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El demonio va ganando

El mal existe; y acecha de manera implacable

El mal existe; y acecha de manera implacable

Tendemos a imaginar que el mal no existe, que vivimos en un mundo próspero y bueno en el que todo es bondad y armonía. He llegado a escuchar de boca de algunos católicos que todo el mundo es bueno. La realidad asola el optimismo. Cómo buen trotador que soy, en el que el único transporte público qué utilizo son mis piernas, atisbo la realidad con pesimismo convencido de que las fuerzas del mal son más poderosas que nunca. Escucho, percibo y veo una pérdida del norte en las mentes del ser humano.

Me acuerdo de las palabras de Benedicto XVI en las que anunciaba las intenciones demoníacas del maligno de conquistar España. Paseaba esta mañana, y un hombre cincuentón le gritaba a una mujer desde el coche que lo que necesitaba era «una buena polla en la boca». Me dieron ganas de ponerme en medio y bajarle del coche. Empiezo a pensar que estoy desarrollando un peligroso instinto de protección que puede desembocar en la creación de un forajido nocturno cómo los de las películas de superhéroes. Se aceptan sugerencias para el nombre.

La realidad es que los héroes no llevan capa, y se puede hacer mucho más con un testimonio humano que con alardes de superhombre. Hoy en día el mayor don que existe es el de la valentía. En el ambiente cobarde en el que habitamos donde nadie quiere asumir responsabilidades, el mero hecho de asumir que un poder conlleva un gran arrojo, es un rara avis en nuestros días.

La degradación socio-cultural y moral de nuestra sociedad se palpa en la existencia. Simplemente percibiendo el desaliñamiento en contraste con el señorío de antaño, uno se da cuenta de que hemos degenerado. Hemos perdido los valores, los principios, toda la educación. Éste mundo ya no está habitado por hombres, sino por bestias en la jungla de la ciudad.

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