Imagen referencial. /PIxabay
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No se lo había contado antes pero normalmente suelo escribirle mientras escucho música clásica. He pensado que en esta ocasión le podría desvelar una de las obras que me han acompañado en mi teclear por si le apetece escucharla también. Se trata del Réquiem de Mozart. Muy propio,  pues esta misiva de alguna forma puede considerarse un Réquiem por nosotros mismos, por nuestra sociedad.

El pasado esclavista de Bayer, ThyssenKrupp, BMW, Mercedes, Bosh, Audi

En el año 2014, la revista alemana de negocios WirtschaftsWoche publicó un artículo detallado en el que resumía, con datos tan interesantes como desgarradores, cómo varias empresas hoy reconocidas mundialmente se aprovecharon de mano de obra esclava de campos de concentración nacionalsocialistas.

Se calcula que más de 300.000 esclavos fueron utilizados por grandes marcas. Las farmacéuticas BASF, Bayer y Hoechst contaron con unos 80.000 a su disposición mientras que ThyssenKrupp explotó a unos 75.000. Lo de tener esclavos parecía estar de moda y no importarle mucho a los que dirigían ciertos emporios. De hecho, la lista ignominiosa se podría engrosar con marcas como Bosch (20.000), Volkswagen (12.000),  BMW (50.000) o Auto Union, que les sonará más por el nombre de Audi (con otros 20.000). Al parecer la filial alemana de Ford hizo lo propio y aumentó su plantilla con 2.000 esclavos proporcionados por el Gobierno de Hitler.

Me gustaría que utilizáramos nuestra imaginación para trasportarnos en el tiempo y vislumbrar el modo en el que nuestros descendientes nos juzgarán a nosotros

Tras décadas de silencio muchas empresas han pedido disculpas públicas después de financiar estudios de investigación sobre la materia. Algunas incluso han contribuido a fondos destinados a los perjudicados o sus familias. No sé si lo hicieron para quitarse un peso de encima y dejar de sentir el aliento de los periodistas o porque de forma sincera creyeron que debían pedir perdón aunque los directivos no fuesen los mismos que tomaron dichas decisiones. De todas formas el hecho de que hubiese un movimiento para hacer presión nos dice que hemos sido capaces de discernir entre el bien y el mal como sociedad al menos en este aspecto concreto, aunque no sé si en todos.

No traigo esta historia de la Alemania nacionalsocialista porque quiera centrarme en ella especialmente, sino porque me gustaría que utilizáramos nuestra imaginación para trasportarnos en el tiempo y vislumbrar el modo en el que nuestros descendientes nos juzgarán a nosotros. Para ello hay que hacer un breve análisis de la situación mundial. Estoy seguro de que usted tendrá otras muchas situaciones que le vendrán a la cabeza.

Campos de concentración en China

La noticia que me hizo reflexionar sobre este tema tenía al Gobierno comunista chino como protagonista y es que hace unas semanas salió a la luz un estudio realizado por el Instituto de Política Estratégica de Australia según el cuál los comunistas, lejos de rebajar la represión, habrían construido unos 380 campos de concentración desde 2017. El Gobierno los denomina “centros de voluntarios vocacionales”, pero no deja que se examinen ni que los periodistas se acerquen y si nos adentráramos en uno de ellos veríamos que a uno le pueden hacer “voluntario” por ir con un “atuendo musulmán”, tener familia en alguno de los países “sensibles” como Pakistán o Turquía o poseer una copia del Corán, además de tener una prole más numerosa de la permitida. Utilizar el Whatsapp para contactar a un extranjero puede granjearle el macabro título de “voluntario” a quien se atreva.

Al parecer se les priva de sueño, son encadenados y sometidos a trabajos forzosos, además de vivir en celdas tan pobladas que los desdichados tienen que turnarse para sentarse mientras otros se ponen de pie. Sabiendo esto, estoy seguro de que podrá comprender usted, querido lector, por qué se calcula que haya más de un millón de ciudadanos chinos que se hayan alistado “voluntarios” a vivir como esclavos. Lo más macabro de todo es que el Partido se vanagloria en sus comunicaciones internas de proveer esta “reeducación” de forma gratuita e insta a los familiares de los recluidos a agradecer que así sea.

Genocidio Cristiano en Nigeria

Hace tres meses el obispo nigeriano Mathew Kukah hizo unas declaraciones en las que denunciaba la pasividad del presidente del gobierno de su país (de la tribu Fulani) y de la comunidad internacional en el genocidio que está teniendo lugar en el norte de Nigeria a manos de grupos musulmanes extremistas y de la tribu a la que pertenece el máximo mandatario del país. Se calcula que desde junio de 2015 han muerto unas 12.000 personas, la mayoría de ellas cristianas, y más de 300.000 nigerianos han tenido que huir hacia el sur. Sólo este año ha habido más de 350 asesinatos.

El aborto es la principal causa de muerte de nuestra generación

Según Worldometer, el aborto fue la principal causa de muerte en el mundo en 2019, con 42 millones de vidas humanas que perecieron en este genocidio. Para que se hagan una idea, el cáncer provocó algo más de 8 millones de muertes en el mismo periodo.

Entonces, ¿cómo nos juzgarán a nosotros las generaciones venideras?

Pues yo quiero ser positivo y pensar que con el tiempo –puede que a finales de este siglo o a principios del siguiente- habrá partidos políticos que pidan disculpas por haber silenciado a los uigures chinos para poder seguir fabricando móviles baratos. Puede que incluso se abran comisiones de investigación en los parlamentos para investigar documentos desclasificados y entender por qué no se impusieron sanciones internacionales.

Sería magnífico que hubiese campañas de recogida de firmas (o lo que se haga en el futuro) para que Microsoft investigase sus colaboraciones que permitieron a China establecer un Gran Hermano nacional para perseguir a minorías y atentar contra los Derechos Humanos. De hecho, cuando recientemente se hizo público que Microsoft había colaborado con una universidad dependiente del Ejército Chino en un proyecto de tecnología de reconocimiento facial usando inteligencia artificial, el senador estadounidense Ted Cruz afirmó que tenían que asegurarse de que las corporaciones americanas no contribuían a la opresión del Partido Comunista chino y manifestó que varias empresas americanas estaban en riesgo de apoyar atrocidades en dicho país.

El porvenir está en nuestras manos y empieza en los supermercados. ¿Hasta cuando vamos a seguir comprando productos a aquéllos que solo financian objetivos diabólicos con nuestro dinero?

Puede incluso que haya días de conmemoración por los genocidios silenciados o quizá días de luto internacional por los seres humanos a los que se les quemó con soluciones salinas o se les descuartizó mientras dormían en el vientre de sus madres. Puede que se enseñe en los colegios que los seres humanos dejaron de sacrificar a sus congéneres a finales del siglo XXI y se estudie como historia contemporánea o que incluso se explique cómo los fetos sufrían, lloraban e intentaban gritar de dolor mientras los despedazaban y su corazón dejaba de latir lentamente, como la dignidad de nuestra generación.

Lo mismo vemos a grandes empresas pedir disculpas por haber financiado matanzas por todo el mundo y por haber donado dinero a mansalva a Planned Parenthood, aquella organización fundada por una señora a la que le gustaba mucho dar discursos en el Ku Klux Klan y que de alguna forma extraña se escapó del derribo de estatuas del remoto año 2020.

En fin. No sé si usted, estimado lector, verá el futuro de forma tan optimista pero lo que sí le puedo decir es que el porvenir está en nuestras manos y empieza en los supermercados. ¿Hasta cuando vamos a seguir comprando productos a aquéllos que solo financian objetivos diabólicos con nuestro dinero? La forma en la que la historia de nuestra generación se plasmará en los libros está todavía por definir y, como siempre, la pelota está en nuestro tejado.

Un cordial saludo,

Álvaro de la Peña

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