
La respuesta fácil a esta pregunta es afirmar que “porque mucha gente es tonta”, pero sinceramente creo que se debe más a una cuestión de adicción que de falta de inteligencia. Adicción a la ideología, al partido, al candidato electo, a no desasirse de ninguno de ellos bajo ningún concepto.
Esto ocurre cuando las personas abandonan a Dios, realidad que las empuja a sustituirlo por falsos dioses para saciar su sed natural de religiosidad, en aras de llenar su vacío espiritual y moral.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraBuena parte de los vicios de la época actual son virtudes que se practican con adicción e idolatría, con obsesión y endiosamiento pagano, cumpliéndose aquella inmemorial advertencia de Aristóteles, consistente en que la virtud elevada al exceso podría derivar en vicio.
Vivimos en la época de la adicción y del endiosamiento de cosas benignas, talante adictivo e idolátrico que las convierte en malignas. Obsesión con el trabajo, con la alimentación saludable, con la búsqueda del cuerpo perfecto, con la igualdad… E irremediablemente con la política. Todo lo mencionado es en cierto modo necesario, pero se practica de manera obsesiva y pseudopagana, aquello que transforma dichas necesidades en vicios.
Mientras el catolicismo inculca la adquisición de las virtudes, dando a cada una su franja para que pueda convivir con las demás, lo cual conduce a practicarlas de forma equilibrada, de tal modo que no se solapen entre ellas, el mundo descreído predica la práctica de una, dos ó tres de manera extrema, realidad que empuja a la distorsión de las mismas, a la obsesión con ellas, a su endiosamiento y al abandono del resto de las virtudes.
Volviendo la vista a la deificación de la política, cabe destacar que tiende a ser elevada al grado de religión laica, secular, falsa. De ahí, que mucha gente vea en ella tanto la causa de todos los problemas como la solución mesiánica de los mismos.
Por esta razón, muchas personas inteligentes, e incluso brillantes, seguirán votando a Pedro Sánchez. Lo harán a través de uno de los principales motores del mal del hombre: la autojustificación. Un ejemplo de ello es el argumento que me dio un buen amigo progre y licenciado en una carrera bastante complicada de aprobar; su razonamiento reza así: “Es cierto que el presidente lo podía haber hecho mejor, pero no nos engañemos, la culpa de todo esto reside en que, durante décadas, no se ha financiado a la Sanidad Pública lo suficiente y ahora, estamos pagando el pato”.
No caigamos en el error de entronizar a los políticos, ni en la miopía de ver a los buenos en un bando (derecha-izquierda) y a los malos en el otro. Ésa es, también, una forma de religiosidad pagana llamada maniqueísmo
El vivir la política como una religión pagana te lleva a tributar a tu ideología la fidelidad que se le tiene a un equipo de fútbol. Se ama al líder político, al partido o al bando ideológico por encima de todas las cosas, al igual que se endiosaba a determinadas autoridades políticas antes de la llegada de Cristo al mundo, época precristiana en la que, verbigracia, se aureolaba con categoría de divinidad tanto a los emperadores romanos como a los faraones egipcios. Ésta es una demostración nítida y esclarecedora de que cuando la gente abandona a Dios, termina endiosando la política.
Otra demostración de que la cuando la gente abandona a Dios, termina endiosando la política la podemos encontrar en las Sagradas Escrituras. En el momento en el que Poncio Pilato preguntó a la masa si prefería indultar a Jesucristo o a Barrabás, ésta se decantó por liberar de la condena al segundo, quien es aludido en el Evangelio de Juan como “un bandido” (Jn 18,40), término que, según explica Benedicto XVI, podría significar, en la Palestina del momento, “luchador de la resistencia”. A esto, añade el citado Papa que Barrabás había participado en una revuelta (Mc 15,7), siendo acusado, en consecuencia, de homicidio. En otras palabras, que el pueblo prefiriese perdonar la condena a un “luchador de la resistencia” y líder de una revuelta antes que a Cristo, pone de manifiesto que cuando las personas dan la espalda al Altísimo, se acaba idolatrando a los mesías políticos.
A esto, agreguémosle que una de las razones por las que el Rey Herodes persiguió al Niño Jesús es por el hecho de que se le considerase Rey, dado que lo veía como una amenaza a su autoridad. Esto, también, lo explica el sabio de Benedicto XVI.
Por todo esto, no caigamos en el error de entronizar a los políticos, ni en la miopía de ver a los buenos en un bando (derecha-izquierda) y a los malos en el otro. Ésa es, también, una forma de religiosidad pagana llamada maniqueísmo, fundada por el persa Manes en el siglo III, que consiste en distinguir entre un dios bueno y un dios malo, lo que conduce a que reduzcamos la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo.