La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), ha publicado siete criterios y fundamentos para un voto responsable, libre y consciente, de cara a las elecciones presidenciales del 27 de mayo de 2018.
Parece la Carta a los Reyes Magos, porque está llena de buenos deseos… que poco o nada tienen que ver con la realidad. Aunque los obispos están en su derecho, y en su deber, de advertir que la paz y el bien común deben ser el norte.
El problema es que, tras la falsa paz auspiciada por Cuba, en las elecciones de Colombia de 2018, se presentan candidatos tan peculiares como el terrorista Timochenko, ahora reconvertido en político, que ha cambiado el fusil kalashnikov por la moqueta y el despacho oficial.
En el punto 4 piden que se analicen la trayectoria y propuestas de los candidatos. Y la trayectoria de Timochenko está plagada de asesinatos y secuestros. Y en el punto 6 explican la necesidad de que Colombia esté gobernada por «personas honestas, dignas, competentes, capaces de vencer la corrupción y la violencia”. Nada que ver con el candidato Timochenko.
En un comunicado emitido este 6 de diciembre, los obispos han señalado que los comicios del próximo año “son una oportunidad para dar juntos ‘un nuevo paso’ hacia la construcción de un país que sea patria y casa para todos”.
Proponen a los católicos y personas de buena voluntad los siguientes criterios para emitir un voto responsable, libre y consciente:
1. Involucrémonos en el proceso electoral, derrotemos la indiferencia y comprometámonos.
Advirtieron que es inmoral e ilegal comprar y vender votos. Esto “atenta contra la dignidad de la persona y el desarrollo integral de todos”. Llamaron a no permitir “delitos como el fraude en la inscripción de cédulas, la suplantación, la financiación corrupta de campañas y la alteración de los resultados en las urnas”.
3. Exijamos campañas transparentes que favorezcan la unidad.
Indicaron que los debates y los comicios no deben generar mayor polarización, sino promover el respeto, el diálogo y la creatividad política que necesita el país. Pensemos en el bien común.
“Las campañas políticas que se sustentan en intereses particulares, que se financian ilícitamente o que derrochan injustamente el dinero atentan contra la democracia y generan confusión en el electorado”.
4. Analicemos la trayectoria y propuestas de los candidatos.
Para dar nuestro voto responsablemente, tenemos que llegar a la convicción moral de que la persona, el proyecto político y el equipo de trabajo que se eligen aportarán realmente al bienestar de todos los colombianos.
5. Pensemos en las necesidades más urgentes de nuestra nación.
Consideremos bien las problemáticas y las posibilidades que tiene el país, para poder examinar y elegir adecuadamente a los candidatos que logren poner en marcha soluciones de fondo.
No nos dejemos llevar simplemente por propuestas populistas, por simpatías y antipatías o por intereses particulares
No nos dejemos llevar simplemente por propuestas populistas, por simpatías y antipatías o por intereses particulares.
6. Elijamos a quienes les duela la realidad de los colombianos.
Los obispos señalaron que “Colombia necesita ser gobernada por personas íntegras, honestas, dignas, competentes, capaces de vencer la corrupción y la violencia, que se preocupen por la salvaguarda de la casa común”, decididos a afrontar la injusticia, desempleo y falta de oportunidades; y a trabajar por los excluidos y marginados.
7. Aseguremos el país sobre valores fundamentales y protejamos su institucionalidad.
Apoyemos con nuestro voto a quienes defiendan la dignidad de la persona, la vida en todas sus etapas y la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer
Los obispos también invitaron “a los políticos católicos a participar en el proceso democrático con la conciencia de que la política es una alta forma de caridad que implica afrontar retos de gran magnitud y de que deben hacerla iluminados con la luz del Evangelio y desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia”.
Además pidieron a los candidatos a liderar “la marcha de la ciudadanía hacia una democracia madura y participativa, así como a la consolidación de la justicia, de la unidad y de la paz anheladas por nuestro pueblo”.
*Este artículo ha sido publicado originalmente en ACI Prensa.
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