
Estimado Íñigo Errejón, compruebo que has concebido una idea, y estás orgulloso de ello. Tanto, que has recortado su exposición, en vídeo, la has adherido a un mensaje de twitter, y la has irradiado por la red, como te gusta decir.
Criticas la idea acuñada en las palabras «mi libertad empieza donde acaba la del otro». Y añades: «Estoy radicalmente en contra de esta idea liberal de la libertad». Pero ¿es una idea liberal? Sí cabe hacer una interpretación así de esas palabras, y es esta: mi libertad es la facultad de hacer lo que yo quiera si no ataco o violo los derechos que tienen los demás. Es decir, mi libertad no es sino el pleno ejercicio de mis derechos. Sé que son conceptos que no manejas, y su comprensión puede suponerte alguna dificultad, pero si me sigues un poco más, los entenderás.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraMis derechos son los que tengo sobre mí mismo, y sobre mi cuerpo como encarnación concreta de mi ser
Pero claro, tú me dirás que qué derechos son estos. Siéntate, si estás de pie, o ponte en pie, si estás sentado; porque necesitas cambiar de estado para prepararte para lo que viene: Mis derechos son los que tengo sobre mí mismo, y sobre mi cuerpo como encarnación concreta de mi ser, así como sobre todos los bienes que adquiero por vías legítimas: la producción, el intercambio, o la donación gratuita.
A partir de aquí, todo lo que yo haga con lo que me pertenece, o con lo que le pertenece a otros con su consentimiento, entra dentro de mi libertad. Pero esta libertad acaba donde empieza la de los demás, que es precisamente en el ejercicio de sus derechos. Es decir, mi libertad no ampara el robo o asesinato de otros.
La frase la dijo, como propia, Jean-Paul Sartre, que como bien sabes no era liberal. De modo que no creo que él estuviese pensando en defender los derechos individuales. Probablemente albergase una idea tan absurda, y perdona que te lo diga, como la que tú achacas a mi-libertad-termina y demás.
para ti la libertad es la capacidad de hacer cosas, y como desprecias el alcance de las acciones individuales, identificas esa libertad con la participación en el proceso político
Porque lo que dices es que ese principio implica que los derechos están en competencia. Mi derecho a tomarme un helado termina donde empieza el tuyo a tomarte el mismo helado.
Porque para ti, la libertad es la capacidad de hacer cosas, y como desprecias el alcance de las acciones individuales, identificas esa libertad con la participación en el proceso político. Por eso dices que es lo contrario, que «en realidad, mi libertad comienza donde comienza la tuya. Porque sólo somos libres si somos libres juntos». Juntos, como comunidad de electores, poniéndote a ti, y a los tuyos, a cargo de la maquinaria del Estado.
En una sociedad libre, una sociedad sin Errejones que nos prohíban hacer lo que queramos con lo nuestro, o que nos obliguen a actuar y pensar como no queremos, las personas podemos llegar a acuerdos; y generalmente es el caso. Tú vas a la panadería y te llevas una barra por 90 céntimos porque has llegado a un acuerdo con el panadero. Esos acuerdos pueden llegar a ser muy complejos, y mantenerse en el tiempo; es el caso de las miles de empresas que sobreviven a este Gobierno que apoyas.
Y por eso quieres estar en el poder, para poder pisar fuerte a los demás, Para poder ganar dinero por la cercanía al poder, como la beca que recibiste sin aportar nada a cambio
La sociedad, Íñigo, es un entramado de acuerdos voluntarios, porque encuentran en la cooperación unos enormes beneficios que desprecias, porque no son los que tú quieres. En una sociedad libre nadie te obliga a nada. Y sólo tienes vedada la invasión de lo que pertenece legítimamente a los demás.
Tú dices que esa idea «cree que estamos en una jungla, en la que pisas o te pisan». Pero eres tú quien piensa así. Y por eso quieres estar en el poder, para poder pisar fuerte a los demás. Para poder ganar dinero por la cercanía al poder, como la beca que recibiste sin aportar nada a cambio. Demostraste ahí, que comprendías perfectamente cuán lejos estás de la lógica de la sociedad en la que recibes según aportas a los demás. Y cuánto aprecias y entiendes la lógica del poder. Y aquí sí, Íñigo. Aquí nuestra libertad termina donde empieza la tuya.