El Centro Diego de Covarrubias toma su nombre del mismo Diego de Covarrubias (1512-1577), uno de los principales representantes de la Escuela de Salamanca en pleno Siglo de Oro junto a otras personalidades como Francisco de Vitoria, Martín de Azpilcueta y Juan de Mariana.
Covarrubias fue un jurista, político y eclesiástico español, arzobispo de Santo Domingo, arzobispo-obispo de Segovia y Ciudad Rodrigo y obispo de Cuenca. «La Escuela de Salamanca como tal es la primera que funda la economía de mercado (libertad de precios, libertad de comercio internacional), desarrolla la teoría subjetiva del valor -que es fundamental-, son profundamente antiesclavistas y creen que la empresa y el beneficio son buenos para la sociedad», apunta Vicente Boceta, presidente de la institución.
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Suscríbete ahora«Se adelantó tanto a los tiempos que era casi una herejía, teniendo en cuenta lo que se consideraba en aquella época sobre la libertad económica. Todo aquello va diluyéndose y las ideas, a través de Francia, acaban en Inglaterra», continúa.
Tiempo después será el ya mitificado Adam Smith el que se apropie de esta teoría y la haga suya. «Los ingleses son mejores publicistas… y de ahí, esta corriente pasa a los Padres Fundadores de Estados Unidos que se inspiran precisamente en las enseñanzas de la Escuela de Salamanca para fundamentar las bases del estado norteamericano. Es muy interesante esa hipótesis de trabajo», añade José Ramón Ferrandis, ex director del centro y uno de los principales responsables de su crecimiento exponencial en los últimos años. «Es triste que la recuperación del legado de la Escuela de Salamanca no se haya hecho desde España, sino desde América con Marjorie Grice-Hutchinson o Alejandro Chafuen», se lamenta.
El reto del centro es claro: dar a conocer la base española y cristiana de un pensamiento económico que domina el mundo (con sus más y sus menos) frente a la todopoderosa máquina propagandística inglesa. España ha inventado muchas cosas pero muy pocas se les han reconocido. «En el caso del pensamiento económico que queremos seguir divulgando, el primer paso era salir de las tinieblas en el que han estado desgraciadamente estos pioneros y es una labor que se está llevando a cabo desde hace décadas desde varios centros, y el Covarrubias es uno de ellos», explica Diego Sánchez de la Cruz, actual coordinador.
Convención en junio en Madrid
«Tiene eco fuera, y es adecuado que así sea. Tenemos una convención liberal que se celebrará a principios de junio en Madrid con presencia de decenas de asociaciones nacionales e internacionales, en la que dos de nuestros expertos (León Gómez Rivas y Ángel Fernández) explicarán las raíces españolas y cristianas del modelo liberal», avanza.
Sánchez de la Cruz: «Nuestro centro está centrado en ideas, pretendemos abordar cuestiones más a largo plazo y eso explica la exigencia de que todo lo que hagamos sea de interés y de rigor»
El Centro Diego de Covarrubias es un «think tank que sirve para transmitir ideas», explica Boceta. «Hace dos años, celebrando el Día Mundial de la Libertad, creamos un premio para la persona que más hubiera defendido esos principios del liberalismo cristiano. El primero fue para Juan Velarde, el segundo para Dalmacio Negro y el tercero será este año sobre octubre o noviembre».
«Nuestro centro está enfocado en ideas, pretendemos abordar cuestiones más a largo plazo y eso explica la exigencia de que todo lo que hagamos sea de interés y de rigor. Tenemos que seguir siendo una referencia intelectual, hay que seguir apostando por la publicación de libros y por el estudio de la herencia española en el ámbito de las ideas económicas con la mirada puesta en el propio Diego de Covarrubias y en los autores de aquella época», señala el coordinador.
Ferrandis matiza que están «muy orientados a la trasmisión del liberalismo pero con fundamento técnico«. Para ello se valen de colaboraciones en prensa, publicaciones de libros y cuadernos divulgativos, un boletín semanal digital, conferencias… aunque reconocen que «lo que queda pendiente es la puesta en marcha de cursos».
El liberalismo en un mundo cada vez menos libre
Muchos se preguntan si de verdad vivimos en un mundo liberal cuando se observa que los estados son más y más intervencionistas, tanto a nivel económico como a nivel político-social. Venden la idea de una economía de mercado en las altas esferas cuando, en la práctica, brilla por su ausencia. «Cuando tienes el poder puedes modificar las condiciones del mismo en beneficio propio (oligopolio) pero eso pasa tanto en un régimen de economía de mercado y en el socialista. Lo hemos podido vivir en la URSS», comenta Ferrandis.
Las fuerzas políticas con base socialista y marxista atacan la visión liberal y a la economía de mercado calificándola de ‘neoliberal’ o ‘capitalismo salvaje’ lo que suele entenderse como «el contubernio entre el gran capital, el poder político y los sindicatos, que no tienen nada que ver con la economía de mercado. Es más un ‘capitalismo de amiguetes'», detalla.
En cierta forma, el sistema liberal está arrinconado contra las cuerdas con el auge de populismos y progresismos antisistema. «Los cortoplacismos de los políticos en general son muy contradictorios con lo que nosotros propugnamos. El Estado, y los políticos a la cabeza del mismo, como consecuencia de la necesidad que tienen para auto-justificarse, están interviniendo constantemente y tomando decisiones ajenas a las leyes y al funcionamiento de esta [la economía]», explica el ex director.
Ferrandis: «La petulancia de los políticos y de los altos técnicos es tal que se consideran en las condiciones de modificar las cosas que tienen sus propias leyes»
«Se pueden poner mil ejemplos. El primero y principal es la actividad de los Bancos Centrales modificando el tipo de interés básico, es decir, el precio del dinero, que no se debería fijar mediante decisiones administrativas sino mediante el pool de ahorro que se convierte en inversión. Con la intervención se modifican esas variables y lo que se generan son grandísimos problemas como la última crisis o la de 1929″.
«La petulancia de los políticos y de los altos técnicos es tal que se consideran en las condiciones de modificar las cosas que tienen sus propias leyes y sufrimos las consecuencias nosotros –y cuando digo nosotros, digo los que pagamos impuestos-«, apunta Ferrandis.
En el estudio del sistema liberal dentro del cristianismo surgen ciertas preguntas: ¿no es el mercado materialista? ¿No es el sistema actual antidemocrático y corrupto? ¿No vivimos en un relativismo causado por pluralismo moral? Vicente Boceta reafirma que esa es su «lucha porque el mercado no es materialista, el mercado somos todos en libertad tomando decisiones». «Se rige por la oferta y la demanda, personas independientes tomando decisiones en función de su propio criterio», añade José Ramón Ferrandis. «El sistema moral que queremos defender es el judeocristiano y la base pluralista debe entenderse como oposición a autocrático. Cualquier opinión es bienvenida siempre que respete los principios fundamentales de funcionamiento del sistema».
Mercado, globalización y ‘calentamiento global’
El entendimiento del mercado como tal depende mucho del prisma con el que se mire. «Últimamente se entiende bajo un concepto claramente de izquierdas. El mercado es una institución tan antigua casi como el hombre, y que me vengan tipos como el de la coleta, el ‘señor Iglesias bis’, a decirnos lo que él haría cuando su ignorancia es palmaria en prácticamente todos los ámbitos del conocimiento, resulta, cuanto menos, chocante y, sin embargo, le vota el 20 por ciento del electorado español. Aquí falla algo», opina el ex director.
El libre mercado da lugar a la globalización que «no tiene puntos negativos si no la confundimos con la globalismo» porque «el comercio internacional y la inversión extranjera directa han hecho que la riqueza se expanda por todo el mundo«. Dos claros ejemplos son China e India con poblaciones de más de 1.300 millones de personas y con cientos de millones salidos de la pobreza como consecuencia de su incorporación a un mercado global.
Otro aspecto polémico actualmente, el mal llamado ‘calentamiento global’, ha sido manipulado por las élites políticas y económicas. «Es una mentira que les sirve para intervenir y llevarse el dinero… y la gente lo traga. El clima cambia siempre por definición: le afectan la radiación solar, el eje de la Tierra… son tantos factores que es imposible decir que es todo por efecto del ser humano», comenta Ferrandis.
Religión, libertad y la pérdida de un modelo superior
En un mundo donde el laicismo y la secularización están cada vez más extendidos, el Centro Diego de Covarrubias llama por la vuelta a un orden superior que muestre al ser humano el camino de la excelencia. De Dios parte la libertad, no de la ruptura con él y la posterior instauración de un sistema antropocéntrico.
Boceta explica que la «visión liberal cristiana está plenamente de actualidad» y que es «la que mejor soluciona los problemas económicos porque se basa en las tres patas del capitalismo democrático que son: un sistema económico de libre mercado, un sistema político plural y los principios judeocristianos y grecorromanos como sistema moral, que es el que tiene que recubrir el sistema económico y político.»
La Iglesia, sin duda, ha tenido una gran influencia en la concepción de la economía, en ocasiones para bien y en ocasiones para mal. «La Doctrina Social es un constructo que muchas veces adopta posturas muy alejadas del liberalismo como consecuencia del rechazo natural que experimentaron los bien pensantes de todo el mundo en la Revolución Industrial por los relatos de Dickens«, apunta Ferrandis. «Hoy día, el capitalismo preserva los derechos de los trabajadores como nunca antes en la Historia, además de crear riqueza. Este es un éxito inenarrable que las gentes de la izquierda intentan machacar hablando de capitalismo salvaje, de los derechos de las minorías… En cada uno de los ámbitos tenemos tajo para pelear, y lo hacemos».
Boceta: «Los mandamientos son unas regulaciones para la actividad humana y son la base intrínseca de la libertad»
Para Boceta, la encíclica Rerum novarum de León XIII «es la mejor de todas ellas y de las más progresistas junto con Juan Pablo II». En ella defiende el derecho de propiedad. «Hay una evolución curiosísima que va paralela a cómo el socialismo va ganando predicamento por aquel entonces en Europa (muy ligado al comunismo)», recuerda el presidente. «La jerarquía eclesiástica estaba obsesionada (y sigue) con los llamados ‘signos de los tiempos'». Según Boceta, «no tardaron en venir encíclicas cada vez más nefastas, desde la Quadragesimo Anno hasta la Octogesima adveniens... La Quadragesimo Anno llegó a defender la economía de una sociedad corporativa». Algo que usaría Perón más adelante.
Ferrandis reconoce que «la Iglesia no es ajena a los tiempos que vive, es difícil para ellos, no se pueden aislar«. La institución religiosa tiene que captar adeptos «pero para ello tienen que seguir un poco la línea general». Que de alguna se vuelvan a promover «los movimientos populares (en su mayoría dominados por el marxismo) y a los teólogos de la liberación (ahora llamada teología del pueblo), es un error», opina Boceta.
La pérdida del rumbo del ser humano es evidente, los avances tecnológicos pocas veces han ido acompañados de avances morales con una base firme en valores. Para Ferrandis, el declive «es filosófico, procede de la Ilustración, cuando se sustituye la idea de Dios por la capacidad del ser humano para establecer los órdenes sin tener que referirse a nada superior». Parafrasea al gran Chesterton cuando dijo que “han dejado de creer en Dios, y lejos de creer en nada, ahora creen en cualquier cosa” o la de Nietzsche de “Dios ha muerto”.
«La sustitución ha sido siempre la brutalidad que se puso de manifiesto en un siglo XX absolutamente terrorífico como consecuencia de no haber una referencia por encima que, hábilmente, el cristiano había establecido durante XX siglos para evitar que el hombre sacara lo peor de sí mismo», continúa. El problema para el católico es que hay una parte de la jerarquía eclesiástica que cae en un cierto relativismo «creyendo que va a captar gente con un falso ecumenismo y lo que consigue es lo contrario», apunta el presidente Boceta.
Y es que «la religión y la libertad van íntimamente unidas». Los mandamientos «son unas regulaciones para la actividad humana y son la base intrínseca de la libertad. Dios nos hace libres, incluso para equivocarnos».
No hemos de olvidar que «es evidente la indisoluble relación entre libertad y responsabilidad, y lo que no quiere el personal es lo segundo. Derechos, pero no deberes», concluye Ferrandis.