Mira que os lo tengo dicho, que uno no puede ser persona de progreso y dormirse un minuto, que estos no perdonan un desliz. Ahora ha sido el PSOE al que han pillado haciendo el fascismo, y van a tener tanta indulgencia con él como la han tenido con feministas radicales de pro, pioneras de la lucha, exquisitamente izquierdistas como nuestra llorada Lidia Falcón.
Os cuento: sucede que un puñado de organizaciones trans han pedido al PSOE que «se abstenga de aparecer» en el Orgullo tras no apoyar su ley en el Congreso. Son estos chiringuitos, cuyo número crece como las plantas cuando se les riega con subvenciones, los que han impulsado la proposición de ley que se ha debatido esta semana en el Congreso sobre los privilegios de este colectivo, y ahora han pedido al PSOE que «se abstenga de aparecer» este año en las fiestas del Orgullo y que «suelte» la bandera trans, después de su abstención en la toma en consideración de esta ley.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraLa presidenta de la Federación Plataforma Trans, Mar Cambrollé, ha calificado la actitud de los socialistas en este debate de «vergonzosa» y «pueril» y ha lamentado que la decisión del PSOE haya acabado con la caída del texto y con una «foto histórica» con PP, Vox y PSOE como únicos partidos que no apoyan la Ley Trans.
Únicos partidos. Ya. Esos tres partidos suman 261 de los 350 escaños del Congreso, pero escrito así parece una cosa marginal, ¿verdad?
Aunque, sí, tienen razón, aunque solo les apoyara Teruel Existe (Para Pillar Cacho), ellos (ellas y ‘elles’) seguirían siendo la mayoría moral, el mainstream, lo mollar, porque están en el lado correcto de la historia. Cada vez le toca a unos, y ahora es el turno de lo trans, todo trans, mucho trans, y el que no se suba a toda prisa al tren trans, lo pierde y puede perder su escaño y su carrera.
Eso lo ha entendido hasta la mayor denominación luterana de Europa, la Iglesia de Suecia, hasta hace nada la única oficial del país escandinavo. Porque según leo, se acaba de declarar ‘trans’ en una carta abierta firmada por una larga lista de sacerdotes, diáconos y otros miembros del clero. “Os escribimos desde una iglesia que es también trans”, reza la carta. “Una iglesia hecha de gente, gente que es diferente. Tenemos confirmados, empleados, sacristanes, representantes electos, voluntarios y parroquianos que se definen como personas trans. La iglesia también consiste en personas trans. Por tanto, la iglesia también podría describirse como trans”.
En Podemos, que es el grupo que impulsa desde el Gobierno una ley similar a la rechazada, nacida de ese vertedero de millones de nuestros impuestos conocido como Ministerio de Igualdad, lo saben bien. Los de morado, como toda la izquierda ‘cool’ de Occidente, saben que con el proletariado no se puede contar, que además de tener gustos demenciales y dejarte fatal en las fiestas, son muy de tener sentimientos fachas, costumbres desfasadas y reivindicaciones de lo más aburridas, así que ha habido que buscarse ‘proletarios de sustitución’.
Y los han encontrado, claro, que a la gente le dices que son un colectivo discriminado y que nada de lo malo que les pasa es culpa suya y que les van a conseguir privilegios y tal, y los tienes en el bote.
Primero fuimos las mujeres, ya saben, la cosa del patriarcado y tal. Y no es que lo hayan dejado, ya ven cómo saca pecho Irene de mujer hecha a sí misma para la que el dato de ser madre de los hijos del Amado Líder es una de esas curiosas coincidencias que tiene la vida. Pero dan algo menos la brasa, porque al final somos muy traidoras y no nos tomamos muy en serio eso de la sororidad, venga a confraternizar con ‘el enemigo’ varón que resulta ser nuestro churri, nuestros hijos, nuestro padre, nuestro hermano… Ya me van entendiendo.
Y, además, porque están las pesadas esas que insisten en que atribuir la condición de mujer a un maromo que dice serlo por las buenas es liquidar de hecho ‘la lucha femenina’, con lo out que está ese discurso.
Luego siguieron y todo les valía: nacionalismos periféricos, indigenismo, inmigracionismo, islamismo, ecologismo, animalismo (estos sí que son unos buenos proletarios, que nunca se quejan) y, por supuesto, todas las variaciones que, con una buena dosis de fantasía, permite la cosa sexual.
Irene, sabedora de las horcas caudinas por las que tiene que pasar, ha salido en el Congreso pidiendo perdón a los trans (ha dicho ellas, ellos y ‘elles’, palabra) por no haber arreglado lo suyo antes. Total, España no tiene problemas reales de los que preocuparse, y el dinero nos sobra, ¿no es cierto?