La presidencia de Donald Trump es una anomalía. Nosotros los españoles, que elegimos un mal gobierno tras otro, sabemos a ciencia cierta qué es lo que necesitan los Estados Unidos. Pero el mundo es tan loco que son los propios estadounidenses los que eligen a su presidente, y esto lleva a situaciones incomprensibles, como la del Donald más famoso desde el pato sentado en la Casa Blanca.
Pero, como quiera que la política estadounidense se mueve con una cadencia perfectamente regular, se acerca el mes de noviembre de 2020 y con él las elecciones presidenciales que confirmarán a Trump en su magistratura. O no. Esa es la cuestión. Yo, en las elecciones de 2016 dije que era imposible que Donald Trump fuese elegido, pero que era aún más imposible que los estadounidenses eligiesen a Hillary Clinton. Y acerté. A cinco meses, la cuestión no es si Trump logrará repetir su inesperado éxito, sino si puede perder unas elecciones que tiene prácticamente ganadas.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPero el gran argumento de Trump es que ha demostrado su disposición a que el país no se deje llevar por la oleada identitaria y socialista que encarna hoy el Partido Demócrata
Entiendo que decir esto es muy complicado cuando las encuestas le otorgan una ventaja al candidato demócrata Joe Biden más que holgada. La media de las encuestas le dan 7,2 puntos de ventaja sobre Trump. El gran arma política de Joe Biden es que él no es Donald Trump, y eso es suficiente para una mitad de los ciudadanos. Pero el gran argumento de Trump es que ha demostrado su disposición a que el país no se deje llevar por la oleada identitaria y socialista que encarna hoy el Partido Demócrata. Y sí, eso es suficiente para la otra mitad del electorado. Los votantes de Trump, muchos de ellos, ni le mencionan. Él no es importante, lo que cuenta son los otros.
Pero hay otros elementos que pueden resultar decisivos, y que favorecen al actual presidente de los Estados Unidos. Uno de ellos es la economía. Trump ha llevado al país a niveles de desempleo que no se veían desde los años 60. Tan es así, que los trabajadores tienen ahí un poder sobre la empresa que aquí, en la socialista España, somos incapaces de entender. En los Estados Unidos, ahora, hay trabajadores que simplemente dejan el trabajo para hacer otras cosas, sabedores de que podrán volver a trabajar cuando les plazca.
Antes del coronavirus, el 57 por ciento de los estadounidenses ve la situación económica como buena o excelente, por el 32 por ciento cuando llegó Trump al poder. La crisis inducida por el coronavirus refuerza la importancia de la economía, lo que sólo beneficia al presidente. El 61 por ciento veía que estaba mejor que en las anteriores elecciones; nunca esa encuesta superó el 50 por ciento. El 90 por ciento está satisfecho con su vida personal, el mejor registro de la serie histórica. Los ciudadanos ven la posición de su país en el mundo más fortalecida; tenemos que remontarnos a 2003 para encontrar una apreciación así.
En estas condiciones, sólo darle la vuelta al país, con una revuelta como la actual, podría derrocar al candidato Trump. Pero de nuevo él ha sabido beneficiarse de la situación, poniéndose como el defensor de la ley y del orden frente a los violentos. Creo que es difícil que se le escape la reelección.