Pobre del alumno que tenga que padecer el sistema educativo español.

Ayer la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (Anele) publicaba un informe demoledor. Se titula “El libro educativo en España”, y su principal conclusión es que “la falta de acuerdo político aumenta la desigualdad educativa entre españoles”.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Yo voy más allá: ¿Por qué la Ministra de Educación y Formación Profesional y portavoz del Gobierno,  María Isabel Celaá Diéguez no ha cesado? Vista la absoluta irrelevancia de su puesto y de lo que disponga su cartera, yo no le veo utilidad a un órgano que carece de relevancia política en España.

Porque hay 17 autonomías y dos ciudades autónomas en España, lo cual en sí no es malo, quizás, pero a esas autonomías les han dado patente de corso, perdón, competencias en materia de educación. Desde ese momento, en España la figura del ministro de Educación en España es exactamente un cero a la izquierda. Más o menos como la del de Justicia habiendo un Fiscal General que también nombra el Gobierno, pero ese es otro tema.

Volviendo al informe de los editores, ¿Sabe usted cuántas normativas en materia de educación se han aprobado sólo en los últimos 3 años en España? 450. En todas las autonomías. Imagínese tener que diseñar un libro de texto para cuadrar todo esto. Creo que es más fácil atracar un banco, como en las películas. Esa cifra aciende a las 1.850 si nos remontamos a diez años atrás.

En Castilla-La-Mancha exigió que un libro sobre las cajas de cambios de los vehículos se adaptara a la «realidad autonómica».

Los editores están que trinan y no es para menos. desde hace tiempo se enfrentan a presiones políticas, como por ejemplo, en Cataluña. “Allí quieren que hablemos de Wilfredo el Piloso y no el Velloso (Conde de Barcelona en el siglo IX) y no de los Reyes Católicos o que aludamos a la corona catalanoaragonesa, un término que en la Edad Media no existía y que no se ha utilizado hasta el siglo XX”. Esto lo dice el director general de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Antonio María Ávila. Desgraciadamente, no es una sorpresa, dada la deriva nacionalista de la Generalidad prácticamente desde Josep Tarradellas, pero ahora con una persona al frente que al resto de españoles nos considera “bestias”, pues no esperen ustedes gran cosa.

Pero no llegaría la sangre al río si solo fuese allí. El esperpento (¡Ay Valle-Inclán, como nos caló a los españoles!), llega a tal punto que en Castilla-La-Mancha exigió que un libro sobre las cajas de cambios de los vehículos se adaptara a la «realidad autonómica». Corramos un tupido velo…

“¿No sería más razonable que los manuales de matemáticas o de ciencias naturales fueran idénticos en todas las comunidades autónomas?” se pregunta Ávila, pero ay, si en vez de ser tan “Godos” en España fuésemos más alemanes, quizás la pregunta tendría fundamento. Hay 17 libros de matemáticas, de Historia… de todo.

Yo no digo de abolir las autonomías, algo bueno tendrán, pero eso de los chiringuitos, y sobre todo los que se han armado en educación, tienen que desaparecer.
Porque con los niños, y su futuro, no se juega. Porque no es justo que salgan de un instituto hoy en día haciendo faltas de ortografía sangrantes, y con un nivel de educación que es más bien un abrutissement,  un entontencimiento tremendo. Ya sé, señores políticos, que cuanto más tontos seamos, más les votan, pero disimulen, oiga, disimulen.

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