
El 26 de febrero de 2025, la administración Trump suspendió casi por completo la financiación al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), una de las agencias más cuestionadas de la ONU por ser el mayor defensor de la política de hijo único en China, que durante décadas obligó a mujeres a abortar a sus bebés y someterse a esterilizaciones.
En total, se cancelaron unas 41 subvenciones distintas provenientes de USAID (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y del Departamento de Estado, por un monto aproximado de 290 millones de dólares.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraYa era hora. Los ingenieros sociales del UNFPA llevaban décadas lucrando a costa del contribuyente estadounidense.
Estos mismos burócratas del control poblacional fueron clave en la implementación de la política china de un solo hijo en 1979. Como reporté en su momento, UNFPA otorgó una subvención de 50 millones de dólares a la política de población china, compró las computadoras que permitieron establecer y hacer cumplir cuotas de nacimientos en todo el país, e incluso financió fábricas donde se producían dispositivos intrauterinos (DIU) que las jóvenes chinas eran obligadas a usar.
Impulsado por el respaldo de UNFPA, el Partido Comunista Chino se volcó de lleno a su perverso propósito: arrestaron a mujeres embarazadas, las acusaron del “delito” de estar embarazadas, y las obligaron a abortar y esterilizarse por la fuerza. Documenté estos crímenes extensamente en mi primer libro, Broken Earth: The Rural China, publicado en 1983.
Aquellas madres jóvenes que lograban esquivar a la policía poblacional sufrían otras represalias: prisión para ellas y sus familiares, demolición de sus hogares y multas brutales disfrazadas de “tasas de compensación social”, que equivalían a varias veces el ingreso anual de la familia.
A pesar de estos crímenes de lesa humanidad, los líderes de UNFPA no se inmutaron. No solo no se distanciaron de la política de un solo hijo, sino que se convirtieron en sus mayores promotores.
Fue esta misma burocracia de la ONU la que, en 1983 —un año especialmente brutal en términos de coerción reproductiva en China—, entregó el primer “Premio de Población de las Naciones Unidas” a la República Popular China. Mientras una ola de planificación familiar forzada arrasaba con el campo chino, funcionarios de la ONU, en una solemne ceremonia, alababan a China “por su contribución más destacada a la conciencia sobre las cuestiones poblacionales”. ¿Qué pensarían sobre tal reconocimiento las 15 millones de jóvenes madres chinas forzadas a abortar ese año?
Mis reportes fueron fundamentales para la aprobación de la Enmienda Kemp-Kasten en el Congreso de EE. UU. a mediados de los años 80, que prohíbe financiar a cualquier país u organización que participe en abortos forzados o esterilizaciones forzadas. La administración Reagan interrumpió de inmediato la financiación a UNFPA, y la primera administración Bush hizo lo mismo años después.
Pero los ingenieros poblacionales de UNFPA no se echaron para atrás; sino que redoblaron su apuesta. A pesar de la abrumadora evidencia sobre las brutales tácticas de China —incluyendo abortos forzados en el tercer trimestre mediante cesárea—, esta descontrolada agencia ONU siguió enviando fondos al régimen comunista.
Y aún más importante, desde la perspectiva del Partido Comunista Chino, UNFPA ofreció cobertura política a sus crímenes. En 1989, la entonces directora de UNFPA, Nafis Sadik, fue noticia mundial al afirmar falsamente que la política de un solo hijo era “completamente voluntaria” y que “no existía tal cosa como un permiso para tener hijos”.
UNFPA se volvió aún más audaz durante el gobierno de Bill Clinton, quien volvió a permitir que los dólares de los contribuyentes estadounidenses fluyeran hacia esta agencia. Continuando con su respaldo a China, Nafis Sadik anunció que la política de un solo hijo había sido tan “exitosa” que su agencia iba a contratar a algunos miembros de la policía poblacional china “para trabajar en otros países y popularizar la experiencia china en el control del crecimiento demográfico”.
Uno de los resultados de estos esfuerzos por exportar el modelo chino fue el infame programa de esterilización forzada en Perú, en el cual unas 300,000 mujeres fueron coaccionadas para someterse a ligaduras de trompas a mediados de los años noventa.
Pero no fue solo en China. UNFPA apoyó programas de control poblacional y promovió la legalización del aborto en decenas de países alrededor del mundo. Tuvo una fuerte participación en el establecimiento de la política del “segundo hijo” en Vietnam hace algunos años, en la que las mujeres debían ser esterilizadas tras el nacimiento de su segundo hijo.
En 1994, el Congreso de EE. UU. volvió a cortar la financiación a UNFPA, y la agencia se retiró de China por falta de fondos. Pero fue solo algo temporal. En 1998, regresó al país tras anunciar que había sido invitada por el gobierno chino a implementar “programas modelo de planificación familiar” en 32 condados. Según Nafis Sadik, en esas zonas se suspendería la política de un solo hijo, y la maternidad sería completamente voluntaria: sin cuotas de nacimientos, sin permisos, sin promoción del aborto, sin coerción.
Esta afirmación en sí ya era reveladora, porque Sadik estaba reconociendo, aunque fuera implícitamente, lo que cualquier persona sensata ya sabía: que la política de un solo hijo en China se aplicaba en todas partes con cuotas, permisos y coerción.
Por mi parte, jamás creí en la versión de Sadik de que había desactivado a la policía poblacional china, ni siquiera en 32 de los casi 3,000 condados del país. La idea de que una dictadura comunista brutal como la china permitiera a una agencia de la ONU controlar parte de su territorio y su población era, simplemente, inverosímil.
Desde Population Research Institute (PRI), organizamos un equipo de investigadores para visitar varios de estos condados. Descubrimos que ni una sola de las afirmaciones de Sadik era cierta. De hecho, los empleados locales de UNFPA colaboraban estrechamente con la policía poblacional para asegurar que no ocurrieran nacimientos “ilegales”, utilizando las mismas amenazas y castigos —incluidos los abortos forzados— que se usaban en el resto de China.
Denunciamos todo este montaje fraudulento ante la segunda administración Bush y el Congreso de los Estados Unidos en audiencias oficiales. Una vez más, se suspendió el financiamiento a estos fanáticos del control poblacional.
La batalla de nunca acabar sobre la financiación del UNFPA ha continuado en los años siguientes. Fue restablecida bajo Obama, recortada nuevamente por Trump (el 45º presidente), y luego restablecida una vez más por Biden… o por quienquiera que realmente estuviera al mando de la Casa Blanca durante su presidencia.
Este último recorte de fondos ordenado por la administración Trump es el más amplio de todos, y no podría haber llegado en un momento más oportuno. Las tasas de natalidad están en caída libre alrededor del mundo. Incluso China, que abandonó oficialmente la política de un solo hijo en 2016, está desesperada por tener más nacimientos mientras enfrenta una crisis económica provocada por una población que envejece aceleradamente.
La comunidad internacional no requiere una agencia de la ONU que promueva políticas de control poblacional coercitivas, como la política de un solo hijo en China. En rigor, nunca fue necesaria.
Steven Mosher es Presidente de Population Research Institute y uno de los expertos en China mas reconocidos a nivel mundial.