Ya podemos saludar a Gran Bretaña como exmiembro de la Unión Europea. Ha puesto fin a 47 años de relación impulsado por un celo de independencia y por un apego al principio democrático que a este lado del canal de la Mancha no se ha apreciado. 

Era fácil entender los términos del Brexit. Gran Bretaña participó en las primeras asociaciones europeas cuando lo que ponían en común era un espacio para la cooperación económica. Pero desde Maastricht la nueva UE ha asumido la posición de gobierno de gobiernos. Un gobierno para el que el espantajo del Parlamento Europeo no es capaz de darle siquiera una pátina democrática. Su desafección al nuevo Leviatán ya se vió al quedarse al margen del euro y de Schengen.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

Suscríbete ahora

Es un poder amable, pero efectivo, que ni procede del voto de los europeos ni tiene en la voluntad de los ciudadanos un freno. Es el instrumento ideal para su manejo por parte de las élites extractivas. Y frente al mismo, los pueblos europeos estamos invitados a celebrar todas sus decisiones y a entretenernos con Netflix. Un pueblo menos manso que la media de los europeos ha puesto fin a esta relación desigual, en la que una élite manda y el pueblo obedece. 

Y no sólo es la democracia, sino la libertad. Lo dijo con claridad Margaret Thatcher hace años: “No hemos revertido con éxito las fronteras del Estado en Gran Bretaña para verlas ahora impuestas en toda Europa, con un súper estado europeo ejerciendo un nuevo dominio desde Bruselas”. 

La UE se ha apresurado a ofrecer a Gran Bretaña un acuerdo comercial sin aranceles. Fuera de la UE se respira mejor

Democracia, independencia… Y sin embargo nuestros medios han pintado a los brexiters como si fueran unos viejos locos, incapaces de entender nuestro ilustrado discurso, y lo suficientemente tontos como para tragarse las mentiras de los partidarios de arrancar al país de los brazos de la amantísima Europa, según la cual Bruselas le está chupando la sangre a los británicos. Pero no se dice que los partidarios de quedarse se tragaron como sable de fakir todas las mentiras que les han dicho desde medios e instituciones oficiales. 

Nos han dicho que Gran Bretaña entraría en recesión, que tendría que aprobar un presupuesto aparte para hacer frente al caos económico, que se verían obligados a subir los impuestos. Mensajes todos provenientes de David Cameron y su ministro de Finanzas, George Osborne. Tony Blair dijo que se ponía en riesgo el proceso de paz con Irlanda del Norte, advertencia que hoy se calla vergonzantemente. Donald Tusk dijo que el Brexit ponía en un brete a la civilización occidental. 

Y lo único que está en riesgo es la idea de que sólo dentro de la Unión Europea hay progreso. Ha caído una de las piezas del puzle europeo y pronto le pueden seguir otras, como Luxemburgo u otros países pequeños. La UE se ha apresurado a ofrecer a Gran Bretaña un acuerdo comercial sin aranceles. Fuera de la UE se respira mejor. 

Comentarios

Comentarios