Autopista Francisco Fajardo, a la altura del barrio El Rosal, en Caracas. Un destacamento de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) reprime con violencia a un multitudinario grupo de manifestantes que caminan en silencio o rezando. Intentan impedir que lleguen a la Conferencia Episcopal, ubicada en la avenida Montalbán, a 10 kilómetros de allí.
De entre los manifestantes sale una mujer extraordinariamente frágil y vestida totalmente de blanco. De forma decidida se dirige al piquete. Sorprendidos, los hombres armados cesan momentáneamente la agresión. Uno de ellos, con fusil en mano, va al encuentro de la singular figura.
«Búsquenme al jefe, quiero hablar con él, no es posible que ustedes, nuestros hermanos nos traten así», le dice la religiosa.
El militar muda de actitud y con respeto dialoga. Ella le pide que les permitan continuar en paz para reunirse con los obispos con quienes rezarán por los hermanos muertos. «Incluso por aquellos de ustedes que han perdido la vida», le dice.
Conmovido, el hombre armado le acaricia la cabeza coronada de blancos cabellos e intenta resguardarla de cualquier peligro.
La Guardia Bolivariana no se movió de allí. Pero cesó por algunos momentos de lanzar bombas de gas para dispersar a los manifestantes.
Luego, retomó las agresiones, pero no impidió que los manifestantes pasaran por vías alternas cercanas a la autopista para encaminarse a su destino.
Sin miedo a la policía
La heroica mujer es una religiosa católica venezolana de aproximadamente 70 años. Ha sido llamada por el pueblo de “Sor Esperanza” y no es la primera vez que se arriesga para interceder por los manifestantes ante las autoridades.
En la concentración realizada el pasado 1 de abril en Chacaíto se dirigió también al jefe de la Guardia Nacional y le cuestionó como era posible que, siendo venezolanos, agredieran a otros venezolanos que no habían cometido ningún delito.
Ayer la religiosa volvió a inquirir a los represores. Un testigo presente en el acto dijo a Actuall que la religiosa confesó no tener miedo de los cuerpos de seguridad.
«Si me matan Dios sabrá sacar algo bueno de ellos, no les tengo miedo» afirma la monja
“Ellos tienen la obligación de protegernos, no de agredirnos, y si me matan Dios sabrá sacar algo bueno de ello, yo no les tengo miedo”, decía la monja al volver con un grupo de manifestantes que se había reorganizado para continuar la marcha.
El hecho no pasó desapercibido. Las fotos tomadas por algunos de los manifestantes y, especialmente las registradas por el fotógrafo Donaldo Barros, se comenzaron adivulgar en las redes sociales inmediatamente.
El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, elogió en su cuenta de Twitter a la religiosa: “Incluso la noche más oscura terminará con la salida del sol. Dios la bendiga y acompañe Hermana Esperanza”.
Las tentaciones de Maduro
Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, por su parte, elogió también en Twitter la actitud del guardia: “Esto es dignidad y valor, soldado. ¡Venezuela en paz nos necesita juntos!”.
Ayer fue el cuarto día consecutivo en el que cientos de miles de venezolanos acogen la convocatoria de tomar las calles realizada por la Mesa de la Unidad Democrática, organismo cívico político que articula las acciones de resistencia al régimen dictatorial de Nicolás Maduro.
Piden elecciones libres, la puesta en libertad de los presos políticos, facilidades para la entrada de ayuda humanitaria, especialmente de medicinas y alimentos, y la restitución del orden constitucional en el país.
Desde el día 1 de abrir, en reacción a la tentativa de Maduro de anular los poderes de la Asamblea Nacional, actualmente único poder independiente del “chavismo”, ha habido constantes movilizaciones.
A partir del pasado miércoles 19 de abril la Mesa de la Unidad convocó a la realización de actos de resistencia cotidianos hasta el lunes 24 en que realizarán el “Gran Plantón”, cerrando las principales vías de comunicación terrestre en todas las capitales del país.
Ayer Venezuela marchó en silencio. Los 23 estados y el Distrito Capital realizaron Marchas en Honor a los Caídos que terminaron en las catedrales de cada ciudad y, en Caracas, en la sede de la Conferencia Episcopal.
Iban vestidos de blanco. En silencio o rezando. En paz. En algunas ciudades fueron agredidos, en otras la Guardia permaneció solo observando. Llegando al destino fueron acogidos por sacerdotes que se unieron a ellos en una plegaria por el alma de los finados, que desde el 1 de abril suman 9. Los detenidos arbitrariamente son 777.
Este lunes, la presión de los manifestantes lanzará otro órdago a la Dictadura
Las fotos y videos de las marchas constatan la afluencia masiva de venezolanos hartos con el régimen. La marcha de ayer en Caracas tuvo como motivación también respaldar a los ciudadanos de la región oeste de la Zona Metropolitana que han sido los más duramente reprimidos por las Fuerzas Armadas y los “colectivos”, grupos de civiles armados que actúan con impunidad.
El diputado Freddy Guevara afirmó que los ciudadanos del oeste se sintieron respaldados. “Ellos han marchado innumerables veces hacia el este, al Centro, ahora fuimos hasta ellos después de que el chavismo los atacó incluso en sus casas en los días pasados”.
Mañana, de acuerdo con Guevara, la presión sobre el régimen subirºa de tono. “Obstaculizaremos con nuestros cuerpos, de forma pacífica, 24 puntos del país. Nos plantaremos ante la dictadura. Resistiremos”, afirmó en un vídeo divulgado en las redes sociales.
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