Las cosas no eran lo que parecían. Karen MacGregor era aparentemente una buena mujer. Lideraba una ONG, KinKids, que ayudaba a las ninas que fueron violadas y abusadas por un clan de paquistaníes durante años en la ciudad inglesa de Rotherham.
Como tantas otras veces las apariencias engañaban. En realidad MacGregor acogía en su casa a las menores para abusar de ellas y obligarlas a prostituirse. Una proxeneta en toda regla. Y por ello ha sido condenada a 13 años de cárcel.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraUn asunto que ha pasado relativamente desapercibido comparado con el horror del millar largo de violaciones por parte de paquistaníes.
Claro que jamás se podría haber llegado a tanto sin haberse ganado la confianza de todos. Lo cierto es que MacGregor, de 58 años, se labró una reputación como una destacada activista trabajando al mismo tiempo con el diputado local John Healey y con el ayuntamiento de Rotherham con el objetivo de establecer «un refugio seguro para los jovenes vulnerables y sus cuidadores».
En 2013, cuando se destapó el escándalo del millar de menores que habían sido abusados y violados durante 13 años por varios paquistaníes, MacGregor decidió crear KinKids para ayudar a esos ninos -sobre todo ninas- y a sus familias.
‘Justicia para los 1.400’
Era tal el compromiso de MacGregor que incluso KinKids vendía unas pulseras con la leyenda «Justicia para los 1.400» -en referencia al número de ninos abusados- con el fin de destinar los fondos a las familias de los afectados.
Pero esa imagen de mujer comprometida se fue a hacer puñetas cuando el tribunal -hace ahora un año- escuchó diversos testimonios durante el juicio por las violaciones masivas a los menores de Rotherham.
Todo había sido una farsa: Karen había abusado de ellos y los había forzado a la prostitución.
MacGregor fue condenada a 13 años de cárcel por cuatro delitos contra dos víctimas, entre ellos obligar a una niña a la prostitución y haber conspirado para violar. Todo ello gracias a la tapadera de KindKids.
«Le quitaste la niñez», le reprochó la jueza del caso, Sarah Wright, a Karen MacGregor por explotar sexualmente a una menor
La asociación pretendía ser un grupo de apoyo que ofrecía apoyo financiero, legal y emocional a través de una línea de ayuda las 24 horas.
La propia MacGregor proporcionaba atención a tiempo completo a los hijos de parientes o amigos que -debido a enfermedad, muerte o prisión- no pudieron cumplir con las obligaciones de los padres.
Trastornos alimenticios y ansiedad
Durante el juicio, una de sus víctimas describió a MacGregor como una figura maternal («me trató como a una hija») y buena oyente que la había acogido en un momento difícil de su vida.
Otra de las víctimas contó cómo, a los pocos días de su llegada, se le dio de beber vodka y se desmayó, luego se despertó y vio que estaba siendo agredida sexualmente con el beneplácito y colaboración de MacGregor.
La jueza encargada del caso, Sarah Wright, echó en cara a Karen MacGregor su comportamiento. «Le quitaste la niñez», le dijo en pleno juicio. «El efecto del abuso de ella ha sido devastador. Sus recuerdos de infancia son de dolor y abuso. No puede confiar en nadie, ha sufrido trastornos alimenticios y ansiedad».
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