abrumado. ¿Cuál es el motor para que un grupo de amigos acometa una empresa de tal tamaño sin una estructura profesionalizada? Porque siguen siendo, 25 años después, una asociación con muy poca estructura interna.
Es verdad que Profesionales por la Ética nunca ha tenido una gran estructura, nunca ha sido una asociación profesionalizada y se ha basado siempre en la actividad voluntaria de sus miembros. Con lo cual uno se puede preguntar por dónde está el resorte que mueve todo eso: no hay más explicación que el que el idealismo.
La gente que se ha movido en torno a Profesionales por la Ética desde su fundación en 1992 es gente muy arraigada en principios que pensaba que merecía la pena dar la cara por ellos en la vida pública, aportar las capacidades profesionales desde una perspectiva multidisciplinar y tratar de aunar fuerzas en pro de la defensa de la dignidad de la persona en la vida pública. Yo no encuentro otra explicación.
Desde un punto de vista asociativo creo que una palanca muy importante también ha sido la amistad: el compartir unos mismos ideales ha creado unos vínculos comunitarios y vitales en los que hemos encontrado mucha fuerza: en las campañas, en los proyectos, en los momentos positivos y también en los momentos de dificultad que han sido muchos y muy importantes.
Hablaremos de todo ello. El libro podría empezado con un “érase una vez un grupo de jóvenes españoles que peregrinaron a Częstochowa…” ¿Qué significa este lugar para Profesionales por la Ética?
Es un sitio totalmente emblemático y nuclear para nosotros. La asociación nace realmente en el año 1991 en el santuario de Jasna Góra en Polonia, donde se celebró la Jornada Mundial de la Juventud, en torno a la llamada del Papa Juan Pablo II que ha sido una figura clave en toda nuestra historia.
Allí el Papa, a todos los jóvenes que estaban allí presentes, hizo una llamada a construir la civilización del amor cuyo programa está en la Doctrina Social de la Iglesia.
Aquellos jóvenes postuniversitarios se lo tomaron al pie de la letra y dijeron: “Esta llamada es para nosotros. El Papa nos está interpelando directamente. Tenemos que ver en qué se traduce, qué podemos aportar nosotros a la construcción de la civilización del amor desde nuestra fragilidad, nuestras limitaciones». Ésta es la génesis de Profesionales por la Ética. En el año 1992 se constituía ya como asociación civil y arrancaba una larga trayectoria de ya veintisiete años.
Entrando de lleno en las batallas que han librado. Según se refleja en el libro, ustedes hablaban de conciliación entre el trabajo y la familia cuando casi nadie sabía qué significaba esa palabra ni estaba en la conciencia colectiva. ¿Por qué esa inquietud?
Este ha sido uno de los descubrimientos, cuando nos hemos puesto a trabajar en el libro y hemos intentado documentarlo, nos hemos dado cuenta de que, sin pretenderlo y sin mucha conciencia, hemos sido pioneros en bastantes temas. Sin ánimo de encontrar vanidad en ello, nos sentimos muy orgullosos.
Uno de ellos claramente es la conciliación. Cuando nadie hablaba lo que ahora es un tema estrella en todas las agendas empresariales, políticas y sindicales nosotros insistíamos en que era necesaria una concepción de la empresa que hiciera compatible el trabajo con la asunción de la paternidad, de la maternidad, las responsabilidades familiares, la vida de amistad y de la vida cultural.
Hicimos un gran congreso sobre sobre la conciliación que reunió a figuras muy relevantes y creamos una plataforma con otras asociaciones que compartían esta misma inquietud: sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de que tanto a nivel político como empresarial se pusieran en marcha medidas que facilitaran la conciliación de la vida profesional y la vida personal.
Es verdad que al cabo de los años pues ya no aportamos nada diferencial porque todos hablaban de conciliación. Hoy se considera un tema absolutamente básico que nosotros fuimos capaces de descubrir a tiempo.
También casi sin quererlo han protagonizado algunos algunos momentos importantes en su momento en estos últimos 25 años, como la que siguió con las declaraciones de monseñor Elías Yanes, presidente de la Conferencia Episcopal Española sobre la corrupción en un acto de Profesionales por la Ética.
Es una anécdota interesante. Hay que situarse en el contexto. Vivíamos entonces la etapa de corrupción del Partido Socialista, la decadencia del felipismo, donde la corrupción de este partido estaba permanentemente en los medios de comunicación. Se nos ocurrió -con bastante inocencia, por cierto- invitar a dar una charla sobre este tema al entonces presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Elías Yanes. Jamás pudimos prever la repercusión que aquello iba a tener.
El presidente de la Conferencia Episcopal llamó la atención sobre el momento de corrupción que se estaba viviendo y de cómo los políticos acusados de corrupción debían dimitir. Se convirtió en titular de muchos medios de comunicación y se generó una grandísima polémica.
Indirectamente, y sin mucha pretensión de que fuera así, surgió un debate sobre la cuestión de la corrupción que, unido a otras sensibilidades y demandas de los políticos y los responsables sociales acabó con la caída del felipismo muy poquitos años después, sumido en una multitud de casos de corrupción que hoy se han olvidado, pero que en su momento fueron de grandísima importancia.
Pasaron los años llenos de actividad y llegó Educación para la Ciudadanía, ese ‘gran dragón’ al que se enfrentaron…
Educación para la Ciudadanía marcó un antes y un después en nuestra vida. Nosotros habíamos tenido un impacto bueno relativamente significativo en los medios de comunicación y en la vida social, que no hay que despreciar hasta entonces. Hicimos, yo creo, cosas interesantes.
Pero donde la asociación emerge con su grandísimo potencial fue a propósito del intento socialista de introducir las asignaturas de Educación para la Ciudadanía en su reforma educativa.
Muy tempranamente nosotros llamamos la atención sobre el verdadero alcance de aquellas asignaturas ideológicas, que lo que pretendían era la formación de una mentalidad en la escuela más allá de la voluntad de los padres respecto a la educación moral de sus hijos.
Hicimos toda una serie de informes, guías y presentaciones públicas y empezamos a conectar con padres que tenían la misma inquietud por lo que iba a pasar con la educación de sus hijos a partir de estas asignaturas emblemáticas introducidas por Zapatero.
Lo que nace es un verdadero movimiento de padres que deciden asumir el protagonismo de la libertad y la responsabilidad de la educación de sus hijos. A nosotros nos corresponde un papel y subsidiario de alentar esa movilización, vertebrar las plataformas de padres, suministrarles recursos y estar, en definitiva, a su disposición.
Desde luego, fue una batalla sonada…
A raíz de todo aquello, y verdaderamente por el esfuerzo de muchos -no se puede atribuir ni muchísimo menos en exclusiva a Profesionales por la Ética- se genera un movimiento social en pro de la libertad de conciencia y de la libertad de educación de los padres de enorme calado.
Llegó a estar presente en medios de comunicación de todo signo, dio muchos quebraderos de cabeza al Ministerio de Educación y al Gobierno en su momento; despertó una actividad judicial verdaderamente inusitada con una división de los Tribunales Superiores de Justicia digna de estudio… y desgraciadamente se zanjó con aquellas extrañas sentencias de febrero del año 2009 del Tribunal Supremo con varios votos particulares.
Siguió coleando después y acabó por traducirse en la decisión del entonces ministro de Educación Jose Ignacio Wert, de eliminar Educación para la Ciudadanía por considerar que había dividido a la sociedad española y no debía formar parte del sistema.
«El PIN parental ha tenido la virtud de poner sobre el tapete una cuestión tan importante como quién es el primer responsable de la educación moral de los niños»
Por cierto, algunos ecos de aquella batalla también perduran hoy en día porque casi todos creen que el Pin Parental es una propuesta novedosa de Vox, pero nació en esa batalla de Educación para la Ciudadanía.
Sí. El PIN Parental es una consecuencia -no con este nombre inicialmente, le llamamos entonces consentimiento informado- de las sentencias del Tribunal Supremo. Una vez que el Tribunal declara que no es posible acudir a la objeción de conciencia sin asumir las consecuencias de un incumplimiento legal, las plataformas de padres se vieron obligadas a buscar algún recurso para defenderse de todo lo que era la intromisión en los centros escolares (en este caso a través de las actividades complementarias, no del currículo obligatorio).
Para ello, de las propias plataformas nació este consentimiento informado que se difundió bastante entre los padres en aquella época, coincidiendo además con la ley del aborto de Aído que incluía un capítulo educativo y por lo tanto una previsión de introducción de determinados contenidos educativos en la vida de los de los colegios.
En el año 2014 Profesionales por la Ética decidió rebautizar esta herramienta. Nació entonces, de una manera además simpática relacionada con el estreno de una televisión, el nombre de PIN Parental.
Estuvimos difundiéndolo durante bastantes años hasta que muy recientemente, cedimos el tema para que le diera mayor alcance la Plataforma por las Libertades, que fue la que la que abanderó el PIN Parental en los últimos años.
Después saltó ya a la política y a las propuestas de Vox y hoy en España todo el mundo habla del PIN Parental. Es una de las cuestiones candentes de la agenda política que ha tenido la virtud de poner sobre el tapete una cuestión tan importante como quién es el primer responsable de la educación moral de los niños. Cuestión absolutamente vital para el futuro de una sociedad.
En el libro se hace referencia a “las madres de Bullas”. Parece como que es una cosa muy pequeña, pero que tuvo mucho sentido en su momento. ¿Quiénes eran estas madres de Bullas? ¿Unas descendientes de Viriato?
La verdad es que uno piensa en las madres de Bullas y lo hace con enorme cariño, gratitud y admiración hacia la gente sencilla, que a través del sentido común es capaz de descubrir cuestiones que a lo mejor gente más sesuda y más dada al razonamiento intelectual no son capaces de ver.
Las madres de Bullas eran un grupo de madres inquietas de este pueblo de la provincia de Murcia que fueron las primeras en decir que ellas querían organizarse para defenderse de Educación para la Ciudadanía.
Fuimos a verlas allí, a Bullas. Hubo una reunión en el pueblo donde asistido además muchísima gente. Ellas lo que tenían era la inquietud de decir: “Qué podemos hacer nosotras, cómo podemos contribuir a esta batalla y cómo nos tenemos que organizar».
El modelo de Bullas sirvió después para que en toda España se formaran plataformas donde todo el protagonismo fue de los padres: asumieron que, como responsables de la educación de sus hijos, no debían esperar soluciones de nadie, sino tomar la iniciativa. En este sentido, Bullas es para nosotros el origen de toda la gran movilización de Educación para la Ciudadanía.
«Todos sabemos que la gente que está sufriendo, si se le ayuda a mitigar el dolor, si se le acompaña de una manera integral, no desea morir»
También han trabajado en el ámbito de la defensa de la vida, de forma significativa en los últimos años a través de Vida Digna ¿Cómo se afronta este nuevo intento de tramitación de una ley de eutanasia?
El tema de la defensa a la vida desde la concepción a la muerte natural está también en los orígenes de Profesionales por la Ética. Desde los intentos de ampliación de la ley del aborto por parte del gobierno socialista, la manipulación de embriones, la clonación, los vientres de alquiler… Ha sido una temática que recorre toda nuestra historia y así hemos querido reflejarlo en el libro.
El gran tema en estos momentos, sin que por supuesto pierda valor seguir testimoniando la defensa de la vida frente al aborto es la ley de eutanasia.
Nosotros nos iniciamos este tema con las famosas leyes de muerte digna de los parlamentos autonómicos, donde de una manera más o menos encubierta se ha ido creando una mentalidad eutanásica. A través de una regulación bastante compleja, oscura, en el fondo se integraban ya lo que eran algunas prácticas eutanásicas. Sobre todo por la autorización de la retirada del soporte vital tanto por alimentación como por hidratación en algunas de estas leyes.
La proposición de ley orgánica de eutanasia que acaba de presentar el Partido Socialista ya prescinde de cualquier disfraz y de lo que habla es, lisa y llanamente, de una obligación de matar por parte de los médicos que altera radicalmente la finalidad de la Medicina. Transmite toda una concepción de la vida social y de la atención que merecen los que sufren, los que son más vulnerables, a los que no solamente les niega la ayuda a través de un desarrollo amplio y de calidad de los cuidados paliativos, sino que la única respuesta que se les da es, directamente, la muerte.
Todos sabemos que la gente que está sufriendo, si se le ayuda a mitigar el dolor y se le acompaña de una manera integral, no desea morir. Es el último eslabón de una cultura de la muerte que venimos denunciando desde hace muchísimos años y para el que vamos a dar evidentemente -y en ello estamos- la correspondiente batalla en defensa de la dignidad humana y de la vida.
¿Cuál sería mayor o la mejor contribución de Profesionales en estos 25 años al servicio de la sociedad española?
Yo me quedaría con una cuestión que es más de concepto y otra más de fenómeno. El concepto es demostrar, con todas nuestras limitaciones -que por supuesto han sido muchas- y nuestros errores, que una minoría creativa, comprometida, con principios firmes, aunque no tenga muchos recursos, puede conseguir muchísimo impacto en la sociedad y puede ser un actor relevante de la vida pública.
Me parece que esta es una enseñanza que brindamos en el libro contando toda nuestra historia que es especialmente importante en un momento en el que desde el Estado se está haciendo una verdadera reingeniería social ante la pasividad y el adormecimiento de la sociedad civil española acostumbrada a que todo se lo den resuelto. Quizás esa sea, desde un punto de vista conceptual, nuestra principal aportación.
Ya en el orden de las acciones prácticas, me quedaría con la batalla contra Educación para la Ciudadanía. ¿Por qué? Primero, porque atacaba una cuestión de primer orden que es la libertad de conciencia de los padres para educar a sus hijos según sus convicciones. Esto es un pilar básico de una sociedad que pretenda ser un ámbito de protección del bien común, de la libertad y de la justicia. Y, en segundo lugar, porque el modelo de esta acción responde muy bien a la esencia de nuestra asociación que nació, y este era nuestro lema, como “una iniciativa de servicio”.
Fueron unos años donde nos vaciamos mucho más allá de nuestras posibilidades reales en inspirar, alimentar y nutrir una red de plataformas de padres que como sociedad civil asumen con todas sus consecuencias su propia responsabilidad. Y este es el modelo al que siempre hemos aspirado y que quizá con la batalla contra Educación para la Ciudadanía alcanza su reflejo más más pleno.
Como todas las cosas que son muy positivas siempre hay una espina y precisamente la espina tal vez más grande de su historia está relacionada con Educación para la ciudadanía. Aquel Jueves Santo de 2010… Habrá que decir, algo, ¿no?
Sí esta es la nuestra página más negra. Es un día muy doloroso donde afloró una división en el movimiento objetor de padres muy importante, donde se sembró la sospecha y la desconfianza entre los miles de padres que se habían movilizado, con acusaciones que el tiempo ha demostrado que no tenían ni pies ni cabeza.
Hicieron sufrir mucho a personas y a familias concretas que se vieron acusadas de muy diversas maneras.
Su resultado, además, es verdaderamente lamentable. Se produjo una división y un debilitamiento de un movimiento muy pujante que estaba llamado a librar grandes batallas en defensa de la libertad en España.
Pero bueno, las cosas fueron como fueron. Yo creo que cada uno debe sacar su aprendizaje. Y, al fin y al cabo, como decimos en el libro, confiarlo a la misericordia de Dios, que él siempre sabe más y que sabe por qué estas cosas ocurrieron.
En el año 1991 Juan Pablo II, el mismo que había convocado a aquellos jóvenes en Czetstokova, en la encíclica Centessimus annus, dice: “Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo invisible o encubierto”. Es una frase que ustedes destacan en el libro. ¿Es hoy esto más evidente que nunca 25 años después?
Sin ninguna duda. Yo creo que esas palabras fueron proféticas. No es España el único caso de cómo una democracia, que en sí misma es un modelo político que tiene indudables ventajas, se puede convertir en una democracia tiránica, en un régimen totalitario encubierto, donde bajo una apariencia formal de participación del pueblo en su destino y en la ordenación de los asuntos públicos lo que realmente existe es una oligarquía que está imponiendo a toda la sociedad sus propios criterios su propia visión del hombre y de la sociedad ante la pasividad de todos.
Esto está alcanzando su clímax en estos momentos, donde no solamente está habiendo una invasión en ámbitos de la intimidad, de la vida privada de las personas, sino que ya vemos de una manera palpable cómo se aspira a que exista un pensamiento único.
Cualquier forma de discrepancia respecto a este pensamiento, no solamente es marginado como ha ocurrido estos años atrás, sino que está siendo ya perseguido penalmente. Y, en este orden, las medidas que se que se anuncian -algunas de las cuales ya se han puesto en práctica por vía de las leyes LGTBI, son verdaderamente de producir miedo.
Hablemos ahora de quienes han sido destacados en el libro como los maestros y amigos de Profesionales por la Ética. Una pincelada sobre José Luis Gutiérrez.
José Luis Gutiérrez ha sido para nosotros una referencia desde el primer día. Un grandísimo experto en Doctrina Social de la Iglesia y un hombre bueno por encima de todo. Él nos dio un consejo que fue decisivo: que no hiciéramos, a pesar de que nos reconocíamos como católicos, una asociación confesional. Sino una asociación puramente civil que reconociera los principios de la Doctrina Social de la Iglesia como guía para su actuación, pero que no cayéramos en la tentación de hacer una asociación canónica de acuerdo con lo que la propia iglesia está proponiendo a los laicos, especialmente desde la Christifideles laici de Juan Pablo II.
Yo destacaría esto, junto con lo que ha sido su acompañamiento a largo de todos estos años.
¿En qué les ayudó. en una asociación efectivamente civil en su origen y esencia el padre Carlos Valverde SJ?
Carlos Valverde era un santo varón y un sabio con una formación filosófica y antropológica verdaderamente extraordinarias. Él fue quien dio el basamento doctrinal a la asociación. Los fundadores tuvieron durante los primeros años mucha cercanía a él, muchas charlas. Y él, que tenía una visión muy práctica de lo que la filosofía implicaba desde el punto de vista de la ordenación social, lo que hizo fundamentalmente fue armarnos en principios, en una base antropológica sólida que nos parecía la guía necesaria para navegar en medio de los debates, los dilemas y las transformaciones que ha sufrido la sociedad española durante este tiempo.
Al padre Valverde -aparte del acompañamiento espiritual que personalmente tuvieron muchos de los fundadores con él- lo que le debemos es la orientación en el orden de los grandes principios.
«Es fundamental para esta causa que el desinterés, el sentido de la gratuidad y tratar de purificar siempre la intención no buscando más que el servicio al bien común»
Fernando Fernández también va un poco por este camino, ¿verdad?
Gracias a Dios nos sigue acompañando y es un socio muy activo de la asociación. Es un hombre con una capacidad para descender desde los grandes principios al orden de la realidad, el orden fenomenológico, el orden práctico, verdaderamente asombroso. De Fernando, que es un gran amigo, además quisiera destacar su magnanimidad. Realmente es un hombre de una generosidad, de una entrega y de una humildad que para nosotros ha sido un modelo de cómo estar en la vida pública desde este sentido del servicio y desde la sencillez.
Nos quedan otros dos. María Dolores Vila Coro:
Desgraciadamente nos falto muy pronto. Nos introdujo en un mundo complejo desde el punto de vista técnico: el de la Bioética. Era una gran experta y una gran luchadora que además tenía una grandísima cercanía personal. En seguida conseguimos muchísima sintonía con ella y fue quien nos iluminó en todos los grandes debates bioéticos. Especialmente en el tema de la manipulación de embriones, la clonación, las células madre… Con lo cual fue clave, porque no eran temas técnicamente fáciles.
Ella era muy puntera desde el punto de vista científico y fue muy importante para que los pasos que dimos en aquel terreno, que a nosotros nos superaba, los diéramos con buen criterio y desde una buena fundamentación bioética.
Alfonso Coronel de Palma:
Alfonso Coronel era una persona muy especial. Lo saben bien todos aquellos que le han tratado. Estuvo muy cerca de nosotros algunos años y la verdad es que fue una pérdida muy dolorosa por lo prematuro, por lo inesperado…
A Alfonso Coronel de Palma le debe muchísimo el catolicismo social en España por su labor al frente de la Asociación Católica de Propagandistas y también como presidente de la COPE. Era un hombre de una bondad y un corazón extraordinarios que supo ver cuál era el papel de los laicos. A él le debemos también el Congreso de Católicos y Vida Pública que tantos frutos ha dado y que está llamado a seguir dando.
Dice el bolero que 20 años no son nada… ¿25, qué son?
Se han pasado volando. Los que me ha asombrado, cuando trabajé con Teresa García-Noblejas en la elaboración de este libro, es la cantidad de cosas que se pueden hacer en 25 años con tan poquitos recursos, siendo tan pocos y tan limitados en todos los órdenes. Porque no creo que en Profesionales haya habido nunca ningún genio y, por supuesto, no lo hay ahora.
El mensaje ahí me parece muy positivo: se puede hacer muchísimo si nos tomamos en serio nuestra misión, si trabajamos juntos, si lo hacemos de una manera inteligente, si nos organizamos, si aplicamos rigor en lo que hacemos y, sobre todo, si cuidamos algo que es fundamental para esta causa que es el desinterés, el sentido de la gratuidad y tratar de purificar siempre la intención no buscando más que el servicio al bien común.
Por más que, inevitablemente, por nuestra condición humana, siempre se van a mezclar intereses particulares sobre los cuales es importante que estemos siempre vigilantes y en guardia.
* N.de la R. La presentación del libro quedó suspendida debido a la alerta sanitaria por el coronavirus.
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