
Una fuerte polémica se ha desatado entre congresistas en torno al Proyecto de ley sobre el matrimonio de menores de edad en el Perú. La mayoría busca prohibirlo totalmente y una minoría entiende que debe haber excepciones. La chispa que detonó una explosión mediática la puso el congresista José Luis Balcázar al declarar que mantener relaciones sexuales a temprana edad “ayuda al futuro psicológico de la mujer”...
Inmediatamente todo el contingente feminista de género, Ministra de la Mujer incluida, salió furibundo y dispuesto a destruir a Balcázar. Lo interesante es que el parlamentario solo estaba repitiendo lo que por décadas y hasta la fecha vienen sosteniendo estas mismas feministas oenegeras cuando promueven su agenda de “derechos sexuales y reproductivos para niñas y adolescentes”.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora¿Los menores de edad están en condiciones de asumir plenamente las consecuencias y responsabilidades que implica mantener relaciones sexuales? Para las feministas no hay una repuesta única. Dirán que sí o que no dependiendo del tema de agenda del cual están hablando en esa ocasión. Y no se incomodarán en decir exactamente lo contrario si su conveniencia política así lo exige.
Cuando se trata del matrimonio de menores de edad, dirán que miles de niñas y adolescentes serán sometidas a matrimonios y uniones forzadas, lo que las hace más vulnerables a ser víctimas de violencia. Cuando se trata de promover la anticoncepción, el aborto y la diversidad sexual, dirán que las niñas y adolescentes pueden y deben tener relaciones sexuales cuando se sientan preparadas, y no se plantearán la posibilidad de que sean más vulnerables a la violencia.
Cito algunos ejemplos.
La Ministra de la Mujer, Nancy Tolentino, criticando las declaraciones del congresista Balcázar dijo que con el matrimonio infantil “estaríamos encubriendo una violación sexual con una menor de edad”. Pero además añadió que los abogados de su ministerio estarían evaluando una demanda a Balcázar pues no iba a permitir que alguien diga que eso (mantener relaciones sexuales) haga bien a las niñas. Sin embargo, para niñas y adolescentes entre 12 y 17 años su sector propone “propiciar desde el Ministerio de Salud el acceso a información y métodos anticonceptivos oportunamente” y capacitación para lo que llaman “una actividad sexual responsable”, es decir, tener relaciones sexuales “protegiéndose de embarazos indeseados”. De hecho, una norma técnica del Ministerio establece que pueden darse todo tipo de métodos anticonceptivos a menores de edad sin autorización de sus padres o tutores.
Las congresistas del Partido Morado también sufren de este doble discurso. Flor Pablo en un programa de radio decía que no había justificación para que niñas de 12, 13 o 14 años se vean envueltas en relaciones y que el matrimonio infantil oculta las violaciones sexuales en las comunidades indígenas. Con la misma pasión un año antes en plena campaña electoral, un Facebook Live del Partido Morado con Flor Pablo como anfitriona proponían protocolos de salud sexual y reproductiva para adolescentes para combatir el embarazo no deseado.
Ruth Luque, la congresista de mayor producción de iniciativas legislativas de la agenda abortista y LGTBI, en una mesa de trabajo compartida con sus colegas Flor Pablo y Susel Paredes decía muy enfáticamente en marzo del 2022 que “nuestros adolescentes deben esperar a los 18 años para asumir responsabilidades en una relación matrimonial”.
Las conocidas ONGs de género también se escandalizan por la idea de niñas o adolescentes en una relación matrimonial, pero promueven para las menores de edad relaciones sexuales sin compromiso. PROMSEX en su página oficial celebraba la presentación del Proyecto de Ley para erradicar el matrimonio infantil y lo calificaba de “expresión extrema de desigualdad de género”. Pero a la vez consideran que esas mismas adolescentes tienen derecho a tener relaciones sexuales, “a gozar de una adecuada salud sexual y reproductiva y, por ende, a vivir su sexualidad de modo seguro e informado, en libertad de tomar las decisiones que prefieran”. Y para PROMSEX estas decisiones abarcan todos los colores de la bandera arco iris LGTBIQ+ con las orientaciones sexuales que se vayan sumando en el camino.
El coro de las agencias ONU entona la misma melodía. La OMS se escandaliza y se opone al matrimonio para menores de edad, pero a los adolescentes les propone un estilo de vida con sexo libre, anticonceptivos y aborto. UNICEF considera el matrimonio infantil como una grave violación a los derechos humanos, y prescribe la misma receta OMS de salud sexual y reproductiva.
En este elenco del doble rasero tampoco podía falta la Defensoría del Pueblo que exige que se deroguen todas las leyes que permiten el matrimonio para menores de edad, mientras que en plena pandemia COVID consideraba más urgente el acceso a métodos anticonceptivos para adolescentes antes que las numerosas y verdaderas carencias de la población en ese momento de crisis.
Sobran los ejemplos para mostrar que, en su afán por debilitar una institución como el matrimonio a toda costa y sin contemplar excepciones, los progresistas se contradicen flagrantemente.
Los promotores del enfoque de género dicen que los menores de edad no deben casarse porque no tienen capacidad de ejercer su libertad sexual ni otorgar su consentimiento. Pero al tratar otros temas de su agenda, dicen que sí pueden otorgar su consentimiento para tener relaciones, no solo con una pareja estable
sino experimentar su sexualidad mediante relaciones homosexuales, bisexuales, etc., que también pueden usar todo tipo de anticonceptivos, que deben acceder a la píldora del día siguiente, que tienen derecho a abortar e incluso que pueden cambiarse de sexo. Es decir, todo menos casarse.
El debate en el Congreso peruano sobre el matrimonio para menores de edad está desenfocado y por tanto será estéril, porque no aborda la causa real del problema.
El problema no es el matrimonio para menores de edad sí o no. El problema está en entender el cómo y el por qué esos jóvenes llegaron a esa situación para la cual usualmente no están preparados.
Paradójicamente, la narrativa feminista y su enfoque de género lleva décadas invirtiendo millones de dólares de ONG extranjeras y del Estado diciéndoles a los jóvenes que tengan sexo a temprana edad, y las cifras de embarazo adolescente siguen aumentando cuando la solución, precisamente, parte de evitar que los jóvenes se expongan a las relaciones sexuales ya que, salvo raras excepciones y en algunos contextos culturales, no están en condiciones de asumir la responsabilidad que eso implica.
Pero para las feministas —y ahí está el origen de su doble discurso— la solución no está en educar en la espera sino promover la cultura del “choque y fuga” y ofrecer el aborto cuando les falla el “sexo seguro”.
Definitivamente estas políticas de género no han beneficiado a los jóvenes sino a las ONGs que instalan este discurso con dinero de fuera y luego hacen que el estado pague el gasto. Es evidente que les importa muy poco el verdadero desarrollo saludable de las niñas y adolescentes, y les importan mucho más las ideologías que vienen aparejadas de negocios millonarios.
Para graficar mejor lo hasta ahora expuesto, cabe señalar que hace unos años estos mismos grupos pelearon para despenalizar las relaciones sexuales de adolescentes mayores de 14 años, sobre la base del derecho que tienen a la libertad para disponer de su sexualidad. Esto sin límite alguno, es decir, con adultos mayores de 20, 30, 40 o 50 años. Y ahora dicen que la violencia está en formalizar una relación.
Ese fracaso debería llevar a que el Estado cambie el enfoque de género por un enfoque de familia pues en la mayoría de estos casos donde los adolescentes presentan vulnerabilidad extrema, los padres son el único apoyo afectivo y económico que tienen.