La embajadora de Hungría: «Los valores cristianos no están bien vistos en Bruselas»

    La crisis migratoria ha sido el motivo del último ataque de la UE a Hungría y a su presidente Viktor Orban, el demonio de todos los que sueñan con una Europa sin identidades. La embajadora húngara en España, Eniko Gyori, cree que hoy no se perdona a quien ‘ose’ hablar de familia, vida y patria.

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    Eniko Gyori, embajadora de Hungría en España

    ¿Qué les pasa en Bruselas con Hungría? Han recibido muchas críticas, las últimas por la crisis de los refugiados.

    Me da pena la imagen que se ha proyectado de Hungría con la crisis migratoria. En la televisión sólo hemos visto imágenes de familias sufriendo, pero la realidad es que el 80% de los que llegan son hombres jovenes…

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    ¿Se ha querido mostrar sólo una parte?

    Euronews difundió unas imágenes en las que parece que un policía está agrediendo a una mujer, pero en realidad esta mujer lleva a su hijo en brazos y es golpeada por otro inmigrante mientras que el policía es quien trata de ayudarla. Esta parte no se ha mostrado.

    ¿Sienten que en el fondo hay otras razones para atacarles?

    Quieren castigar a Hungría y a su presidente por todo lo que ha hecho en los últimos cinco años. Orban se toma en serio el control de las fronteras. Me da pena que se fabrique una visión tergiversada. Pero también estamos recibiendo muchas felicitaciones.

    En estos cinco años ya levantaron ampollas en la UE por la mención a los valores cristianos en la constitución de Hungría.

    Hablamos muy claramente del cristianismo y eso no quiere decir que todo el mundo tenga que ser cristiano. ¿Quién puede contradecir que las raíces de nuestra civilización se encuentran en el cristianismo y en la cultura grecorromana y judeocristiana? El cristianismo jugó un papel muy importante para que el pueblo húngaro sobreviviera en una zona tan complicada como Europa central.

    Tampoco gustó que en la Constitución húngara haya una mención explícita de la protección a la vida.

    En la Constitución húngara de marzo de 2011 se reconoce la protección a la vida. El aborto es legal, pero no contradice la Constitución. Para abortar necesitas un permiso, un periodo de tiempo, pero sí es legal.

    ¿Y el aborto?

    Es una cuestión que cada país miembro debe regular. Lo que nunca aceptaríamos es que decidan por nosotros desde Bruselas en cuestiones de vida o muerte. No se puede imponer a nadie.

    Tampoco podrá sorprender que en Bruselas no haya gustado la mención que se hace en la Constitución del rey Esteban, santo patrón de Hungría.

    Muchos de los valores actuales figuran en el Tratado de Lisboa. Es que son razones históricas. Para conservar el Estado húngaro fue muy importante el cristianismo.

    En cambio, en la Constitución Europea ni rastro del cristianismo.

    Quienes intentaron introducir los valores cristianos en la Constitución europea fracasaron, pero al menos en Hungría están amparados. Estamos muy orgullosos de estas raíces. No es una interpretación de la religión, es un hecho.

    ¿Aquello es la prueba de que desde Europa se intenta imponer una moral laicista?

    Los valores cristianos no están bien vistos por Bruselas, en el fondo quieren decidir por nosotros. La corrección política no acepta nuestra Constitución, pero fue aprobada por dos tercios del parlamento húngaro, e incluso antes se realizó una consulta popular. Estos valores no van contra nadie.

    «Estamos muy orgullosos de nuestras raíces cristianas. No es una interpretación de la religión, es un hecho»

    El presidente Víctor Orban ya ha vivido algún desencuentro.

    Recibimos muchísimas críticas desde la segunda etapa del gobierno de Orban. El problema principal que tienen con Orban es que dice lo que piensa, y eso en la Europa del siglo XXI es políticamente incorrecto. Pero los húngaros le aprecian por eso, porque es sincero. No seamos tan hipócritas. Los húngaros no creemos en una unión sin pueblos ni naciones.

    Hoy parece que hablar de familia y patria es un desafío…

    Los valores tradicionales -cristianismo, protección de la vida y familia- no están de moda. Pero estoy convencida de que en realidad esto es importante para todos los europeos.

    ¿Cómo definiría la familia?

    Es un gran debate, incluso dentro del Partido Popular Europeo. Para nosotros el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, no lo imponemos a nadie, pero que respeten nuestra opinión. No discriminamos a nadie porque en Hungría reconocemos las parejas de hecho, pero a eso no lo llamamos matrimonio. Respetamos a los países que piensen distinto, pero que no nos dicten cómo tenemos que legislar.

    ¿Por qué la UE quiere despojar los valores cristianos de los países miembros?

    En el siglo XXI quien hace unas declaraciones a favor de estos valores corre un riesgo político. Tendríamos que respetarnos. No debe existir el pensamiento único. La libertad para nosotros significa que todo el mundo piense lo que quiera, el problema es que en nombre del liberalismo quieren inmiscuirse en cuestiones donde la UE no tiene competencias.

    «Para nosotros el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, no lo imponemos a nadie»

    Otro asunto en el que parece que no hay consenso es la inmigración.

    Hoy vivimos una gran crisis migratoria. Lo que hagamos ahora decidirá el futuro del continente. Hay que utilizar el corazón y la cabeza. Si alguien está huyendo hay que ayudarle, un cristiano no puede actuar de otra manera. Pero es importante distinguir entre quienes son refugiados y quienes no.

    El tema de la valla parece que no ha convencido a todos.

    El acuerdo Schengen obliga a todos los países miembros a controlar las fronteras. Hay quienes lo hacen y quienes, no. Lo que no es aceptable es que nos critiquen por actuar dentro de la ley. Pusimos la valla porque no tuvimos otra opción, al igual que hace España en Ceuta y Melilla. Hay que ayudarles pero no podemos acoger a todo el que llega.

    O sea, es necesario controlar.

    Si la gente llega sin control entonces no sabremos quienes son ni seremos capaces de controlar las fronteras. Su función es la de control y no están cerradas. Quien quiera entrar y quiera pedir asilo tiene que presentarse en los puntos fronterizos. Es lo que estamos haciendo. Los refugiados tienen que dirigirse allí y declarar que tienen esa condición. No vamos a dejar entrar desordenadamente a la gente por los campos, los bosques, etc.

    Además está el riesgo del yihadismo, en Francia ya saben de qué va esto.

    En Hungría hay pocos musulmanes y llegaron legalmente. Lo que vemos en Francia es que hay problemas de integración. Si lo que se espera de nosotros es que tengamos que acoger a todo el mundo, yo tengo dudas. Si invitamos a todos los sirios y decimos que todos tienen derecho de asilo ocurrirá lo que ya ha pasado en Hungría: que los inmigrantes se declaran sirios y muchos no dejan que les tomemos las huellas.

    ¿Cómo ve el futuro de la UE?

    Es el gran debate. Es una fuente de riqueza que seamos 28 realidades distintas. Pero no queremos que nos dicten en cuestiones de valores, identidad y cultura. Hay que compartir los valores básicos, pero que cada país redacte su Constitución es un asunto interno.

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    Licenciado en periodismo por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Tomó la alternativa en Intereconomía -semanario Alba, La Gaceta, Los Últimos de Filipinas, Dando Caña, 12 Hombres sin vergüenza- de la mano de Gonzalo Altozano y Kiko Méndez-Monasterio, de los que aprendió incluso algo de periodismo. Más tarde escribió para los digitales La Información y Periodista Digital. Viajó a Irak antes que a Roma, le apasionan la Historia y la tauromaquia. Nazareno de Sevilla.