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Sánchez gobierna pero Puigdemont manda

Donde dije Digo, digo Waterloo...

Donde dije Digo, digo Waterloo...

“Tendrá que mear sangre”. Era la amenaza de Puigdemont a Sánchez. La ha cumplido. O más bien, la está cumpliendo. Desde el fracaso de la semana pasada por la no convalidación del llamado “decreto omnibus” la posición del gobierno ha sido ‘sostenella y no enmendalla’. Incluso han estado tentados de volver a aprobar exactamente el mismo decreto.

Dijeron que buscarían los votos “debajo de las piedras”. Traducción: intentarían presionar tanto al PP hasta que finalmente aceptara el trágala. Mientras, desde Junts se advertía: no se entera de que no tiene mayoría y que no puede gobernar como si la tuviera. Más claro, el mismo fugado: no se puede culpar a otros de los fallos propios.

Finalmente, Sánchez acepta el enésimo chantaje. Retrasa el Consejo de Ministros en medio de enorme tensión y decide aprobar un decreto al gusto de los de Waterloo. De las 80 medidas del omnibus se queda en 29. Permanece la subida de las pensiones, la subvención al transporte y las ayudas a las víctimas de la gota fría. De paso, se acuerdan de las víctimas del volcán de la Palma. Con unos años de retraso…

Y en el pack cuelan el pelotazo inmobiliario del PNV y la suspensión de los desahucios pero con el matiz impuesto por Junts: que el propietario cobre todos los meses de prórroga.

Lo más desatacado es que Sánchez también acepta tramitar la moción de confianza exigida por Puigdemont. Hasta ahora había dado largas. Ahora ‘acepta pulpo como animal de compañía’ aunque afirma que no ve necesario someterse a una confianza. Puigdemont advierte: o se somete a la confianza o le tumbaremos.

Y por si fuera poco, los secesionistas ya tienen preparado el próximo chantaje: si Sánchez quiere presupuestos debe de entregar las competencias de inmigración a Cataluña. Y el ‘cambiacolchones’ quizás ya haya aprendido que puede que sea él quien esté en Moncloa, pero quien realmente decide es Puigdemont…

¿Elecciones a la vista?

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