Campaña de HazteOir.org que denuncia el adoctrinamiento educativo de Isabel Celaá. /HO
Campaña de HazteOir.org que denuncia el adoctrinamiento educativo de Isabel Celaá. /HO

Como ustedes recordarán, hace sólo cinco meses (como pasa el tiempo) la ministra de Educación, Isabel Celaá, pronunció la histórica frase «No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres». No era, desde luego, un lapsus sino una respuesta al hecho de que el Gobierno de Murcia hubiera aprobado el PIN Parental que devolvía a los padres el derecho a educar a sus hijos que los ideólogos de género les habían arrebatado.

Unos meses antes, la señora Celaá había afirmado en el Congreso de Escuelas Católicas (no querías caldo, pues toma dos tazas) que” el derecho de los padres a elegir centro, así como la educación religiosa para sus hijos no emana de la libertad de enseñanza contemplada en el artículo 27 de la Constitución”. 

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Ninguna de las frases de la ministra del Gobierno de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se pronunció sin pensar. Muy al contrario, eran declaraciones de intenciones en toda regla. 

Luego llegó el coronavirus y el sistema de enseñanza se puso patas arriba, como todo el país. Y los padres haciendo ‘homeschooling’ obligatorio además de seguir desempeñando sus obligaciones profesionales gestionando también el día a día de una familia confinada.

La pandemia también ha inspirado a doña Isabel, que ha vuelto a revolucionar las aulas (virtuales o telemáticas) con declaraciones originales que se saca de su manga, ancha o estrecha. Por ejemplo, la sorprendente posibilidad de que el próximo curso los niños se incorporen a los coles pero, como diría Miguel Mihura, “sólo un poquito”, es decir, la mitad de ellos. Estas palabras de la ministra causaron un enorme revuelo porque no había consultado esa idea con profesores ni con padres ni con comunidades autónomas. Lo que los medios denominan ‘comunidad educativa’.

Bueno, con el COVID-19 (pensaba yo con enorme ingenuidad) la ministra se dedicará a resolver los problemas de alumnos, padres y profesores que no son pocos. Por ejemplo, cuando, cómo y en qué plazos van a volver los niños al cole y cómo se va a garantizar la seguridad y la salud de los docentes, los alumnos y el personal. O la falta de ordenadores o tablets en no pocas familias, una realidad que dificulta la enseñanza a distancia. O el sobreesfuerzo de los padres dando clases de todo a sus hijos. O la imposibilidad real de que los profesores de Infantil hagan actividades telemáticas a los pequeños. O cómo afrontar desde las aulas la dureza de la enfermedad, el hambre y la muerte que ha irrumpido de golpe en los hogares, dejando una huella en los jóvenes y niños. 

Pues durante la pandemia Isabel Celaá ha seguido a los suyo, es decir a su agenda, la Ley Celaá que -de aprobarse- le hará pasar a la historia. El proyecto legal es, en realidad, la reforma de la LOMCE, que a su vez era una reforma de la LOE. No es un trabalenguas sino la obsesión de la izquierda por moldear la conciencia de los niños desde Infantil hasta Bachillerato.

Ustedes, hagan el favor de no preocuparse por sus hijos ni por su futuro. Sáquenlos a pasear, eso sí, en el horario indicado por el vicepresidente Pablo Iglesias, que se ha revelado como un amigo entrañable de los niños

Por eso, en cuanto se ha reabierto el Congreso de los Diputados, la titular de Educación se ha apresurado a pisar el acelerador porque la reforma educativa social-comunista tiene que salir por lo civil o por lo militar. Y mejor ahora, que está la gente ocupada con las consecuencias personales (al menos 27.000 muertos) sociales, económicas y políticas y además no puede uno ni manifestarse ni nada. 

Ya le han dicho, por correo electrónico, casi 40.000 personas a la señora Celaá, que no es momento de tramitar una reforma educativa, que lo deje para más adelante. Pero ella sigue como si no le hubieran quitado las pilas. 

Así que me he tomado un tiempo y me he puesto a leerme el texto de lo que sería la reforma educativa del Gobierno de Celaá- Sánchez-Iglesias. Y estas son mis conclusiones:

Primera conclusión. La ley adoctrinará a los niños en ideología de género y feminismo radical. Así se desprende, por ejemplo, del criterio que se establece para elegir a los directores de centro, que deberán presentar -para ser designados- un plan contra la violencia, pero sólo de género, y por la igualdad, precioso término que ya sabemos lo que significa para el Gobierno de Irene Montero y Carmen Calvo. 

Segunda conclusión. Controlará a los menores y les dirá cómo deben comportarse incluso sexualmente. La educación emocional y sexual está presente en varios apartados de la ley, empezando por la exposición de motivos.

Tercera conclusión. Consolidará la figura del comisario político en la dirección de los colegios. El representante de los ayuntamientos se mantiene en el órgano de gobierno de los centros escolares, que es el Consejo Escolar. 

Cuarta conclusión. Condenará a la desaparición a la enseñanza concertada, diferenciada y especial. Por un lado, se pretende que los alumnos de los centros de educación especial se incorporen a los colegios habituales sin proporcionarles ni los medios ni los recursos necesarios.  Por otro, se elimina el criterio de “demanda social” para crear plazas de centros concertados. Y se da una patada al modelo pedagógico de educación diferenciada al afirmar expresamente que se favorecerá a los centros “que no separen al alumnado por su género” -ojito al término, ya no hay sexos, sólo géneros- y que se les dejará  la cola a la hora de solicitar conciertos.

Quinta conclusión. Se obligará a los alumnos a adherirse a los dogmas del Gobierno social-comunista, presentes en varios apartados del texto, que establece una nueva asignatura obligatoria en Primaria y Bachillerato, la denominada ‘Educación en Valores cívicos y éticos’ que incluirá conceptos básicos del manual progre como “la ciudadanía mundial”o la educación afectiva-sexual y emocional y la “transición ecológica”. 

Sexta conclusión. Los libros de texto que no gusten a Irene Montero y a Carmen Calvo serán censurados. ¿O qué otra cosa quiere decir que “las Administraciones educativas promoverán que los currículos y los libros de texto y demás materiales educativos no contengan estereotipos sexistas o discriminatorios”? Hasta la llegada de las leyes LGTBI autonómicas no existía la censura de los libros de texto en la España democrática. Con la Ley Celaá, será obligatoria la supervisión y muy posible la retirada de materiales o la sanción, directamente. 

Séptima conclusión. Fulminará la asignatura de Religión, que es en España, mayoritariamente, católica. El sueño de Zapatero, expresado en el “más deporte, menos religión”, se impone de nuevo.  Esta materia dejará de contar en el currículo y no tendrá alternativa. Así que si hay un alumno que decida cursarla, podemos decir que es un héroe en toda regla. 

Ustedes, hagan el favor de no preocuparse por sus hijos ni por su futuro. Sáquenlos a pasear, eso sí, en el horario indicado por el vicepresidente Pablo Iglesias, que se ha revelado como un amigo entrañable de los niños. No sufran por su prole: ya se va a ocupar de ellos, en cuanto se apruebe su ley, doña Isabel Celaá, ministra de Educación del Gobierno de España. 

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