Pedro Sánchez, el autócrata, aspira a controlar el poder judicial y los medios.
Pedro Sánchez, el autócrata, aspira a controlar el poder judicial y los medios.

Quién dijo que no podría dormir por las noches si gobernara con Podemos es el mismo que impulsa un plan para luchar contra los bulos. El que afirmó con rotundidad que con Bildu no iban a pactar es quien pretende impulsar la regeneración democrática. Quien se mostró firmemente contrario a la amnistía para los golpistas del 1 de octubre por convicción personal y política es quien ha retorcido lo retorcible para que el Parlamento la apruebe. Y quien descuelga el teléfono pidiendo cambio de titulares y exige a gritos defender a la polémica pareja de quien dice estar tan enamorado es quien se vende como adalid de la transparencia.

Dice Sánchez que quiere luchar contra los bulos y las desinformaciones y acabar con una “máquina del fango” que ensucia la conversación pública y la convivencia social. ¡Pero si la verdadera máquina del fango está en Moncloa!

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Veamos lo que pretende el autócrata. En primer lugar, pretende crear un registro de medios. Será la CNMC la que asuma dicha competencia. ¿Para qué?, ¿qué gana la democracia con ese registro? Nada. Quien gana es el gobierno porque su controlada CNMC diferenciará entre medios y pseudomedios. ¿Con qué criterio? No sabemos. Sí sabemos que los llamados pseudomedios quedarán fuera del reparto de la publicidad institucional. De esto se trata: de asfixiar a los medios díscolos a los que se tacha despectivamente de pseudomedios.

Y lo mismo pasa con los periodistas. La CNMC decidirá quién es y quién no es periodista. De esta manera quien no sea periodista tendrá vetada la entrada en organismos públicos. ¿Y qué criterio utilizará para dicho veto? Tampoco hay detalle. Ni hace falta. El PSOE ya veta en su sede a quien considera “no adecuado”. Presuntamente utilizarán el mismo criterio… ¿Censura previa?

Ni siquiera disimula con que sean las subvencionadas asociaciones de periodistas quienes realicen esa labor fiscalizadora. Nada. Brocha gorda. Intervención en los medios, como llega a verbalizar Urtasun.

Y luego está el asunto del reparto de la publicidad institucional. Se hará con criterios objetivos, transparentes y verificables. ¿Y quién supervisará esos objetivos? Un comité de expertos. ¿Como el comité de expertos que asesoró al gobierno en la desescalada del covid y que finalmente se descubrió que no existía? Voilá. Y hay más. Las audiencias las auditará otro comité de expertos con criterios de transparencia y verificabilidad. O sea, que harán decir a los números lo que Moncloa quiera que digan. Expertos. 

Nada dice el plan de los medios públicos, de limitar sul gasto, de garantizar independencia y neutralidad, de su servicio público, de no competir asimétricamente con medios privados, de que la dirección sea elegida por el Congreso y no por el gobierno. Nada. Ley del embudo: exigencia para los demás, laxitud para uno mismo.

Curiosamente se parece demasiado a las reglamentaciones franquistas de la prensa. Y ya se sabe que en democracia, la mejor ley de prensa es la que no existe. Ya existe el delito de injurias y calumnias y el derecho de rectificación. Ya existen medidores de audiencias, mejorables, pero con los que el mercado opera habitualmente. ¿No puede ajustarse el gobierno como lo hacen la totalidad de las empresas y operadores?

No puede. Porque su objetivo no es llegar al mayor número de personas por el mínimo presupuesto. Su objetivo es controlar la imagen gubernamental y dirigir la información con criterios de propaganda. Lo que viene siendo una autocracia, una pulsión totalitaria, una dictadura.

Queda la esperanza de que todo esto no sea más que una ensoñación presidencial, que no cuente con el apoyo parlamentario necesario, que sólo sea una maniobra de distracción para seguir tirando sin presupuestos. ¡Ya podía distraernos con el fútbol como todos!

El anzuelo del pescador

Soledad presidencial. Sánchez ha perdido 35 votaciones en 8 meses de legislatura. No suma. Porque para sumar necesita de todos: todo Sumar (incluído Podemos), ERC, Junts, Bildu y hasta Ábalos. Engañar a todo el mundo todo el tiempo no es posible.

Ábalos pide su reingreso. Argumenta que su expediente ha caducado sin cargos. En ferraz pensaban que la humillación pública sería suficiente. Pero ocurre que cuando corralas a una fiera lo más probable es que trate de defenderse. Voilá.

Ajuste fiscal. La AiREF exige un ajuste fiscal para controlar la deuda. Y el Banco de España advierte que España debe de consolidar sus cuentas públicas -eufemismo de recorte de gasto- “sin demora”. ¿Es posible sin presupuestos? No. ¿Es posible con Sánchez? Menos.

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