Protesta contra la Ley Celaá.
Protesta contra la Ley Celaá.

Mucho se ha hablado en las últimas semanas de la Ley Celaá. Especialmente activos han sido los centros concertados, que han hecho una excelente campaña en defensa de sus legítimos intereses a través de la plataforma Mas Plurales, cuyo lazo naranja ha quedado ya establecido como símbolo de la oposición ciudadana a la Ley Celaá.

Sin embargo, más allá del evidente ataque a los centros educativos, hay aspectos de la Ley Celaá que están pasando, a mi entender, desapercibidos. Otras novedades de la ley han sido denunciadas de manera muy débil. Por ejemplo, se ha señalado, con razón, la gravedad de la supresión del castellano como lengua vehicular. Lo que la reforma educativa socialista, comunista e independentista promueve es que no se incluya en la norma que el castellano es la lengua vehicular en la enseñanza. No se trata de que no se vaya a impartir la asignatura de lengua española sino que el castellano, gracias a Sánchez y sus cómplices, podrá no utilizarse para explicar todas las asignaturas y comunicarse en el ámbito escolar. 

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Esta gravísima decisión que avala legalmente, con una ley orgánica, la tradicional ofensiva que vienen sufriendo el castellano y los hispanohablantes de Cataluña, Galicia, Comunidad Valenciana, Baleares y, en menor medida, el País Vasco, ha contado, no nos engañemos, con la complicidad del Partido Popular (en Galicia no ha sido complicidad sino plena responsabilidad) y con el aplauso de no pocos titulares de colegios concertados (y la pasividad de casi todos ellos).

Lo que resulta llamativo es que ni la Real Academia Española, ni el Instituto Cervantes ni los docentes y alumnos de las facultades de filología hispánica hayan protestado ni reaccionado con firmeza y contundencia. Es para hacer una huelga general del español. Pero la sociedad civil, en España, apenas existe o está aletargada o anestesiada. Queda mucho por hacer para activarla.

Por otra parte, la ley Celaá adolece del defecto que sufre nuestro sistema educativo desde los años setenta: pedagogía progre, retórica insufrible, jerga incomprensible… para nada. Por experiencia profesional sé que los profesores desconocen el texto de las normas educativas tanto estatales como autonómicas. Se ciñen a aplicar las instrucciones concretas que les trasladan las administraciones educativas autonómicas, que al final son las que traducen la letra de la ley a la realidad de colegios e institutos.

Siendo, por tanto, prescindible, el 85% del aburrido texto de la Ley Celaá (cuyo verdadero nombre es “Proyecto de Ley Orgánica de modificación de la LOE” o, en siglas, LOMLOE, con eso les digo casi todo) hay algunos datos que me he preocupado en conseguir para los lectores de Actuall. 

¿Saben cuántas veces se menciona en el texto de la Ley Celaá la palabra ‘esfuerzo’? Pues se cita en seis ocasiones. Pero, atención, se habla de “esfuerzo colectivo”, “esfuerzo del sistema educativo”. “¿No se menciona el esfuerzo de los alumnos?”, preguntarán ustedes con ingenuidad. Sí, se menciona… como ¡derecho del alumno! y no como obligación. Esta frase está incluida entre los “derechos del alumnado”: [Los alumnos tienen derecho] “a que su dedicación, esfuerzo y rendimiento sean valorados y reconocidos con objetividad”.

No es poco lo que se adelanta en la nueva Educación para la Ciudadanía: ecologismo, animalismo, socialismo

Ni siquiera se menciona el esfuerzo en la finalidad de las etapas educativas. Es que se evita deliberadamente. Así, se establece que “la finalidad de la educación secundaria consiste en lograr que los alumnos y alumnas adquieran los elementos básicos de la cultura, especialmente en sus aspectos humanístico, artístico, científico-tecnológico y motriz; desarrollar y consolidar en ellos los hábitos de estudio y de trabajo; así como hábitos de vida saludables, preparándose para su incorporación a estudios posteriores, para su inserción laboral y formales para el ejercicio de sus derechos y obligaciones de la vida como ciudadanos”.

¿Saben cuántas veces aparece en la ley de Celaá-Sánchez e Iglesias el término ‘género’? En treinta y una ocasiones.  Por ejemplo, se especifica que la ley “adopta un enfoque de igualdad de género a través de la coeducación y fomenta en todas las etapas el aprendizaje de la igualdad efectiva de mujeres y hombres, la prevención de la violencia de género y el respeto a la diversidad afectivo-sexual, introduciendo en educación secundaria la orientación educativa y profesional del alumnado con perspectiva inclusiva y no sexista”. Y también: “En la educación secundaria obligatoria se prestará especial atención a la orientación educativa y profesional del alumnado. En este ámbito se incorporará la perspectiva de género«.-

Pendientes estamos de Educación en Valores Cívicos y Éticos, la nueva asignatura obligatoria que se impartirá en alguno de los cursos de cada etapa (Primaria, Secundaria y Bachillerato). De momento sólo sabemos que incluirá estos aspectos (con ligeras variaciones en función de la etapa educativa). Por ejemplo, para Bachillerato la materia curricular abordará “el conocimiento y respeto de los Derechos Humanos y de la Infancia, a los recogidos en la Constitución española, a la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía mundial, a la función social de los impuestos y la justicia fiscal, a la igualdad de mujeres y hombres y al valor del respeto a la diversidad, fomentando el espíritu crítico, la cultura de paz y no violencia y el respeto por el entorno y los animales”.

No es poco lo que se adelanta en la nueva Educación para la Ciudadanía: ecologismo, animalismo, socialismo. Por que esto es lo importante para un ciudadano responsable y se debe quedar grabado en su mente: impuestos, animales, ecologismo.

La izquierda, concretamente el PSOE desde Rubalcaba, Maravall, Tiana, Cabrera y ahora Celaá no han tenido otro propósito que moldear ideológicamente la sociedad española

Por cierto, que “el cuidado y el respeto de los animales” está presente, expresamente, en los objetivos de todas las etapas educativas. por ejemplo, en Primaria: “Conocer y valorar los animales más próximos al ser humano y adoptar modos de comportamiento que favorezcan la empatía y su cuidado». Podemos dejando su huella.

Más allá de la asignatura que pretende moldear las conciencias de nuestros niños y adolescentes, la LOMLOE está impregnada hasta la saciedad del lenguaje progre desde lo que los pedagogos llaman “un enfoque transversal”. No se pierdan uno de los párrafos de la exposición de motivos:

La educación para el desarrollo sostenible y para la ciudadanía mundial incluye la educación para la paz y los derechos humanos, la comprensión internacional y la educación intercultural, así como la educación para la transición ecológica, sin descuidar la acción local, imprescindibles para abordar la emergencia climática, de modo que el alumnado conozca qué consecuencias tienen nuestras acciones diarias en el planeta y generar, por consiguiente, empatía hacia su entorno natural y social. 

Y, por supuesto, no podrá faltar en la Ley Celaá la educación afectivo-sexual. Uno de los objetivos será “conocer y valorar la dimensión humana de la sexualidad en toda su diversidad”. Y expresamente se indica que “se fomentarán de manera transversal la educación para la salud, incluida la afectivo-sexual, la formación estética, la igualdad de género y el respeto mutuo y la cooperación entre iguales”. Este párrafo se remite, con ligeras modificaciones en función de si se refiere a Primaria, Secundaria o Bachillerato, en infinidad de ocasiones.

Me consta que les he aburrido, queridos lectores, hasta la saciedad con la tesis de que la derecha no ha logrado imponer en España una reforma educativa consistente asentada en principios de esfuerzo, calidad educativa y valores constitucionales (de verdad, no interpretados). La izquierda, concretamente el PSOE desde Rubalcaba, Maravall, Tiana, Cabrera y ahora Celaá no han tenido otro propósito que moldear ideológicamente la sociedad española. Y para ello, una ley educativa es esencial. Es el arma fundamental para vencer en la guerra cultural en la que, queramos o no, estamos inmersos. 

No olviden nunca las palabras Rodolfo Llopis, secretario general del PSOE y ministro de Educación (Instrucción Pública era el nombre de la época) en la primera etapa de la Segunda República Española: “Para mí no hay revolución simplemente porque se lleve a efecto un cambio de régimen político. Ni siguiera hay revolución cuando junto al cambio político hay un cambio social. Para mí, el ciclo revolucionario no termina hasta que la revolución no se haga en las conciencias. Y esa es la labor que tiene que hacer la escuela. Porque yo no concibo un revolucionario que no sea algo educador y un educador que no sea revolucionario. La escuela tiene que ser el alma ideológica de la revolución”.

Así que ya conocen el propósito de la Ley Celaá. No es formar profesionales y personas competentes que puedan ser libres gracias a su esfuerzo y trabajo sino… borregos progres, socialistas y podemitas que obedezcan al Gobierno que, por supuesto, será siempre de su cuerda ideológica porque esos mismos valores se los han inculcado en el colegio desde su más tierna infancia.

Por cierto, no olviden firmar la petición dirigida al PP, Ciudadanos y Vox en el Senado para que se opongan con todas sus fuerzas a la Ley Celaá en la última fase de su tramitación parlamentaria. 

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