Bandera de la china comunista fundida con coronavirus.
Bandera de la china comunista fundida con coronavirus.

Empezaremos diciendo que no resistimos a explicarlo todo a base de historietas novelescas que tratan acerca de una misteriosa conjura internacional.

Esa es la razón por la cual consideramos oportuno recordar una anécdota que tuvo como protagonista a Napoleón Bonaparte.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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El gran corso se hallaba en la cumbre de su carrera, dominaba casi toda Europa y estaba a punto de invadir Rusia.

Fue entonces cuando uno de sus aduladores le sugirió que, una vez que se hubiese apoderado del imperio de los zares, el paso siguiente habría de ser la conquista de China.

Napoleón no lo duda y responde con una frase que sería profética: “Dejad dormir a China porque cuando China despierte el mundo temblará”

Quien posea los más elementales conocimientos de la Historia Universal ninguna duda tendrá de que, mientras Europa pasaba por mil vicisitudes, China tenía una civilización que se había aislado de Occidente; prueba de ello es la famosa Muralla que da testimonio de que los chinos consideraron siempre a los europeos como bárbaros y primitivos.

Agravará aún más la situación el hecho de que, durante la segunda mitad del siglo XIX, China se aísle aún más al tomar conciencia de que estaba siendo explotada por los europeos.

Efectivamente, comerciantes británicos habían llevado sus vicios a China, especialmente el opio, droga que no es de origen chino, sino que procede de la India.

Al ver los estragos que el opio causaba entre la población, el mandarín de Cantón no solamente prohibió fumar opio, sino que incluso ordenó quemar las bodegas.

Los comerciantes ingleses se sienten agredidos y piden la intervención de la corona británica. Al ver como ésta se niega, los comerciantes deciden atacar por su cuenta.

Ganan los comerciantes y, gracias a su victoria, logran aumentar sus privilegios con lo cual aumenta el resentimiento de los chinos hacia los europeos.

A fines del siglo XIX, después de permanecer aislada durante centurias, China admite embajadores y misioneros; sin embargo, el pueblo manifiesta en todo momento su hostilidad.

Desde el trono, la emperatriz Tsu-Hsi esperaba echar fuera a los extranjeros en forma violenta; fue durante su reinado que se organizaron grupos secretos xenófobos, entre los cuales destacaron los boxers que van a causar graves problemas al volverse incontrolables.

Buscando aislar a China del resto del mundo, los boxers destruyen vías de ferrocarril y cables de teléfonos a la vez que hostilizan a los diplomáticos europeos.

Quienes hayan visto aquella magnífica película, “Cincuenta y cinco días en Pekín”, protagonizada por Charlton Heston, podrán darse una idea de que magnitud era el resentimiento chino con respecto al mundo occidental.

Con todos estos antecedentes, todos podremos entender como China manifestó siempre una abierta actitud desconfiada y hostil hacia los restantes países del orbe, especialmente Europa.

Quizás esto nos ayude a entender la causa real de la pandemia del coronavirus que está diezmando el mundo.

Sin caer en teorías truculentas conspiratorias que muy pocos creen, la verdad es que el hecho de que el mortal virus haya tenido su origen en China da mucho que pensar.

Repetimos, sin caer en teorías truculentas, ni duda cabe que, si China hubiera querido manifestar su animadversión contra Occidente, así como cobrarse viejas deudas, la pandemia del covid-19 le vino como anillo al dedo.

Aunque lo nieguen las autoridades chinas y se opongan a cualquier tipo de investigación, la verdad es que el virus fue fabricado en territorio chino; desde allí fue llevado a Italia, luego al resto de Europa y, desde el viejo continente, se extendió por el resto del mundo con la misma rapidez con que se propaga un incendio en un pajar.

Occidente ha sufrido un mortal ataque causado por un virus que tuvo su origen en China.

Desde entonces se ha producido la quiebra de infinidad de empresas que han dejado sin empleo a millones de trabajadores y sin comer a quienes dependían de dichos trabajadores.

Desde entonces el nivel de crecimiento de muchos países occidentales no solamente se ha detenido, sino que ha registrado cifras negativas.

Desde entonces nuestras costumbres han cambiado puesto que nos hemos visto obligados a permanecen en nuestros hogares como si estuviésemos bajo arresto domiciliario.

Desde entonces la mayoría de la gente ya no se saluda en las calles puesto que ve a cada transeúnte como si fuera un enemigo en potencia que puede contagiarlo en unos cuantos segundos.

Desde entonces han muerto más de cuatro millones de personas en todo el mundo.

Gracias a la pandemia, Occidente ha caído de rodillas al ver arruinada su economía y al ver como su población activa se encuentra encarcelada o en los hospitales.

Ni duda cabe que si China quisiera vengarse de algún viejo agravio con esto de la pandemia ha visto colmada su sed de venganza.

Repetimos: No queremos prestar oídos a fábulas cuya veracidad jamás podrá ser demostrada.

Mas bien concluimos recordando un dicho gallego: “Yo no creo en las brujas, pero de que las hay, las hay”

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Abogado, historiador y periodista. Editorialista de el Heraldo de México (1973-2003). Colaborador de varias revistas mexicanas y españolas. Corresponsal en México de la revista Iglesia-Mundo (1981-1994). Autor de 'La cruzada que forjó una patria' (1976); 'Forjadores de México' (1983); 'Los mitos del Bicentenario' (2010) e 'Isabel la Católica. Su legado para México (2013).