Hace 24 años recuerdo haber asistido a una conferencia de Rodrigo Rato, semanas antes de que el PP de José María Aznar alcanzase el gobierno. Uno de los asistentes preguntó al conferenciante por qué el PP no había creado un sindicato ideológicamente afín, tal y como habían hecho los partidos de izquierda y algunos de derechas, como el PNV.
La contestación del que unos días después sería vicepresidente y Ministro de Economía fue muy clara: el PP era un partido liberal y su objetivo no era conformar la sociedad. A diferencia de los partidos de izquierdas, que querían ocupar todos los ámbitos de la vida social, el Partido Popular se limitaría a gobernar y a administrar los servicios públicos de forma eficiente. Cuando el PP gobernase, la sociedad tendría que seguir su propio rumbo, sin interferencias de los políticos.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAznar modernizó nuestra economía, liberalizando los principales sectores económicos y privatizando las grandes empresas públicas
Unos años después se supo que, tanto Rodrigo Rato como algún otro ministro de Aznar, hicieron más cosas que gobernar y administrar eficientemente los servicios públicos. Pero lo que quedó claro es que el PP no tenía entre su objetivo modelar la sociedad de acuerdo con unos valores determinados.
De cualquier forma, el gobierno de José María Aznar desarrolló una brillante política presupuestaria y consiguió, contra todo pronóstico, que España cumpliese los criterios de convergencia de la moneda única europea. Aznar modernizó nuestra economía, liberalizando los principales sectores económicos y privatizando las grandes empresas públicas. Y el Partido Popular de esos años, no se limitó a la economía. En materia de política exterior, se posicionó claramente del lado de Estados Unidos y del Reino Unido y logró que España tuviese un protagonismo internacional que nunca ha vuelto a recuperar.
Después vino Zapatero con su asalto a la sociedad: aborto libre, matrimonio homosexual, violencia de género, memoria histórica, etc.
Sin embargo, en cuestiones sociales, el PP de Aznar aceptó los «logros» de los gobiernos socialistas que le precedieron. Mantuvo intacta la ley del aborto de Felipe González, favoreció la consolidación de los medios de comunicación afines a la izquierda y continuó desembolsando las generosas subvenciones destinadas a eso que llaman el mundo de la cultura.
Después vino Zapatero con su asalto a la sociedad: aborto libre, matrimonio homosexual, violencia de género, memoria histórica, etc. A la par que realizaba una transformación sin precedentes de la sociedad española, Zapatero hundía la economía hasta niveles nunca vistos. Y eso hizo que Mariano Rajoy cosechase una cómoda mayoría absoluta… que utilizó para mantener intacta la agenda social de la izquierda.
la transformación social progresista viene acompañada de un evidente deterioro económico
Y ahora volvemos a tener al PSOE en el gobierno, esta vez aliado con la extrema izquierda. Así que no es de extrañar que venga con un ambicioso programa social. Memoria Histórica 2.0, feminismo radical, eutanasia, Ley de Transexualidad. Y, tal y como pasó con Zapatero, la transformación social progresista viene acompañada de un evidente deterioro económico que, acelerado por el COVID-19, será aún mayor que el que causó Zapatero.
Entre tanto, y a pesar del discurso con el que consiguió ilusionar a la militancia del Partido Popular durante el último congreso, Pablo Casado se nos ha revelado como digno sucesor de Mariano Rajoy y parece dispuesto a renunciar a la batalla cultural. Lo ha dejado claro hace unos días cuando ha dicho que «un partido no puede pretender que una sociedad se parezca a él por mucha razón que tenga. Lo que debe hacer es parecerse lo más posible a la sociedad y caminar junto a ella para mejorar su vida y para ir conquistando espacio para nuestras ideas desde los gobiernos».
La estrategia de ponerse de perfil y esperar a que Pedro Sánchez pierda el gobierno por pura incompetencia, quizá sirva para que Casado sea presidente del gobierno
Esta parece ser una de las razones de la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo y del nombramiento como portavoz de Cuca Gamarra, la alcaldesa de Logroño que colocó las banderas trans y LGTB en el balcón del ayuntamiento y caminó, orgullosa, con las feministas de Podemos y el PSOE el pasado 8 de marzo.
Pablo Casado, se equivoca. Desde Gramsci, la izquierda conoce la importancia de plantear la batalla cultural. Gracias a sus victorias ideológicas, el progresismo ha conseguido la hegemonía en la Universidad, los medios de comunicación y el mundo de la Cultura. De esta forma es capaz de amplificar su discurso y de ganar simpatizantes para sus ideas. Pero es que además, gracias a la promoción de las nuevas causas sociales: feminismo, LGTBI+, animalismo, apoyo a la inmigración, etc. La izquierda consigue recursos destinados a un entramado de ONGs y asociaciones que son el medio de vida para un número importante de activistas que mueven la calle y responden a las alertas antifascistas decretadas por sus líderes.
La estrategia de ponerse de perfil y esperar a que Pedro Sánchez pierda el gobierno por pura incompetencia, quizá sirva para que Casado sea presidente del gobierno. Pero le condenará a mantener todos los “logros” sociales de la izquierda y a sufrir una fuerte oposición en la calle y en los medios de comunicación, que saltarán violentamente contra cualquier tipo de reforma que pretenda realizar.
Es fundamental concentrar todo el voto conservador en un único partido. Pero en uno que esté dispuesto a cuestionar el dogma progresista y plantear la batalla de las ideas
Parece que esa es la condena del PP. Gobernar para mantener la agenda social de la izquierda y rehacer el desastre económico generado por el PSOE, con unos medios de comunicación y una movilización social intensa que le acusa de hacer recortes y magnifica sus casos de corrupción, a la par que mete sordina a los de la izquierda.
Algunas personas bien intencionadas piensan que, debido a los perniciosos efectos de la Ley d’Hont, la única forma de que las fuerzas conservadoras vuelvan a gobernar en España es que todo el voto de la derecha se concentre en un solo partido. Y yo cada vez estoy más de acuerdo con ellos. Es fundamental concentrar todo el voto conservador en un único partido. Pero en uno que esté dispuesto a cuestionar el dogma progresista y plantear la batalla de las ideas. De lo contrario, esté o no esté en el gobierno, la izquierda siempre será la ganadora.