Sócrates el inmortal filósofo griego que viviera en el siglo V, antes de Cristo es conocido universalmente por utilizar un sistema en el cual, mediante el diálogo, hace que su interlocutor avance por el camino de la verdad.
Pues bien, este personaje, a quien su discípulo Platón convirtió en el personaje central de sus “Diálogos”, fue un gran moralista.
Un gran moralista que, al hablar de la grave responsabilidad de los maestros, nos dice lo siguiente: “Si yo corrompiera a los jóvenes sería menester que los más avanzados en edad, si saben en conciencia que les di perniciosos consejos en su juventud se levantasen contra mí y me hiciesen castigar; y si ellos no querían hacerlo, sería un deber en sus parientes, en sus padres, en sus hermanos, venir a pedir venganza contra el corruptor de sus hijos y de sus hermanos”.
Grave la responsabilidad de los maestros y más grave aún la de sus padres en el momento de decidir en manos de quién encomiendan la formación de sus hijos. El derecho de los padres de educar a sus hijos se concreta en el momento en que los padres eligen libremente la escuela donde habrán de educarlos.
Sin embargo, el nuevo gobierno social-comunista español no solamente se ha propuesto arrebatarle a los paterfamilias el deber-derecho que tienen de educar a sus hijos, sino que lo que tiene en la mira es una instrucción sexual que se caracteriza por explicar toda clase de aberraciones.
Y es que una cosa es la educación sexual que consiste en afirmar los valores de la persona y que -fortaleciendo su voluntad- ésta sepa elegir siempre lo mejor. Y otra muy diferente es una instrucción sexual que parte de la base falsa de que los púberes tienen ya relaciones sexuales; basándose en esto lo que hace dicha instrucción es dar malos ejemplos con lo cual se fomenta el libertinaje.
Pues bien, precisamente eso es lo que está haciendo el actual gobierno que es fruto de una coalición de socialistas y comunistas que se sostiene gracias al chantaje de los separatistas que están desintegrando España.
Ante todo lo anterior y haciendo valer el deber-derecho que tienen de procurar que sus hijos no sean corrompidos, los paterfamilias han echado mano del PIN parental.
Por medio de este recurso lo que están haciendo valer es el derecho que tienen de que, como decía Sócrates hace veinticinco siglos, sería un deber que los familiares más próximos de esos jóvenes “venir a pedir venganza contra el corruptor de sus hijos y hermanos”
El PIN parental es un recurso lícito del que echan mano los paterfamilias cuando desean salvar a sus hijos de la corrupción moral.
En España, la comunidad de Murcia ha dado un ejemplo de valentía al resto de las comunidades al hacer oficial el PIN parental. Decisión que se ha visto respaldada por miles de murcianos que han salido a las calles exigiendo respeto al sagrado derecho de la educación de los hijos.
Es aquí donde se nos presentan una serie de interrogantes:
¿Qué está esperando Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, para seguir el ejemplo de los murcianos?
¿A qué se debe tanto titubeo? ¿Tiene miedo de quedar mal con alguien? ¿Tiene acaso algún secreto que tema se haga público si se decide actuar en defensa del sagrado derecho de los paterfamilias?
Le aconsejamos a doña Isabel que sea prudente y que mida muy bien las consecuencias tanto de sus actos como de sus omisiones. Y es que lo peor que le puede pasar a esta dama es tratar de quedar bien con todos puesto que, si esa es su intención, vendrá ocurriendo exactamente lo contrario o sea que todos -unos por la derecha y otros por la izquierda- acaben uniéndose en su contra.
Al ser militante del Partido Popular, se supone que doña Isabel es de tendencias conservadoras. Y decir conservador significa “conservar” lo mejor de la comunidad que, en este caso concreto, es ese derecho natural que le asiste a los paterfamilias de velar para que sus hijos no sean corrompidos por degenerados.
Conservar significa velar por la paz y por la concordia. Si no se actúa de ese modo, lo que se está haciendo es dilapidar el patrimonio moral de la sociedad.
Ni duda cabe que, con sus titubeos y pasividad, eso es lo que está haciendo Isabel Díaz Ayuso: exactamente lo contrario de lo que haría un militante congruente de un partido que se ostenta como conservador.
La polémica está servida.
Doña Isabel aún está a tiempo de enderezar el rumbo y para ello más vale que se convenza que esperar gratitud de la fauna socialcomunista gobernante es algo tan ingenuo como confiar en la lealtad de una serpiente.
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