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La importancia de Solidaridad, por Carlos Astiz

Pancarta del sindicato Solidaridad, cercano a Vox.

Pancarta del sindicato Solidaridad, cercano a Vox.

Que los sindicatos españoles “de clase” ya no representan a los trabajadores es una obviedad que todos los asalariados conocen y sufren. Que oculten sus cuentas, regadas por millones de dinero público es un escándalo, no menor frente al dispendio que suponen los miles de “liberados” que no trabajan pero siguen cobrando, en una perversión de lo que debe ser la función sindical. Muchos de esos liberados son desconocidos para los empleados a los que dicen representar.

Es indudable, también, que esas organizaciones han devenido en beneficiarios de la explotación de los trabajadores, obligados a pagarles una parte de su nóminas por unas leyes que hacen ricos a los burócratas sindicales sin que tengas que estar afiliado para que se repartan tu dinero.

Esos sindicatos que, escandalosamente, amasan fortunas mandando trabajadores al paro, gracias a su “gestión” de los EREs que priman la liquidación de las empresas frente a su mantenimiento porque de las primeras cobran y no de lo segundo.

Los trabajadores están huérfanos, a merced de quienes se arrogan su representación para conspirar contra sus verdaderos intereses y de los de España

Hace años que los elementos más conscientes vienen reclamando unas nuevas organizaciones obreras diferentes que defiendan los verdaderos intereses de nuestro tejido productivo, frente a esos burócratas domesticados que asienten ante cualquier dislate de las multinacionales y sus manejos globalitarios. Si recordamos que la gran intersindical alemana tuvo que admitir que cobraba de la patronal por seguir sus órdenes, vemos que esto no solo sucede en España aunque en nuestro país el nivel de sumisión y corrupción es mucho mayor.

Los trabajadores están huérfanos, a merced de quienes se arrogan su representación para conspirar contra sus verdaderos intereses y de los de España. Porque no es verdad que los obreros no tengan patria. Por el contrario, los trabajadores sienten su nación como el terreno de juego donde deben plasmarse esos intereses y saben que cuanto más cerca tengan los centros de decisión más fácil será defenderlos.

La Patria es donde pueden reivindicarse y conquistar los espacios de poder. Por eso, las maniobras globalitarias para romper las naciones y despojarlas de sus soberanías es un atentado contra los trabajadores y el conjunto de la población- la inmensa mayoría- que depende de ellos.

Romper el dominio dictatorial de las burocracias sindicales es romper una cadena de opresión para nuestro país, nuestras empresas y nuestros trabajadores. Es romper una lanza por nuestro futuro libre.

De ahí la importancia de dar la batalla, también, en el espacio sindical. En poner en pie las organizaciones de los trabajadores españoles decididos a defender que tenemos futuro como individuos, como sociedad y como nación.

Esa es la importancia de Solidaridad. Los patriotas han ganado la guerra de las banderas, en los barrios obreros de todo el país donde la rojigualda está presente de manera abrumadora, muy por encima de cualquier otra.

Hay que acabar con los empresarios desalmados y los explotadores salvajes, pero también hay que acabar con los trabajadores vagos que se escudan en el esfuerzo de sus compañeros

Ahora, hay que ganar la presencia en fábricas y oficinas, defendiendo a los asalariados y los intereses de España. Hay que acabar con el expolio de patronales y sindicatos y que se financien con las cuotas de sus afiliados, por supuesto, igual que hay que acabar con esas castas de subvencionados políticos a costa de nuestro dinero. Que cada uno se pague su fiesta.

Pero la importancia de Solidaridad, como nuevo sindicato, supone también una demanda de moralidad social. Hay que acabar con los empresarios desalmados y los explotadores salvajes, pero también hay que acabar con los trabajadores vagos que se escudan en el esfuerzo de sus compañeros y en triquiñuelas legales para no dar un palo al agua.

Hay que reivindicar, desde el sindicato, el esfuerzo como la condición previa a la recompensa y felicitarse cuando las empresas y las personas la reciben, tras sus aportaciones en inteligencia y sudor. Hay que reivindicar el sindicato de empresa y no los mandarines alejados sideralmente de las condiciones y lugares concretos de trabajo. Hay que reclamar el entendimiento de obreros y empresarios en la aportación común a las compañías que quieren salir adelante, en ese objetivo de progreso que a todas las partes (empresarios, trabajadores, consumidores y usuarios) interesa en un país que lo premia, desplazando a vagos y maleantes y forjándose el futuro que la Nación reclama.

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