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Aumenta la imposición de educación afectivo-sexual en los colegios

Una clase formada por niñas atiende las explicaciones de su profesora/ EFE

Una clase formada por niñas atiende las explicaciones de su profesora/ EFE

El cambio político en las Administraciones autonómicas y locales se ha reflejado también en el incremento de talleres, cursos y jornadas destinadas a la formación afectivo-sexual de alumnos de ESO y Bachillerato.

Según ha comunicado Profesionales por la Ética, estas actividades han aumentado en el primer cuatrimestre del curso actual un 30 % y ofrecen características similares:

Independencia sexual o compromisos estables

Como recuerda Alicia Rubio portavoz de Libres para educar, una iniciativa de Profesionales por la Ética, existen al menos dos modelos de educación afectivo-sexual:

Uno es la «educación para la independencia sexual», cuyo objeto principal es buscar el placer en el ejercicio del sexo, minimizando riesgos de embarazo o de adquisición de enfermedades transmisibles por vía genital e insistiendo en el conocimiento de las medidas de anticoncepción. Este se basa en el ejercicio de la libertad individual y carece de referentes éticos y fundamento científico.

Otro es el de la «educación para los compromisos estables», que inserta la educación afectivo-sexual en relaciones interpersonales basadas en el amor y la educación del sentimiento y la voluntad de los jovenes. Este modelo presenta un respaldo creciente de los especialistas y tiene como fin la transmisión de valores muy concretos: búsqueda del ideal, autodominio, fidelidad, comprensión, lealtad y responsabilidad.

«En una sociedad democrática» afirma Alicia Rubio, «no es admisible que se imponga a los jovenes y a las familias un único modelo de educación afectivo-sexual como obligatorio y válido«. Rubio recuerda además que tanto la Unión Europea como la legislación española otorgan a los padres la primacía para determinar que educación afectiva y sexual quieren dar a sus hijos.

Desde Libres para Educar adelantan que promoverán entre las nuevas Administraciones un programa de «buenas prácticas en la educación» para que conozcan y respeten los derechos y la libertad para educar de las familias y los menores.

Entre las buenas prácticas se encuentra el PIN Parental, un escrito en el que los padres solicitan al centro escolar les informe previamente de las actividades de educación afectivo-sexual que se van a realizar y obliga al centro a recibir el consentimiento expreso de los padres.

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