
¿El atasco comienza en la concepción? Dicho de otro modo… ¿Está la tierra superpoblada? De ser así, ¿es la superpoblación una causa fundamental del agotamiento de los recursos, la extinción de las especies, la pobreza y el cambio climático? ¿Es cierto que -pese a que las tasas de natalidad en Occidente son cada año más bajas- la superpoblación «es un problema muy real en el mundo industrializado»? En definitiva: ¿sobra gente en el planeta? ¿Especialmente en Occidente?
Estas son las cuestiones que ha puesto sobre la mesa la organización World Population Balance, a través de una campaña titulada «un planeta, un hijo» promocionada a través de carteles publicitarios en la ciudad canadiense de Vancuver que pretenden «acelerar el progreso hacia un estándar familiar pequeño que lleve a una población mundial sostenible».
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLa elección de Vancouver no es casual. Los responsables de la campaña apoyan la idea de que «a pesar de que las tasas de natalidad ya son bajas en el ‘mundo sobredesarrollado’, deben ser aún más bajas para acelerar la contracción y volver a un nivel de población sostenible». A su juicio, la superficie que necesita la población de Vancouver para obtener alimentos, agua, otros recursos y procesar los deshechos es 36 veces mayor «reducir el consumo excesivo puede ayudar a Vancouver a un equilibrio sostenible, pero la contracción de la población también debe ser parte de la ecuación».
¿Y cuál es ese nivel? El objetivo es reducir a un tercio la población mundial, entre 2 y 3 mil millones de personas porque, defienden, es el número de personas que, de tener un consumo de recursos equivalente al del europeo medio, permite un planeta «sostenible».
La profecía de Malthus
Las teorías sobre la supuesta superpoblación del planeta no son ni mucho menos una novedad. Ya a finales del siglo XVIII el clérigo anglicano Thomas Malthus publicó -de forma anónima- el Ensayo sobre el principio de la población (1798) en el que aseguró que la superpoblación provocaría la extinción de la raza humana… ¡en 1880!
Malthus había calculado, con acierto, que la población crece aproximadamente en progresión geométrica (cada generación es mayor que la anterior), entre otras razones por la evidente reducción de las tasas de mortalidad, en especial la infantil y la juvenil, a excepción de los tiempos de guerra. Pero el clérigo anglicano falló al considerar que los recursos disponibles sólo crecerían de forma aritmética. Lo cierto es que los progresos científico técnicos han permitido obtener recursos suficientes para todos. Otro debate es el referido al reparto de la riqueza mundial.
Alejandro Macarrón: «Malthus ha fracasado porque desde que él planteó sus tesis, ha crecido mucho más la economía que la población»
En nuestros días, los neomalthusianos, pese al evidente error de su precursor, siguen tropezando en las mismas piedras y augurando el fin del planeta, siempre para fechas en las que, probablemente, hayan contribuido con creces y de la manera más personal posible a sus objetivos declarados de rebajar la población mundial.
Algunas de las grandes amenazas de la superpoblación según los neomalthusianos serían la falta de recursos materiales, la escasez de espacio físico habitable, la conflictividad por la creciente densidad poblacional y el deterioro del medio ambiente.
El presidente de la Fundación Renacimiento Demográfico, Alejandro Macarrón, considera que estos argumentos son fácilmente objetivables.
En conversación Actuall, el experto asegura que «Malthus ha fracasado porque desde que él planteó sus tesis, ha crecido mucho más la economía que la población. Por tanto, hemos generado riqueza y hemos sacado gente de la pobreza y ha crecido la renta per cápita«.
A su juicio «se han creado siempre más recursos continuamente, quitando momentos puntuales. Por ejemplo, en la India, o en algunos países donde creció mucho la población y debido a regímenes corruptos sin buen capitalismo, la población creció más o menos tanto como la economía, por lo cual no se salía de la pobreza. Pero esencialmente Malthus ha fracasado».
Macarrón, de cara al futuro, señala que «sigue habiendo muchas tierras aptas para el cultivo que no están siendo utilizadas para generar alimentos». A esa disponibilidad hay que añadir que «han seguido mejorando las tecnologías de producción de alimentos en la misma unidad de terreno», por lo que la población podría crecer bastante sin que haya escasez de alimentos.
Por otro lado lado, respecto a la supuesta falta de espacio habitable, Macarrón es contundente al asegurar que es evidente que hay más que de sobra. Baste decir que, eliminando los océanos, la superficie firme de la tierra es de apenas un 30% del total, unos 148 millones de kilómetros cuadrados. De ellos, aproximadamente unos 50 millones son habitables en condiciones aceptables. Esto significa unos 7.000 metros cuadrados para cada ser humano en términos estadísticos.
Aún así, puntualiza: «Es verdad que hay algunas zonas que se pueden considerar localmente como superpobladas, como El Cairo», pero en términos globales, Macarrón rechaza la proposición de la falta de espacio.
El ser humano como agente contaminenate
El argumento ecologista ligado a las teorías apocalípticas sobre la superpoblación del planeta es probablemente uno de los que con más fuerza es utilizado hoy en día por los partidarios de que seamos menos. Incluso el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, logró nada menos que el Premio Nobel de la Paz por divulgar un documental sobre el calentamiento global cuyos pronósticos más terribles no se han cumplido ni por aproximación.
En este sentido, Macarrón sostiene que la «contaminación pura y dura ha disminuido en muchísimos sitios porque hay mejores tecnologías» y buena parte de las máquinas que antes emitían gases más contaminantes ya no lo hacen. Respecto al cambio climático, sostiene que el asunto es discutible pero que, en todo caso, «no hay ninguna ley que diga que no es posible adaptarnos tecnológicamente» a los retos del futuro en ese campo. Y va más allá: «Si el calentamiento global fuese verdad, sigue siendo posible -con la población que tenemos-, adaptarnos».
Entonces ¿no hay superpoblación?
Una pregunta clave de sobre esta controversia es relativa a los motivos reales por los que la población aumenta en nuestros días. «La tasa de fecundidad mundial en todo el mundo ha caído y está ya más o menos solo en el nivel de reemplazo» explica Macarrón, pero la población sigue creciendo «sobre todo porque aumenta la esperanza de vida y sigue cayendo la mortalidad» en los países menos desarrollados.
En consecuencia la población mundial «llegará a un máximo de diez mil u once mil millones, pero no estamos hablando de cincuenta mil millones, de cien mil millones». Pese a ello, los neomalthusianos insisten en promover la anticoncepción en países de Occidente especialmente, como demuestra la campaña del World Population Balance en Vancuver.
Ante esto, Alejandro Macarrón explica que «si la tierra estuviese superpoblada no es por los europeos», por lo que la apelación a los países de Europa o al mundo occidental por extensión no tiene sentido para Macarrón porque tenemos menos niños de los necesarios para el reemplazo». Países de otras zonas «han crecido muchísimo más en población que nosotros en el último siglo», insiste.