El presidente de Hazte Oír, Ignacio Arsuaga (Madrid, 1973) habla en esta entrevista de política, de democracia, de falta de libertad, del adoctrinamiento que viene, o que ya está aquí, de la necesidad de respetar a los niños, y de la obligación moral de no rendirse en la defensa de los principios en los que uno cree.
También de su famoso autobús naranja y de los ataques que la organización ha sufrido en este tiempo. Pero, además, demuestra capacidad de autocrítica.
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Suscríbete ahoraArsuaga reconoce que el lema inicial del autobús -concebido por oposición con otro lema anterior- no reflejaba bien la posición de la organización, y que incluso inducía a error. Y explica que la relación con la transexual Charlotte Goiar ha sido clave para ser más precisos en su posición sobre este problema.
Hace 5 años usted denunciaba que existía un proyecto para convertir al PP en una derecha progre-laicista. ¿Tiene la impresión de que el tiempo le ha dado la razón?
Es verdad que la actual cúpula del PP ha ido abandonando algunos de sus valores fundacionales, como proyecto político de centroderecha en España, y ha ido abrazando los dogmas de lo políticamente correcto y de lo que se ha venido a denominar progre-laicismo, que es una mezcla de querer ser progre y moderno en todo y defender que la religión debe ser recluida a la esfera más privada, porque en lo social es enemiga del progreso, la paz y la democracia.
Esos anti valores, más propios de la izquierda, han ido siendo asumidos por personas del PP y hoy en día hemos llegado a una situación dramática para las personas de centro derecha en España, que somos muchos, y es que no tenemos un partido que nos represente más que de una forma muy remota y muy poco concreta.
¿Es Cristina Cifuentes la consumación de ese modelo?
Posiblemente sea la política que mejor representa esa dictadura de lo políticamente correcto y del relativismo.
Ella es la que propone y aprueba, con apoyo de PSOE, Podemos y Cs, la ley de adoctrinamiento sexual de julio de 2016. Ley que se presenta como un texto legal para evitar la discriminación del colectivo LGTBi, y así reza su título, pero que, en realidad lo que hace es imponer la ideología de género en los colegios, y establecer multas para cualquiera que se atreve a discutir sus dogmas.
Quedamos unos pocos que seguimos dando guerra y seguimos alzando la voz en contra del establishment que quiere imponer la dictadura ‘soft’ de lo políticamente correcto
Vaticinaba también que querían matar la rebelión cívica surgida durante el primer mandato de Zapatero. ¿No tiene la sensación de que ese objetivo ya se ha conseguido?
Se ha conseguido en parte, aunque no del todo. Se ha producido un desinfle de ese movimiento cívico. Estoy pensando en la Asociación de Víctimas del Terrorismo, o en el Foro de Ermua, que prácticamente ha desaparecido de la escena pública.
Pienso también en grupos pro familia y pro vida que nos manifestamos a favor del derecho de los niños a tener un padre y una madre. Muchas de esas asociaciones han pasado a tener un perfil más bajo, de menos impacto.
En el caso del movimiento por la unidad de España y en favor de las víctimas del terrorismo parece claro que se ha producido una intervención del poder político para desactivarlo. En otros casos ha habido distintas causas, pero sí se ha producido una cierta desarticulación. Quedamos unos pocos que seguimos dando guerra y seguimos alzando la voz en contra de los poderosos, del establishment que quiere imponer la dictadura ‘soft’ de lo políticamente correcto y restringir libertades.
La defensa de la familia natural que ustedes abanderan ¿se ha convertido en un ideario trasnochado? Esa es la impresión que recibirá cualquier ciudadano que lea periódicos o vea la televisión. Ya no la defienden ni los medios de derechas.
Es verdad que las ideas que propone o defiende Hazte Oír son ideas que los medios de comunicación, el sistema educativo y el poder político se han encargado durante décadas de presentar como valores trasnochados, desfasados, retrógrados y propios de tiempos pasados. Ese mensaje ha calado en una parte de la sociedad; no en toda.
Pero lo cierto es que los ciudadanos que compartimos esos valores cada vez nos atrevemos menos a expresarlos en público, porque inmediatamente vienen el censor o el inquisidor y te tachan de carca. Y esa descalificación es algo que intentan evitar muchas personas de centro derecha y también muchas instituciones.
Lo que nosotros intentamos explicar a la sociedad, a la opinión pública y a los medios de comunicación, es que estos valores siguen vigentes, que son perfectamente legítimos, y que suponen una defensa de derechos y libertades fundamentales. Se trata de los valores más sólidos sobre los que construir una sociedad democrática plural y libre.
Por otra parte, tratamos de presentar nuestras ideas de una forma que la mayoría de la gente entienda y comprenda. Trabajamos en la comunicación para asegurarnos de que nuestro marco conceptual es compartido por la mayoría de la sociedad.
Ningún partido defiende la familia entendida como unión de un hombre y una mujer. Todos hablan de la existencia de distintos modelos de familia y los equiparan. ¿Por qué tendría nadie que oponerse a esa diversidad de modelos familiares?
Nosotros no nos oponemos a la diversidad sexual, o a la existencia de distintos modelos de familia. Nos parece muy bien que cada persona, en el ejercicio de su libertad, se junte con quien quiera, y establezca con él, o con ella, la relación que desee y elija. Todo eso pertenece al ámbito de la libertad y nos parece legítimo. Y ahí no se debe meter nadie: ni el Estado, ni las administraciones públicas, ni los vecinos. Nadie.
Lo que Hazte Oír sí cree es que la familia natural debe ser protegida especialmente. Bajo este título incluimos la familia que está basada en la unión de un hombre y una mujer que, de forma natural, está abierta a tener hijos, y que ofrece el entorno más adecuado -según subrayan los más sólidos estudios- para que esos hijos adquieran los valores necesarios para ser buenos ciudadanos.
Esa familia proporciona a la sociedad algo que no aportan otros modelos familiares y por eso nos parece que el Estado debería reconocer esa unión como una realidad específica y valiosa y darle un tratamiento favorable. La institución del matrimonio ya no sirve para reconocer esto porque incluye esta realidad al igual que otras muy distintas.
Sería bueno ser más concreto. Muchas personas seguramente crean que están en contra del matrimonio homosexual, entre otras razones porque os opusisteis a la actual legislación.
Lo que pedimos es que, con independencia de la terminología, la unión de un hombre y una mujer cuente con una institución jurídica específica, porque aporta a la sociedad aspectos que otras realidades familiares no. Por otra parte, respecto de la adopción, nos parece que un niño que se ha quedado sin padre y sin madre tiene derecho a que se le restituya a una situación similar a la que perdió.
Muchos estudios demuestran que los niños que han crecido en entornos estables con un padre y una madre tienen en su vida menos problemas psicológicos y de otra índole. Mientras existan familias de este tipo que quieran adoptar nos parece que los niños deberían serles ofrecidos a ellas antes que a parejas del mismo sexo. Sobre todo, porque a algunos niños les puede ir fenomenal en esos entornos familiares homosexuales, pero está constatado que, en términos estadísticos, presentan problemas en un porcentaje mayor.
¿Por qué cree que cuesta plantear el debate sobre este tipo de cuestiones? ¿Quizás porque las directrices de los organismos internacionales empujan a favor de los nuevos modelos?
Hay empresarios de la comunicación, grupos mediáticos y grupos políticos que están empujando, en cada país y también en esos organismos que cita, para impulsar actuaciones en tres direcciones. La primera es promover el aborto y atentar contra el derecho a la vida, y en este terreno Planned Parenthood es la multinacional de referencia.
En segundo lugar, se actúa para promover la ideología de género, tarea en la que colaboran muchos colectivos LGTBi (aunque no todos), algunos de los cuales tienen también representación en los organismos internacionales.
Y, por último, la promoción del laicismo radical, del secularismo, que cuenta en el ámbito internacional con la Humanist Federation (la Federación Humanista) cuyo objetivo es excluir a la fe de la vida pública y de la sociedad. Son tres corrientes que a menudo actúan en conjunto, como se ve, por ejemplo, en Bruselas, o en las agencias de Naciones Unidas.
A ello hay que añadir que algunas personas relevantes y con poder, como el empresario George Soros, han conseguido que muchas personas que trabajan en estas instituciones hayan asumido esta ideología de lo políticamente correcto, o del progre laicismo. Normalmente los tratados internacionales están bien redactados, reconocen los derechos fundamentales, y no tratan de imponer ninguna ideología. Son los organismos que dependen de estas instituciones internacionales los que, en su actuación concreta, actúan para imponer el aborto, o la manipulación de los niños en las escuelas con la ideología de género.
Ni siquiera los llamados populismos de derechas se atreven con estos asuntos. En las últimas elecciones francesas Le Pen ha hablado mucho de patria, pero muy poco de familia.
Así es. Es curioso, pero ahora mismo no hay prácticamente nadie en la Europa Occidental que defienda esto. En Francia, Marine Le Pen, sin ir más lejos, ha realizado declaraciones favorables al aborto, o a la desnaturalización del matrimonio. Los ideólogos de género y del aborto han logrado extender sus ideas desde la izquierda hasta el centro derecha y finalmente a la extrema derecha. Es la realidad.
Quizás por esto a quienes como usted se oponen a todas estas realidades les llaman ultra-católicos, ultraconservadores o integristas. Tiene su lógica. Si los conservadores ya defienden el aborto, quienes se oponen tienen que estar más allá.
Es verdad que estos días nos han llamado mucho ultracatólicos y ultraconservadores. No nos han llamado ultraderecha porque Hazte Oír no tiene nada que ver con partidos como el Frente Nacional. Es verdad que Fillón y la UDP recogían buena parte de nuestras reivindicaciones en relación con la familia y con la vida. Al menos eso es lo es que planteó en la campaña electoral. Luego, cuando gobiernan, muchas veces se les olvida, como se le olvidó a Mariano Rajoy la derogación de la Ley del Aborto de Zapatero. Pero mucha gente comparte estas ideas; no nos sentimos ultras.
Creemos que lo que planteamos es bueno para la sociedad y que es de sentido común. Un porcentaje alto de los ciudadanos españoles y europeos comparten estos valores, pero se están encontrando con que no tienen una representación política clara. Este es un déficit democrático que debería subsanarse. Entiendo que la mejor forma de hacerlo es que los partidos tradicionales de centro derecha vuelvan a asumir unos valores que ya defendieron antes. O, a lo mejor, en algunos países puede surgir otra alternativa. Pero desde luego no va a ser la de la derecha identitaria tal y como se está planteando en la Europa Occidental.
¿Hay que meter a Donald Trump en el mismo paquete?
No, yo lo diferencio claramente con respecto de la derecha populista europea. En Estados Unidos, Donald Trump sí que asumió buena parte de las reivindicaciones de los conservadores, del movimiento pro vida y pro familia. Lo planteó en la campaña electoral y, ahora que está en la presidencia, está aplicando poco a poco esos compromisos. No todo está perdido. También hay que reconocer que Estados Unidos es una sociedad más conservadora, y mucho más creyente, que la sociedad europea. Pero aquí muchas personas comparten esas referencias, sólo que no se atreven a hablar, o, cuando hablan, no se les escucha, por esa anomalía democrática de no tener una representación política. Estamos en el centro derecha, en el sentido común y en valores que comparten muchos españoles. En ningún extremo.
Hazte Oír se opone al aborto, al matrimonio homosexual, la eutanasia, los vientres de alquiler y la normalización de la transexualidad. Sin embargo, muchos creyentes apoyan todo lo que ustedes rechazan. ¿Usted, que se define como católico, cómo interpreta esta tensión con otros hermanos en la fe?
El Papa Francisco ha hablado claramente contra la ideología de género y en favor del derecho a la vida del no nacido. Y no como algo nuevo, sino en continuidad con lo que han planteado los papas anteriores. Pero en la Iglesia católica, como en las iglesias protestantes, hay pluralidad, y algunos creyentes tienen visiones que difieren de lo que yo entiendo que se deriva de la Biblia y de las enseñanzas de la doctrina tradicional de la Iglesia.
Si yo me he metido en este lío de Hazte Oír –que nos complica enormemente la vida a mi familia y a mí, y en el que no tengo nada que ganar más que disgustos– es porque creo que tengo la obligación moral de tratar de mejorar la sociedad. Y eso, desde mi punto de vista, pasa por que se defienda el derecho a la vida o la familia. Porque quiero que mis hijos, o mis nietos, vivan en una sociedad más libre, más justa y respetuosa. Y creo que la propuesta cristiana aporta mucho para lograr ese objetivo.
Pero a la postre, creemos en la libertad y que, al final, cada cual debe responder ante su conciencia y ella debe ser la que le dicte a cada persona lo que debe hacer en la vida. Por lo demás, lo deseable en una democracia es que haya pluralidad. Tiene que haber personas que piensen de una forma y otras que pensemos de otra distinta. Y creo que eso es sano y debe protegerse.
La mujer es la segunda víctima del aborto -después del niño, o la niña, que no nace- porque a veces se la engaña o está en una situación de sufrimiento o desesperación
Vayamos por partes. Aborto. ¿Qué plantea exactamente Hazte Oír? ¿La prohibición total? ¿La ley Gallardón?
Es muy sencillo. Lo que planteamos es que las leyes reconozcan el derecho a la vida de todos los seres humanos sin excepción, y que lo protejan también en el caso de los que aún no han nacido.
Esa posición ¿debe conducir a la prohibición del aborto?
Yo entiendo que la mujer es la segunda víctima del aborto -después del niño, o la niña, que no nace- porque a veces se la engaña o está en una situación de sufrimiento o desesperación. Pero hay otra parte, que es la industria abortista, que es la que se enriquece, a veces engañando a esa mujer, y que debería de sufrir las consecuencias, también penales, si no respeta el derecho a la vida.
Por otra parte, hay medidas fundamentales que deberían recogerse en las leyes y que tienen que ver con la información que se facilita a la mujer que se está pensando poner fin a su embarazo. En algunos estados de los EEUU ya se ha establecido la obligación de ofrecer a la mujer una ecografía y que escuche el latido del corazón del bebé antes de recurrir a esa opción. Sólo con eso se ha reducido el aborto enormemente.
Y luego hay que adoptar otra serie de medidas de apoyo a la mujer sin empleo, sin vivienda, con miedo, o que sufre un problema grave de angustia. Esas mujeres deben recibir el apoyo de la sociedad y también de las administraciones públicas.
Para concretar. Hazte Oír ¿no acepta ni siquiera la Ley de supuestos aprobada por Felipe González?
La ley anterior era, sin duda, mucho mejor que la actual en términos conceptuales. La vigente es una ley que establece el derecho a abortar, que es el derecho a matar a una vida humana de una forma cruel y violenta, pues eso es el aborto. El problema de la ley de 1985 es que el supuesto de la salud psíquica de la madre se convirtió en un coladero.
En algunos juicios penales se pudo constatar que había clínicas abortistas que disponían de informes médicos prefirmados, y ajenos a cualquier observación, en los que ya se justificaba el sufrimiento psíquico. De modo que, cuando llegaba, la mujer tan sólo tenía que aportar sus datos y firmar. En Polonia, con una ley de supuestos en teoría parecida, pero con un control mayor, hay actualmente mil abortos al año. Con aquella de González, 100.000 anuales. La ley de Gallardón, que Rajoy le encargó para meterla luego en un cajón, daba un paso enorme en la buena dirección de proteger el derecho a la vida y ayudar a la madre.
Hablemos de la transexualidad y del famoso autobús naranja. ¿Tienen ustedes algo en contra de los niños transexuales?
No tenemos absolutamente nada contra los niños. Es más, el nuevo lema de nuestro autobús es “Dejad a los niños en paz”. Nuestra campaña nunca quiso dirigirse a los niños transexuales, ni a los adultos transexuales, aunque hay que reconocer que algunas frases de nuestro autobús -como “que no te engañen”- pudieron generar el equívoco y no expresaban bien lo que queríamos plantear. Hemos reflexionado y hemos precisado nuestro mensaje y, de hecho, si seguimos con el autobús no es tanto por afán de explotar el éxito que tuvo, como para que quede claro que lo que planteamos es justamente la defensa de los niños y el rechazo de todo afán de adoctrinamiento escolar.
Nosotros lo que queremos es que, si existe un niño al que le gusta vestirse como niña, que le dejen tranquilo, y que se vista como quiera, pero que nadie le trate de manipular
Nuestra campaña se dirigía a los padres y a la sociedad para concienciar sobre una serie de leyes que se han ido aprobando y que están facilitando la penetración de la ideología de género en las escuelas, con independencia del criterio de los progenitores o, incluso, del bien de los menores.
Nosotros lo que queremos es que, si existe un niño al que le gusta vestirse como niña, que le dejen tranquilo, y que se vista como quiera; pero que nadie le trate de manipular. Ni nosotros, ni nadie. Hay que recordar que el 80% de los que se sienten de sexo distinto del biológico al llegar a la adolescencia se identifican con su sexo natural.
Y entonces, ¿dónde está el problema?
El problema es que la ideología de género está confundiendo a muchos menores y les está diciendo que son miembros de un tipo especial: los niños transgénero, con lo que los cronifican. Y no: sólo son niños que en un momento dado se sienten niñas, o al revés. Pero déjenlos tranquilos y, sobre todo, no planteen actuaciones difícilmente reversibles: no les hormonen, ni los sometan a cirugía. Es verdad que, a los niños pequeños, por ahora, no se les están facilitando hormonas, pero ha habido casos en los que se les han dado este tipo de tratamientos antes de llegar a los 18 años. Y causan daños sobre su salud.
Ahora bien, si ese niño crece y sigue sintiéndose mujer y decide que se quiere operar, pues bien. Pero que lo decida de mayor. La Organización Mundial de la Salud considera la transexualidad como un trastorno que denomina disforia de género y, en algunos casos, la reasignación de género puede ser el tratamiento adecuado para dar una solución a ese problema. Pero que lo decida siendo adulto. Dejen a los niños en paz.
Entonces, ¿no niegan que exista la transexualidad?
En absoluto. Por supuesto que hay personas con disforia de género. Este es también un error a que daba pie nuestro primer lema, que, como sabe, surgía en respuesta a otro anterior de una organización LGTBi. A raíz de esta campaña del autobús he tenido la suerte de conocer a una mujer transexual, Charlotte Goier, que vive en Galicia y con la que hoy puedo decir que tengo una relación de amistad. Esta mujer nos explica que ella nació como niño y que en un momento dado le diagnosticaron una enfermedad, el síndrome de Harry Benjamín, que se traduce en una disforia de género. Lo que ella nos transmitió es que éste es un problema muy serio, y que, si alguna persona lo sufre, se le debe cuidar, se le debe respetar, y no se le debe marginar.
Pero Charlotte nos planteó fundamentalmente dos cosas que compartimos. Lo primero, ya lo hemos dicho, es que hay que dejar a los niños en paz. Y lo segundo, que este problema no se puede despatologizar. Esto es, no se puede transmitir -como hace la ideología de género- la idea de que cada persona puede tener una identidad sexual, o de género, o varias cambiantes y fluidas, que dependen al cien por cien del propio sentimiento, o de la voluntad, y que esto es algo completamente normal, que no tiene mayor importancia, ni consecuencias. Claro que las tiene. Y generan mucho sufrimiento. Y, sin embargo, esto es lo que se les está diciendo a los niños cada vez más en los colegios.
En resumen, una cosa es que haya que aceptar y respetar a todas las personas, con su diversidad, y al margen de sus circunstancias y de su realidad -que es un planteamiento que compartimos completamente- y otra completamente distinta que haya que tratar de normalizar algo que produce mucho dolor a las personas. A quienes padecen ese problema lo que hay que hacer es atenderlos y cuidarlos.
¿Cuántas veces han agredido hasta ahora al autobús de Hazte Oír los presuntos defensores de la tolerancia y la diversidad?
La última vez fue en Oviedo, en una gasolinera donde no estaba la Policía Nacional para defendernos, y en la que un par de violentos nos lanzaron piedras y rompieron dos lunas del autobús. En Sevilla pasó algo parecido. Y a mí, a título particular, me tiraron huevos y kétchup en la chaqueta en Barcelona. Y luego agresiones verbales ha habido muchas. Todo eso es grave y sabemos que en la sociedad hay gente violenta y que no acepta que otros piensen distinto. Pero es más grave aún cuando algunos políticos, como el líder de Podemos en Asturias, justifican que, en nombre de la no discriminación, hay que discriminar a Hazte Oír y tirarle piedras. El vio la agresión y no hizo ni dijo nada.
Pero lo más grave de todo es la actuación de las instituciones públicas. Como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que insta al fiscal a que se nos impute un delito de incitación al odio; o como los parlamentos que están aprobando resoluciones de condena a nuestra organización, en las que piden que se nos retire la calificación de asociación de utilidad pública. Hemos recibido multas por la Ley Mordaza, otras en Madrid por repartir el libro contra el adoctrinamiento sexual en los colegios, secuestro del libro en Barcelona, multas…
Esta democracia sirve mientras estés callado, y mientras permitas que a tu hijo le adoctrinen, pero, en el momento en el que te enfrentas al establishment te machacan
Da la impresión de que todas estas actuaciones represivas tienen mucho que ver con la libertad, la pluralidad y el respeto a la diferencia…
Es impresionante, porque sobre la base de una supuesta lucha contra la discriminación, lo que se está haciendo es recortar libertades fundamentales, atacar al disidente y, además, hacerlo desde las instituciones públicas, que deberían estar para defender los derechos de todos los ciudadanos. Es muy grave. Es una demostración palpable de que nuestra democracia tiene déficits muy profundos. Esta democracia sirve mientras estés callado, y mientras permitas que a tu hijo le adoctrinen, pero, en el momento en el que te enfrentas al establishment y al poder, te machacan.
Lo que están haciendo con Hazte Oír es lanzar un mensaje a cualquier otra asociación, o persona, que se haya planteado alzar su voz crítica. Le están diciendo: “Ojo, que te juegas mucho: vamos a ir a por ti”. Pero, precisamente porque la situación está así, es un acicate para que sigamos con esta campaña, denunciando los abusos del poder contra el disidente.
De repente la gente pudo ver las tripas de Hazte Oír (…) luego hemos visto que no ha sido para tanto. Entre otras razones, pero no tenemos nada que ocultar
Imagino que es consciente de que El Yunque es una losa que limita la expansión de Hazte Oír, y que provoca que muchas personas se alejen de ustedes. Cada vez que la asociación logra algún éxito, les sacan a relucir su vinculación con esta secta secreta. Y es obvio que a nadie le gustan las sectas secretas.
Supuesta vinculación. Ha habido desde hace muchos años una campaña de descrédito contra Hazte Oír en la que, entre otras cosas, nos acusan de falta de democracia interna. Pues bien, yo, que conozco unas cuantas asociaciones, puedo decir que ésta es de las más transparentes y participativas que hay en España.
Se nos ha vinculado también con esa supuesta secta, algo que nosotros hemos negado una y otra vez. Y se ha sacado fuera de contexto una frase en una sentencia que ha permitido a algunos difundir una mentira que ha sido percibida por muchos como verdad. Soy consciente de que es una losa. Tratamos de seguir trabajando en función de los valores que compartimos en Hazte Oír, y sin perder demasiado tiempo en luchar contra ese rumor o ese bulo, pero alguna vez tenemos que volver a desmentirlo. Es verdad que está ahí y que nos hace daño. Como nos lo hacen otras cosas. Solo tratamos de hacerlo lo mejor posible para que esa sombra tenga cada vez menos peso y cada vez más gente se anime a apoyarnos, como de hecho está ya ocurriendo.
¿Qué impacto tuvo el ataque cibernético que sufrió la organización hace unas semanas?
Para mí fue especialmente doloroso porque afectó a mi familia. Publicaron datos personales de mis hijos, incluidos informes médicos. Pero también fue duro para la asociación porque, de repente, nos quedamos desnudos ante todo el mundo. Lo que ocurrió es que nos hackearon varios discos duros de la oficina y publicaron lo que encontraron, que era información robada. Muy pocos medios se hicieron eco, pero dos digitales importantes dieron noticias con enlaces a los datos robados por los hackers.
De repente la gente pudo ver las tripas de Hazte Oír. En su momento lo pasamos muy mal, y nos preocupamos mucho, pero luego hemos visto que no ha sido para tanto. Entre otras razones, pero no tenemos nada que ocultar.