Todos conocemos el símbolo de los Tres Monos Sabios, ¿verdad? Hay hasta emojis de ellos. Uno se tapa los oídos, otro, los ojos, y el tercero, la boca, una viejísima exhortación a no prestar oídos al mal, no verlo y no hablarlo. Sabiduría oriental de esa que tanto gustaba a los progres de los sesenta y setenta del pasado siglo.
Bueno, pues es horriblemente racista y debe desaparecer. Los académicos de la Universidad de York han eliminado la imagen de los tres monos sabios de una conferencia de historia del arte por considerar que los personajes representan un «estereotipo racial opresivo». Veremos cuánto duran los emojis.
Tengo para mí que la corrección política es, entre otras cosas, un medio de desactivar el sentido del humor. Se ponen tan serios, tan trágicos, que da cosa reírse en su cara cuando, en realidad, es la reacción de cualquier persona sana y normal ante sus «más difícil todavía», ante las pruebas de este concurso público de a ver quién dice la mayor estupidez. Y, del mismo modo, estoy convencida de que si respondiéramos colectivamente como nos pide el cuerpo y soltáramos la carcajada, todo el edificio se vendría abajo y podríamos tener una vida aproximadamente normal.
¿A qué «estereotipo racial opresivo» se refieren? Tengan, al menos, el valor de decirlo, para que veamos que son ustedes los últimos racistas de peso y cargo de nuestro tiempo
Pero nadie lo hará. La espiral de virtud es una proyección de estatus y poder, y siempre hay que adelantar por la izquierda para quedarse en el mismo sitio, demoliendo nuestra civilización y sentido común en el proceso.
A ver, señores académicos, que los tres monos en cuestión proceden de la cultura japonesa, un símbolo muy popular en el pueblo japonés entre los años 1185 y 1392. Cuéntennos, augustos próceres del saber, ¿a qué «estereotipo racial opresivo» se refieren? Tengan, al menos, el valor de decirlo, para que veamos que son ustedes los últimos racistas de peso y cargo de nuestro tiempo.
Porque, admitámoslo, el antirracismo de este palo es el último racismo con pase oficial. La ola de antidiscriminación es la cosa más brutalmente discriminatoria, igual que la ‘diversidad’ consiste en aplastar la variedad.
Veamos el caso. Lo único que se nos ocurre para juzgar «estereotipo racial opresivo» este de los tres monos es la identificación de los negros con simios. Y eso, naturalmente, es la prueba evidente de que el único criterio que importa, la única cultura que cuenta, es la nuestra, la de los blancos y, afinando aún más, la del varón heterosexual anglosajón.
«Los académicos neoyorquinos demuestran, una vez más, que en su afán de ser más antirracistas que nadie son los más repulsivamente racistas»
Porque es de cajón que esos monos fueron introducidos por una cultura para la que los negros, sencillamente, no existían, con lo que difícilmente podían pensar en ellos al representarlos. Más: en Occidente, donde no hay monos en la naturaleza, atribuyen a este animal rasgos simbólicos completamente diferentes que en Oriente. Aquí, «hacer el mono» no es exactamente un halago. En Asia, en cambio, es un animal sabio, lleno de connotaciones positivas. En China, el Mono es un signo zodiacal de gran fortuna. Como lo es, por ejemplo, el cerdo, otro animal que en nuestro entorno occidental equivale a un insulto.
Ahora, imagine que se le llama a alguien «león», o «águila». Es poco probable que se ofenda, ¿verdad? Porque nuestra cultura asocia cualidades positivas a esos animales, de un modo completamente arbitrario, porque «perro», un animal tan leal, inteligente y simpático, es un terrible insulto.
A lo que voy: los académicos neoyorquinos demuestran, una vez más, que en su afán de ser más antirracistas que nadie son los más repulsivamente racistas. Primero, viendo una asociación imposible en un antiguo símbolo asiático y, segundo, despreciando por completo cualquier visión cultural que no sea la suya propia, por la que juzgan a todas las demás.
Recuerden bien esto, porque es lo que quieren decir en realidad con «multicultural»: imponer los prejuicios occidentales procedentes de la Ilustración a todas las demás culturas, dejando de ellas la espuma: gastronomía y folclore ocasional.
Es por eso mismo que solo los varones blancos y heterosexuales tienen méritos y deméritos personales, individuales. En mujeres, no blancos y de sexualidades alternativas, su mayor mérito, como estamos viendo en los comentarios sobre el gabinete formado por el presidente Joe Biden, es que tengan esos rasgos que aún se consideran exóticos.
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