De Prada: «Es ilógico que se pueda cambiar de sexo y Cataluña no pueda reconfigurarse»

    De Prada habla de terrorismo, de España, de nacionalismos y, como no, de mundialismo. ¿Quiere saber que dice?

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    Juan Manuel de Prada
    Juan Manuel de Prada / Españaescultura. Antonio Moreno

    Juan Manuel de Prada es escritor, articulista, crítico y polémico. Concede pocas entrevistas, pero en ellas siempre levanta pasiones y controversia entre los lectores. Entre otra razones, porque no rehuye ningún tema y responde con claridad a todo lo que le plantean.

    El Español ha publicado este lunes una entrevista con De Prada, cargada de actualidad (llega hasta el atentado de Niza, en el que hubo 80 muertos, los de Alemania no habían ocurrido aún) y sentido crítico. Por su interés, la reproducimos:

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    Hubo un brutal atentado del terrorismo islamista en Niza el pasado fin de semana [la entrevista se hace el lunes 18 de julio]. ¿Qué cree que están haciendo mal las sociedades occidentales para luchar contra este tipo de terroristas?

    En líneas generales diría una cosa que se suele olvidar y es un error olvidarla. Dejar de lado las certezas, negar la realidad es lo más peligroso a nivel individual y colectivo. Y se olvida que todas las civilizaciones a lo largo de la historia las fundan las religiones y desaparecen cuando la religión que las fundó se disipa del espíritu colectivo. Cuando digo esto, la gente cerril y los analfabetos dicen que quiero volver a la inquisición. No, hombre, no, tampoco quiero que todo el mundo vaya a misa; lo que entiendo es que las sociedades se tienen que vertebrar en torno al humus cultural, moral, político que genera una determinada religión.

    Las sociedades del siglo XXI no pueden ser religiosas en el sentido que lo eran en el siglo XVI. Pero pueden vertebrarse en torno a unos principios comunes. Cuando eso falla, las sociedades tienden a la individualización, a la formación de ghettos, a la atomización donde no se comparte nada o solamente se comparte algo contractual, como por ejemplo la Constitución, de lo que surge el término ‘patriotismo constitucional’. ¿De verdad alguien puede creerse que una sociedad puede vertebrarse en torno a un contrato jurídico? El error de las sociedades occidentales fue el rechazo de la cultura creada en torno al cristianismo a lo largo de milenios. Una especie de deseo de hacer borrón y cuenta nueva sobre ese legado. Eso ha generado sociedades invertebradas que ya están en decadencia y van en camino de la inanidad.

    ¿Ve el laicismo como sinónimo de sociedad invertebrada?

    El laicismo es el mejor caldo de cultivo para el islamismo. Porque es un acto de petulancia sin aval en la historia pensar que una civilización se puede quejar sin religión y ese vacío no lo va a llenar otra. Eso es falso. Las civilizaciones no se mantienen en el vacío religioso. Ese hueco siempre lo ocupa la religión más belicosa, más activa, más pujante.

    ¿Es eso lo que, a su juicio, hace el islamismo en Occidente?

    El islam es una religión pujante. Las sociedades islámicas están muy cohesionadas por el principio religioso. El islam no es uniforme, hay diversas plasmaciones de este ideal político-religioso. Pero son sociedades más cohesionadas y más pujantes que las nuestras.

    Pero una cosa es el islamismo y otra el yihadismo.

    El islamismo siempre se suele utilizar como sinónimo de un islam radical y belicoso. Naturalmente, islamismo y yihadismo son cosas distintas. Pero el islam es una religión proselitista, expansiva y que aspira a imponerse en las sociedades y adueñarse de ellas políticamente. Esto es común a todas las manifestaciones de la religión musulmana. El fenómeno yihadista es un fenómeno ante el cual Occidente está inerme. Y lo más grotesco es que Occidente también lo ha azuzado, lo ha financiado, lo ha favorecido porque convenía a los intereses económicos de Occidente durante las últimas décadas…

    Occidente ha auspiciado el derrocamiento de una serie de regímenes que curiosamente en otros tiempos favoreció y que después paradójicamente le resultaban molestos. Empezó con Sadam Hussein en Irak, siguió con Gaddafi en Libia, con Al Asad en Siria, etcétera. Se potenció a las facciones sunitas más radicales financiadas por Arabia Saudita. Occidente está padeciendo los efectos de la tempestad que ayudó a tramar. Y, al mismo tiempo, y esto también es paradójico, los países islámicos que se deberían contemplar con más interés porque se han logrado regímenes políticos más estables, como es el caso de Irán, son países que Occidente se empeña en demonizar.

    Quizás porque Irán es una teocracia.

    Ya, pero es que esto es absurdo, porque todo país islámico tiene un componente teocrático. Se puede aspirar a regímenes laicos, como los de Husein, Gaddafi y Al Asad, pero, cono, estos son los regímenes que Occidente ha destruido. Ha destrozado esos estados laicos en el islam con la coartada de extender la democracia, que me parece algo demencial.

    ¿Cree que hay choque de civilizaciones, como decía Samuel Huntington?

    Creo que no lo hay porque nuestra civilización ha dejado de ser tal porque no está vertebrada en torno a unos principios religiosos, ni tiene una cultura derivada de esos principios. Hoy en día Occidente pelea por principios económicos y por una supremacía o hegemonía política y militar. Pero no existe un choque de civilizaciones propiamente dicho.

    Es un discurso muy pesimista respecto al futuro de Occidente.

    No. Yo creo que Occidente muchas veces parecía hundido y se salvó a lo largo de la historia. Ahora hay una inconsistencia o una debilidad en Occidente que es palpable, indiscutible.

    ¿Y cómo ha interpretado el golpe de estado de Turquía?

    Lo interpreto claramente. Probablemente se trata de un autogolpe mediante el cual Erdogan quiere cargarse los últimos restos del estado laico de Atatürk y creo que esto va a suponer un deriva más islamista en Turquía. Un país cuyo apoyo al terrorismo islámico, al ISIS, está más que demostrado. Creo que ha sido un golpe de estado de falsa bandera con la cooperación de elementos ignorantes. Pero lo interpreto como una artimaña de Erdogan para aplicar su hoja de ruta, que es de abandono del estado laico y paulatina conversión en un estado islámico.

    Recientemente ha ocurrido otro fenómeno internacional con importantes consecuencias para España, el brexit, ¿cree que la UE es un proyecto fallido?

    Sin duda alguna. Unamuno decía que los pueblos siempre se tienen que fundar sobre principios morales y religiosos compartidos. Y que todo lo que no es esto es ‘la liga aparente de los intereses’. Es una falsa unión que se fundamenta en intereses económicos, que son volátiles. Hoy te puede interesar estar aliado con Francia y Alemania pero mañana te puede interesar estarlo con India o China.

    Gran Bretaña se ha dado cuenta de que tienen una posición preponderante en la economía mundial, porque Londres sigue siendo la capital principal de la economía financiera, y se han dado cuenta de que tienen un mercado natural que es la Commonwealth. Gran Bretaña ha hecho algo natural. Como sería natural que España se dejase de hacer el gilipollas porque su unión natural es la hispanidad. España tiene unos vínculos profundísimos con la América hispánica, que no son solo económicos, sino de sangre.

    Gran Bretaña ha hecho algo natural. Como sería natural que España se dejase de hacer el gilipollas porque su unión natural es la hispanidad

    La UE es un engendro creado para el sometimiento de lo que fueron las antiguas provincias de Roma por parte de los pueblos bárbaros. Los pueblos bárbaros siempre han buscado en la historia la destrucción de Roma. Primero lo lograron con esas invasiones que luego no cristalizaron. El segundo asalto fue la reforma protestante. Y la UE es un nuevo asalto: el intento de la Europa bárbara, luego convertida en protestante, de destruir a la Europa latina o católica-ortodoxa.

    Tras este largo preámbulo sobre asuntos internacionales, ¿cuál le parece el principal problema de España?

    Que no hay este principio que ligue a los pueblos de España. Durante muchos siglos fue un principio religioso, muchos más siglos que en otras naciones, pero hay un momento en que España renuncia en términos históricos por asedio de sus enemigos, trata de convertirse en un nación moderna entre comillas, siguiendo el ejemplo de otras naciones europeas. Desde el siglo XIX España se queda sin proyecto. Adopta proyectos extranjeros y trata de incorporar a su ser histórico una serie de modelos ajenos a su tradición. Eso desemboca en la situación presente.

    Quizás la plasmación más fácil de explicar esté en el modo en que los diversos pueblos españoles se integraron. Se integran en una lucha común contra el islam y se organizan políticamente mediante el mantenimiento de sus instituciones y leyes propias, que el rey reconocía y a las que juraba obediencia; a cambio, los pueblos se incorporaban a este proyecto común. Esto hasta el siglo XIX se mantiene mal que bien -lo digo porque los decretos de nueva planta ya alteran este equilibrio político-.

    A partir del siglo XIX se crea el estado liberal que pretende hacer tabla rasa del derecho y las instituciones que se habían mantenido a lo largo de los siglos. Eso genera tensiones crecientes, de hecho es en ese siglo cuando nacen los nacionalismos, que de alguna manera no dejan de ser réplicas a pequeño tamaño de los principios que inspiraban a la nación liberal. Como las tensiones son crecientes y se van haciendo insoportables, se idea el estado autonómico. El estado autonómico es un fracaso. Ha generado 17 pequeños estados y ha producido un fenómeno inevitable de aminorar el patriotismo, de los vínculos comunes.

    A eso también contribuyó la Guerra Civil de cuyo inicio ahora se cumplen 80 años. Muchas personas huyen de los símbolos nacionales porque los identifican con la dictadura, ¿no cree?

    Sí, pero esto es absurdo. Los grandes políticos e intelectuales republicanos cometieron muchos errores e hicieron mucho por destruir la unión entre los pueblos de España; sin embargo en ellos estaba plenamente presente el sentimiento patriótico. En el exilio español el amor a la patria era compartido por todos los exiliados. Ese fenómeno que mencionas nace de una conciencia de culpa. Más que en el pueblo español, en las élites, que precisamente porque ellas intentan ocultar su vinculación con el franquismo y tratan de execrarlo, convertirlo en algo monstruoso, cargando sobre él cosas que nada tienen que ver con el franquismo, como la conciencia de pertenencia a un proyecto común.

    Tanto el estado autonómico como la Unión Europea han sido factores de desagregación del patriotismo. En contra de lo que se suele decir, la pertenencia a la UE no garantiza la unidad de España. Si Cataluña se independizase, primero la apartarían de la Unión Europea, pero luego, si la Unión descubriese beneficios económicos, la aceptaría.

    Las élites intentan ocultar su vinculación con el franquismo y tratan de execrarlo, convertirlo en algo monstruoso

    Menciona usted Cataluña. ¿Cómo solucionaría políticamente que gran parte de los catalanes sean independentistas?

    No somos capaces de asumir los fracasos y defendemos ideas que se han demostrado erróneas. La dura realidad es que los separatistas en primer lugar se amparan en un concepto de nación y un concepto de soberanía que son conceptos liberales que se imponen en toda Europa en el siglo XIX. Son principios que conforme a las teorías liberales son plenamente aceptables. Es la formación de una nación en torno a un territorio homogéneo y a conceptos étnicos o políticos homogéneos.

    En ese sentido, en Cataluña dicen que se quieren constituir como nación. Y según las tesis contractualistas liberales vigentes, no hay nada que se pueda oponer a esto. ¿Cómo te puedes oponer? Puedes hacerlo diciendo que existe un plebiscito de los siglos, de las generaciones, que España se formó a lo largo de siglos mediante el sacrificio de cientos de generaciones. Y que lo que nosotros no podemos hacer es, en un momento concreto de la historia, cargarnos todo ese sacrificio común de nuestros antepasados. Solamente con una visión histórica es como puedes combatir este virus.

    ¿Por qué para que una parte de España se independice tienen que autorizarlo todos los españoles? Esto es como si le dices a una persona que quiere cambiar de sexo, lo tiene que autorizar su madre, su novia, su tía la de Cuenca.

    Pero este virus no solo no se combate, sino que se exacerba, mediante lo que podríamos llamar el voluntarismo, que es hoy el caramelo que se le ha vendido a la gente. El voluntarismo nos dice que tú puedes configurar la realidad a tu libre arbitrio. Por ejemplo, una persona, mediante el ejercicio de su libertad, puede reconfigurar su propio cuerpo, una realidad biológica incontestable. Naces con unos órganos genitales pero mediante un acto de soberanía personal decides cambiarte de sexo. La corrección política imperante lo reconoce sin ningún problema.

    Pero claro, seamos lógicos. Si tú admites que una persona pueda reconfigurarse biológicamente, ¿cómo no vas a permitir que un pueblo se reconfigure políticamente si una realidad política es menos evidente que una realidad biológica? ¿Conforme a qué teoría política impides ese acto de voluntarismo político? ¿Por qué para que una parte de España se independice tienen que autorizarlo todos los españoles? Esto es como si le dices a una persona que quiere cambiar de sexo, lo tiene que autorizar su madre, su novia, su tía la de Cuenca. ¿Por qué?

    Tenemos que ser coherentes. Tenemos que darnos cuenta de que a lo mejor las ideas políticas imperantes son ideas fracasadas, que conducen a un callejón sin salida. La dura realidad es que cuando tú consagras la soberanía absoluta de la voluntad humana y la llevas al extremo de que esa soberanía puede negar una realidad biológica, ¿por qué no va a poder negar una realidad histórica o política? Tenemos que renunciar a la soberanía de la voluntad. Si no lo hacemos, es absolutamente ilógico que una persona pueda cambiarse de sexo y un pueblo no pueda cambiar su régimen político.

    ¿Cree usted que habrá gobierno antes de septiembre?

    Sospecho que lo habrá in extremis. Pero el gobierno que salga de estas concesiones que se hagan a última hora será un gobierno muy débil.

    Hoy en día los partidos políticos son estructuras de colocación, en donde los chavales se afilian a las juventudes del partido, jamás han tenido que ganarse el pan con el sudor de su frente ni han tenido que luchar por un puesto de trabajo ni pasar noches en vela para cuidar de su familia

    La clase política española, ¿es más corrupta o es más mediocre?

    Yo creo que la corrupción, con ser naturalmente un problema muy grave y más cuando es endémica, es algo con lo que hay contar porque es un ingrediente humano. Tú lo que tienes que hacer es dificultar al máximo que un político, como ser humano débil, pueda meter mano en la caja. Y eso se hace mediante leyes que dificulten eso. Hay que apartar a los políticos del dinero en la medida de lo posible. La corrupción no me parece grave. En cambio, la mediocridad sí me parece grave, aunque usar ese término te sitúa en un pedestal… Hoy en día los partidos políticos son estructuras de colocación, en donde los chavales se afilian a las juventudes del partido, jamás han tenido que ganarse el pan con el sudor de su frente ni han tenido que luchar por un puesto de trabajo ni pasar noches en vela para cuidar de su familia.

    Y esto evidentemente genera una clase, una casta, una oligarquía no ya mediocre, sino absolutamente ignara. Son personas que no han demostrado su valía personal en ningún oficio, en ningún aspecto profesional. No soy de los que creen que los políticos tengan que tener estudios superiores. Yo quiero que haya políticos con estudios superiores, pero también que en la política haya barrenderos y haya fontaneros, pero me gustaría que todos ellos hubieran demostrado su valía en su trabajo, que son capaces de sacar adelante una familia o dar una buena educación a sus hijos. Gente con 40 o 45 años que llegase a la política para prestar un servicio a su patria durante un tiempo tasado y que luego pudieran volver a su actividad.

    ¿Le parece esperanzadora la nueva política o es vieja política revestida de otra cosa?

    Yo establecería una distinción. En el caso de Ciudadanos, creo que es un partido ventajista, que se aprovecha de una situación de pánico en donde la plutocracia ve que los viejos partidos tienen cansada a la gente, sobre todo a los jovenes, y que ha emergido un movimiento ciudadano que luego se convierte en partido que parece que está aglutinando a muchos jovenes. Ahí se aúpa a Ciudadanos mediante una operación de ensalzamiento mediático. Si comparamos esa operación con la operación de enmierdamiento de Podemos… Luego hay otro componente de psicología de masas que es muy interesante.

    En una sociedad como la española, que arrastra muchos complejos, hay una serie de personas que han sido de izquierdas y que la vida los va haciendo de derechas. Y hay otro sector que es de derechas pero se avergüenza de reconocer que es de derechas. A estos dos sectores sociales, Ciudadanos les ha dado una plataforma estupenda. A Ciudadanos lo veo como una suma de estos dos elementos, pero lo veo sin sustancia. Lo veo como un artefacto, como un producto artificial, como un desaguadero de esos complejos o de esas transformaciones en elementos de la sociedad.

    Podemos es distinto porque se alimenta de algo originario, auténtico y verdadero, que es un descontento popular que determinados sectores procedentes del marxismo aprovechan de forma muy inteligente utilizando la táctica espartaquista, que es la táctica que Rosa Luxemburgo postuló como alternativa al marximo clásico y a la socialdemocracia. El primero quiere la conquista del poder y la segunda quiere aceptar las instituciones. Ella plantea una táctica más inteligente: dejemos que el descontento de pueblo crezca, que adquiera masa y cuando la haya adquirido, pongámonos al frente de la manifestación. Esto es lo que hacen Pablo Iglesias e Íñigo Errejon de forma muy inteligente.

    Podemos percibe este fenómeno que cristaliza en el 15-M y se pone al frente capitalizando a los descontentos. Y dan forma a esos descontentos de forma muy inteligente, pero demagógica, claro. Dicen que ellos pueden acabar con la banca, con los abusos de la plutocracia, con las imposiciones de Europa… Con el tiempo se ha ido viendo que eso no es posible. Y surge cierto desencanto. La gente se da cuenta de que está siendo utilizada por una ideología. Es posible que Podemos también sea al final una gaseosa que pierda fuerza, porque se vaya trivializando o porque se vaya quitando la careta y aparezca como un partido marxista sin interés para la gente.

    En suma, me suscita más credibilidad el sustrato popular que genera Podemos que el que genera Ciudadanos.

    Usted es muy puntilloso en el uso de lenguaje. Le voy a pedir que defina con una sola palabra a diferentes personajes. El primero es Pablo Iglesias.

    ¿Pueden ser dos palabras? (Risas) Yo lo definiría como astuto y con una inteligencia maquiavélica. Y la otra palabra es su talón de Aquiles, que es su soberbia, su petulancia, su desdén.

    Pedro Sánchez.

    Inanidad y resentimiento. Bajo su apariencia afable burbujea el resentimiento.

    Mariano Rajoy.

    Lo he comparado con dos personajes literarios. El Bartleby de Melville que siempre decía “preferiría no hacerlo”. Y la esfinge sin secreto de Oscar Wilde, esa mujer misteriosa con una trastienda a la que nadie puede acceder, que luego que se descubre que no tienen ningún secreto.

    Albert Rivera.

    Me parece un hábil y apuesto vendedor de crecepelo.

    Felipe VI.

    Esto es más difícil. Para no ponernos tremendistas, diría que desempeña el cometido que la actual coyuntura ha reservado a los reyes: el Don Tancredo.

    La política está secuestrada desde abajo por la partitocracia y desde arriba por un mundialismo que trata de imponer sus designios. Una mujer sería igual que un hombre: un peón

    Fíjese que entre los líderes políticos no he mencionado a ninguna mujer. ¿Qué le parece?

    Nuestra política está secuestrada por las oligarquías partitocráticas. Es absolutamente intrascendente que el partido esté encabezado por un hombre o por una mujer. Le ley de hierro de las oligarquías explica que una mujer o un hombre que ascienda a la cúspide ha tenido que lograrlo mediante el sometimiento al líder. Y una vez que alcanza la cumbre, se tiene que someter al sistema. No creo que las mujeres no puedan aportar nada. La política está secuestrada desde abajo por la partitocracia y desde arriba por un mundialismo que trata de imponer sus designios. Una mujer sería igual que un hombre: un peón.

    ¿Hay que reformar, cambiar radicalmente o dejar como está la Constitución de 1978?

    La Constitución es un chicle que cobija lo que queramos que cobije. Las reformas de la Constitución son siempre muy prolijas, salvo que al Dinero (con mayúscula) le interese, como con el artículo 135. No nos pongamos estupendos. Con la Constitución puedes hacer lo que quieras. De hecho, se ha hecho con las transferencias a las comunidades autónomas, por ejemplo. El Tribunal Constitucional ha hecho interpretaciones rocambolescas de preceptos constitucionales o ha ido cambiando las interpretaciones.

    ¿Cómo definiría el estado de la educación en España?

    Es algo lamentable, verdaderamente penoso. Eso sí que necesita una reforma urgente.

    Todos están de acuerdo en que tiene haber un pacto nacional. ¿Pero qué pacto?

    Leibniz decía que ‘quien es dueño de la educación es dueño del mundo’. En realidad, lo decía en el sentido positivo: si nuestros hijos son dueños de los saberes, serán dueños del mundo. Pero a esta frase se le puede dar hoy un sentido cínico. Para los políticos es muy goloso adoctrinar a las nuevas generaciones y crear jenízaros de la ideología gubernativa. Tendría que ser una educación mucho más exigente. Tendría que volver a centrarse en las disciplinas clásicas: lengua, literatura, matemáticas, física y química, latín… Que la adquisición de saber sea un proceso costoso que vaya descartando a quienes tienen otras pero no las tienen para el estudio. Habría que tener una formación técnica y profesional verdaderamente potente para encauzar a gente que no ha nacido para el estudio, de forma que puedan progresar profesionalmente.

    España se ha llenado de licenciados que tienen colgado en la pared el título y les haría más servicio como rollo de papel higiénico, porque al menos les serviría para limpiarse, y tienen que trabajar de bedeles o administrativos. Habría que cerrar la mitad de las universidades

    España se ha llenado de licenciados que tienen colgado en la pared el título y les haría más servicio como rollo de papel higiénico, porque al menos les serviría para limpiarse, y tienen que trabajar de bedeles o administrativos. Habría que cerrar la mitad de las universidades que hay en España. Cuando nuestros políticos dicen de forma mendaz que quieren una reforma, pretenden que todo el mundo vaya a la universidad. Y esto genera sociedades desfondadas y desalentadas. El siguiente paso es el resentimiento. Todas las reformas van en el sentido inverso al que hace falta. Es un tema inagotable y poliédrico, porque ya mi generación recibió una formación penosa y muy deficitaria.

    Por último, le pido un diagnóstico de la cultura o, casi mejor dicho, de la producción cultural en España hoy.

    Al decir ‘producción cultural’ ya lo has dicho todo, porque un producto es algo artificialmente creado. Creo en primer lugar que la cultura al convertirse en producto ha dejado de ser lo que tiene que ser. El pensador ha dejado de dar voz y expresión a las inquietudes populares. Y se ha vendido al poder. El artista o lo que hoy se llama intelectual, que es una expresión detestable, se ha convertido en bufón del poder. De alguna manera, se ha convertido en portavoz de aquellos paradigmas culturales que al sistema le interesa que se destaquen. En mi afortunadamente lejana etapa de tertuliano televisivo, un día el típico de la facción de derechas le afeaba al de la facción de izquierdas que la izquierda no se legitimaría hasta que condenase el estalinismo y los crímenes de comunismo. Y entre los de la izquierda había un tertuliano que se descojonaba y decía ‘si yo no tengo ningún problema en condenar eso, si nada tiene que ver conmigo’.

    Lo digo porque en los últimos años muchos personajones de la cultura mundial, europea o española se han dedicado a escribir novelas contra el comunismo soviético. Como hemos agotado el nazismo, vamos contra el comunismo. De lo que se trata es de hacerle ver a la gente que a lo mejor vive bajo otra forma de tiranía, mucho más sibilina, más maquillada y más indolora que el comunismo o el nazismo. Esos intelectuales como el británico Julian Barnes, que acaba de sacar una novela denunciando lo malo que era Stalin, me parecen un chiste. Eso es hacer escapismo.

    ¿Y no hay excepciones?

    Hay unos paradigmas culturales que el mundialismo impone. Y la mayor parte de nuestros creadores e intelectuales los asumen y se convierten en loros que los repiten. Siempre hay excepciones y no se puede generalizar, pero es la corriente más evidente de nuestro tiempo, con una cultura de consumo que intenta implantar aquellos paradigmas que interesan a quienes les interesa que consumas. El sometimiento del artista a esos paradigmas es mayor que nunca bajo una fachada de rebeldía.

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