El regreso de Donald Trump será histórico, sostiene el autor.
El regreso de Donald Trump será histórico, sostiene el autor.

Mientras Donald Trump y J.D. Vance intentan ganar votos entre los indecisos y tratan de no caer en la retórica tramposa de los medios de comunicación del régimen, algunos líderes pro vida que no comprenden la coyuntura en la que nos encontramos, desaniman a los votantes pro vida y vienen regalando a la oposición abortista tanto votos como narrativa.

No cedo ante nadie en la defensa de los no nacidos.

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Estuve en una sala de operaciones en la China comunista hace 44 años cuando se realizaban cesáreas a bebés casi a término del embarazo, a quienes luego asesinaban mediante inyección letal. He sido pro-vida desde entonces.

He luchado con éxito para desfinanciar al Fondo de Población de la ONU debido a su participación en la política de un solo hijo en China y otros programas coercitivos en todo el mundo desde 1985, y durante las últimas cinco administraciones presidenciales.

Ayudé a implementar la Política de la Ciudad de México, que prohíbe que los dólares de los contribuyentes vayan a cualquier país o programa que promueva, realice o presione por la legalización del aborto.

He ayudado a poner en un lugar seguro a miles de mujeres embarazadas que huyen del aborto forzado y la esterilización en China y a que encuentren asilo político en EE. UU. u otros lugares.

La organización que presido, Population Research Institute, redactó la Enmienda Tiahrt, que prohíbe que los dólares de los contribuyentes se destinen a cualquier proyecto de “salud reproductiva” en el extranjero que implique coerción, sobornos, métodos experimentales o que viole el consentimiento informado.

Y digo que, en este momento de la historia de Estados Unidos, cuando la Vida está en juego, cuando estamos a menos de 70 días de posiblemente perder nuestra República para siempre, es una locura política atacar a Donald Trump en el tema pro vida.

Ahora, no voy a tildar de comunista a Lila Rose, como lo hizo James Lindsey. Pero sugerir que ni Trump ni Harris “defienden los principios pro-vida” y que los pro vida deberían abstenerse de votar, como lo hizo Lila, es igualmente nefasto.

Trump es el presidente pro vida que habló en la Marcha por la Vida en Washington, D.C., el que tuvo a muchos pro vida en altos cargos y el que implementó una serie de políticas pro vida tanto en casa como en el extranjero. Este es el presidente pro vida cuyas nominaciones a la Corte Suprema revocaron Roe vs. Wade. El gobierno federal ya no obliga a los estados a permitir que las madres asesinen a sus hijos y 22 tienen prohibiciones parciales o completas en vigor.

Finalmente, este es el presidente pro vida del pasado y del futuro que es lo único que se interpone en el camino de Kamala Harris. Si ella llega al poder, llenará la Corte Suprema con jueces pro aborto, Roe vs. Wade será restaurado y el aborto a demanda hasta e incluso después del nacimiento será la ley del país durante otras dos generaciones.

Ahora, la retórica reciente de Trump o Vance sobre el tema puede no ser de nuestro agrado. Pero hay que tener en cuenta que están respondiendo a los ataques de los bots de Kamala en los medios de comunicación del régimen, cuyo juego es ocultar el extremismo abortista de los comunistas y simultáneamente poner a la opinión pública en contra de Trump.

En términos prácticos, la ecuación política de este asunto es clara: Cualquiera que siga atacando a Trump tan cerca de las elecciones está restando, desmoralizando a las bases electorales y brindando narrativa a la oposición. Y al mismo tiempo, está sumando probabilidades a la elección de Kamala Harris.

¿Es eso lo que Lila Rose, o cualquier pro vida, quiere? ¿Alguien (aparte de Kamala) quiere que los votantes pro vida estén tan desmoralizados que se laven las manos de “todo el sucio negocio de la política”, declaren una plaga sobre ambos partidos y se queden en casa el día de las elecciones? Porque ese y no otro es el efecto político de sus imprudentes declaraciones.

Atacar a Trump en este momento es como decirle a las tropas de la Unión en la batalla de Gettysburg que Abraham Lincoln no está realmente comprometido con acabar con la esclavitud.

Es como decirle a las tropas estadounidenses en vísperas del Día D que el general Eisenhower eligió las playas equivocadas para desembarcar. Ahora escucho a personas decir que guardar silencio ante la retórica moderada de Trump sería “participar en el encubrimiento del horror del aborto”. ¿Realmente hablan en serio?

¿Al retrasar la Proclamación de Emancipación hasta 1863, Lincoln “participó en el encubrimiento del horror de la esclavitud durante los primeros tres años de la Guerra Civil”? ¿Al no pedirle a Gorbachov que “derribe este muro” hasta 1987, Reagan “participó en el encubrimiento del horror del comunismo” por no hablar antes?

Si realmente quieres detener el horror del aborto—y yo sí lo quiero— ve a tocar puertas para que nuestra gente vote, registra votantes y difunde las declaraciones de Kamala Harris quien cree que todo embarazo inconveniente debe resultar en un bebé muerto.

Quienes ayuden a que Trump vuelva al cargo tendrán un asiento en la mesa. Tendrán la atención del presidente Trump y del vicepresidente Vance. Podrán presionar por políticas pro vida y recomendar a otros pro vida comprometidos para puestos en la administración.

Aquellos que se dediquen a la difamación desde sus teclados serán ignorados. Para ser claros, la plataforma republicana sigue siendo pro vida, como lo ha sido desde 1984, aunque podría ser más fuerte.

Donald Trump sigue siendo el presidente más pro vida desde que el aborto se convirtió en un tema nacional, aunque podría ser más decidido. Debemos rezar con todas nuestras fuerzas para que Trump y Vance adopten completamente el tema de la vida. Y debemos trabajar tan duro como podamos para que el presidente más pro vida que he visto en mi vida vuelva al cargo.

Steven W. Mosher es el presidente del Population Research Institute y autor de The Devil and Communist China (TAN Books).

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