La Comisión de Igualdad del Congreso debate este jueves una proposición no de ley del PSOE que insta al Gobierno a reforzar el adoctrinamiento en materia de sexualidad en los centros educativos «para evitar el acceso y consumo de contenidos pornográficos a menores».

El PSOE constata en la exposición de motivos se su proposición el impacto que la pornografía tiene sobre las conductas sexuales y sobre lo que llama las «relaciones de género en los niños, niñas y adolescentes». Y advierten de que la pornografía provoca una «descontextualización de la sexualidad, la inmediatez, la simplificación de las relaciones interpersonales, así como la vinculación de nuevas formas de prostitución«.

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Refiere además que más de 50% de los menores afirma haber visto pornografía por primera vez entre los seis y los doce años, que no hay apenas varón adolescente (87,5%) que no haya visto alguna imagen pornográfica al menos una vez en su vida. El PSOE cita también un estudio de Save the Children según el cual el 30% de los jóvenes afirma que la pornografía en Internet es su única fuente de información afectivo-sexual.

El PSOE expone además que la pornografía normaliza prácticas como las relaciones sexuales sin métodos anticonceptivos y presenta de forma normalizada actos de violencia como estrangulamientos, golpes o simulación de violaciones grupales. También señala que la mayoría del material pornográfico de más fácil acceso muestra relaciones de sumisión femenina en los que las mujeres son «objetos disponibles para el placer masculino» y establece que «existe una relación entre el consumo de este tipo de pornografía y la violencia sexual».

Por otro lado, el PSOE alerta de una nueva modalidad de plataformas de intercambio pagado de imágenes a las que tienen acceso menores y en las que las mujeres más jóvenes son quienes proveen de materiales pornográficos personales a los chicos o varones adultos, principales consumidores.

Y todo eso está, sin ser exhaustivos, bien en líneas generales. Pero tiene algunas lagunas tanto en el diagnóstico como en las conclusiones.

Por ejemplo, el PSOE señala algunos riesgos, en especial sobre las mujeres y las niñas. Pero nada comenta de los riesgos para los chicos jóvenes o los varones adultos que son los principales consumidores de la pornografía. Ya sabemos que el varón es un bulto sospechoso para la izquierda mientras no proclame su autodeterminación como fémina y no es objeto de ayuda. Cabe decir que hombres y mujeres pueden ser tanto perpetradores de pornografía como víctimas.

La propuesta del PSOE, pese a advertir que la pornografía constituye una forma de prostitución, no insta a ninguna actuación tendente a combatir a las mafias de proxenetas o a ofrecer alternativas dignas a quienes ejercen la prostitución.

En ambos casos, merecería la pena valorar que tanto los llamados actores porno (hombres y mujeres), si no son presa de las mafias o son víctimas -de sí mismos- al haber convertido su sexualidad, que tiene un fin ontológico y natural muy distinto, en un negocio.

Y expuestos algunos peligros de la pornografía pide una «protección reforzada» de los menores para «evitar su acceso a la pornografía» porque, como ha denunciado, fomenta actitudes sexuales dañinas y peligrosas.

Pero en vez de ir a por ellos reclama para sí el derecho a adoctrinar sexualmente a los menores en el ámbito educativo. Algo así como «que no vean pornografía que a estos los pervierto yo».

Porque la propuesta de «promocionar la educación en salud sexual-afectiva para niños, niñas y adolescentes en el ámbito educativo» tiene un enunciado aparentemente neutro, pero que ya sabemos lo que significa. Cosas tan provechosas como enseñar a los menores a masturbarse desde edades en las que no tienen apenas conciencia de su sexo.

Ejemplos documentados hay de sobra y por eso desde hace años miles de padres han reclamado la instauración del PIN Parental, para hacer efectivo el derecho de los padres a oponerse a las llamadas actividades complementarias impartidas por personas ajenas al centro.

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