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La Europa ‘políticamente correcta’ persigue ahora los cuentos infantiles que “ofendan” al musulmán

Portada del cuento de Loof

Suecia, el país que es vendido como el gran ejemplo de libertad y derechos sociales, adoptó de manera oficial el multiculturalismo hace ya cuatro décadas y ahora paga las consecuencias de la férrea dictadura de lo políticamente correcto.

Durante todos estos años han llegado al país cientos de miles de inmigrantes, muchos de ellos musulmanes y lejos de integrarse han ido incorporando sus propias costumbres.

Las consecuencias las están pagando ahora. Un ejército de jovenes inadaptados provenientes de origen musulmán actúa al margen de la ley y sin respetar las costumbres locales. Es por ello que este país escandinavo se ha convertido en la capital de las violaciones de Occidente.

Pero el multiculturalismo se ha colado hasta el tuétano de la sociedad sueca y sus efectos son igual alarmantes. La tiranía de la “tolerancia” provoca precisamente la intolerancia contra aquel que se sale aunque sea lo más mínimo de lo políticamente correcto y por ello reivindicar la cultura y los símbolos suecos se ha convertido en algo intolerable.

Que se lo digan al conocido escritor sueco Jan Lööf, cuyos libros han sido traducidos a numerosos idiomas. Uno de sus más conocidos es Mi abuelo es pirata, que escribió en 1966, medio siglo ya, y que se vende en España.

Jan Lööf, escritor del libro perseguido Mi abuelo es pirata / Wikipedia

Este escritor de libros infantiles es la última gran víctima de la alianza del multiculturalismo con la dictadura de lo políticamente correcto. Y es que este gran libro infantil que han leído millones de ninos suecos durante años ya no es admisible y debe pasar por la censura o ser eliminado.

La editorial considera que el hecho de que aparezcan en el cuento infantil personajes musulmanes «es extramadamente problemático»

¿Su pecado? Que en su libro ilustrado aparecen entre otros el pirata Omar y el vendedor ambulante Abdulah. El propio autor de Mi abuelo es pirata, que ahora tiene 76 años, ha relatado a los medios que ha sido informado por su editor que o vuelve a reescribir el libro y modifica las ilustraciones o la obra será retirada del mercado. Y fue amenazado con que también retirarían otros libros suyos.

La editorial Bonnier Carlsen considera que el hecho de que aparezcan estos personajes “musulmanes” en el libro de Lööf es extremadamente problemático. Lo más llamativo es que desde su primera edición en 1966 ha sido un éxito de ventas total y que en una campaña para promover la lectura infantil se repartieron 100.000 ejemplares en Suecia al comprar los Happy Meals de McDonalds.

Según recoge el tink thank Gatestone Institute, la jefa del departamento literario de esta editorial, Eva Dahlin, asegura que “los libros con estereotipos de otras culturas no son extraños y las ilustraciones se crean en un contexto, en su tiempo, pero los tiempos cambian”. Y es que considera que los ninos musulmanes que lean el libro se pueden sentir ofendidos y discriminados.

Edición española de ‘Mi abuela es pirata’

Pero no es la primera vez que en Suecia se produce este tipo de “censura” en nombre de la corrección política. Por ejemplo, en la conocida serie televisiva Pipi Calzaslargas se editó un capítulo en el que la protagonista imitaba a un chino cerrando un poco los ojos. En Suecia, pensaban que esto era una ofensa a los asiáticos.

Más grave fue lo que ocurrió en 2013 con el también popular y premiado libro del, danés Jakob Martin Strid, El quiosco de Mustafá, que fue retirado del mercado sueco después de que le acusaran de “islamófobo”. Lo más curioso es que el autor escribió precisamente esta obra en 1998 cuando vivía en Indonesia, el país más musulmán más poblado del mundo como “una declaración contra el racismo”.

Los símbolos nacionales, enemigos del multiculturalismo

Pero esta dictadura silenciosa no sólo ataca a la cultura sino que tiene como objetivo eliminar los símbolos propios del país, pues “ofenden” al recién llegado.

Un colegio sueco asegura que los centros «deben estar libres de símbolos nacionales» porque deben primar «los sentimientos positivos».

Y es que por ejemplo en 2014 una escuela de la ciudad sueca de Halmstad prohibió exhibir la bandera de Suecia después de que un alumno se la pintase en la cara para el carnaval. El centro afirmaba que en las nuevas reglas las escuelas “deben estar libres de símbolos nacionales” puesto que lo importante debe estar en “los sentimientos positivos”.

Sucesos como este se han reproducido por el país como en la escuela de Vaargaarda donde se prohibió a dos alumnas acudir al colegio con una camiseta en la que aparecía la bandera de Suecia.

Y como no podía ser de otro modo este virus de la corrección política afecta sobre todo a la clase política. Como muestra un botón. En 2012, dos parlamentarios suecos exigieron las estatuas de los reyes suecos Carlos XII (1682-1718) y Gustavo II Adolfo (1594-1632) porque representan a una Suecia como potencia militar, “una época oscura en nuestro país, así como en otros países, que fueron afectados por la agresión sueca”. En su lugar, pidieron llenar Estocolmo de carteles que mostrasen “paz, tolerancia, diversidad, libertad y solidaridad”.

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