El ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska aseguró el lunes por la mañana, sin esperar a ningún informe policial ni a ninguna instancia judicial, que la muerte de una mujer Valladolid sucedida en la madrugada del domingo al lunes era un nuevo caso de la llamada «violencia machista».
El hecho no había trascendido a la opinión pública, por lo que el ministro, en plena entrevista en la cadena SER en horario de máxima audiencia concedida a la peridista Angels Barceló, aseguró que durante la madrugada había tenido lugar «un nuevo asesinato de violencia machista».
La noticia fue difundida por la cadena SER y replicada durante horas por numerosos medios de comunicación. Sin embargo, no había terminado el lunes cuando algunos comenzaron a dudar de lo anunciado por el ministro del Interior, magistrado en excedencia de la Audiencia Nacional, que horas antes había acusado a un hombre de haber cometido, ni más ni menos, un asesinato. Ni «presunto asesino» ni gaitas. Así lo hizo incluso la propia Delegación del Gobierno en Valladolid.
Y pese a que no constaban denuncias previas contra el marido de la fallecida, el hecho de que fuera hallada muerta tras caer desde un tercer piso, fue suficiente para que agentes del Cuerpo Nacional de Policía procedieran a la detención preventiva se este hombre, en cumplimiento de los protocolos que hacen de cualquier hombre relacionado con una mujer quehaya muerto de forma violenta sea sospechoso de asesino.
Pocas horas después, no sólo ha sido puesto en libertad, sino que todo apunta a que este hombre trató de ayudar a su mujer e impedir lo que parece que se ha tratado de un suicidio.
La cuenta del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León en Twitter, al dar la noticia de la puesta en libertad de este hombre, da cuenta de que tanto el juez encargado del caso como la Fiscalía no consideran que se pueda imputar delito alguno al detenido. Ni siquiera pidieron medidas cautelares.
El caso del falso asesinato machista es en realidad el caso del ministro mentiroso que, llevado por las obsesiones cuasi patológicas que inocula el virus de la ideología de género, ha llegado, a pesar de su formación jurídica, a acusar en falso nada menos que de asesinato a un hombre que, hasta que es inocente, salvo que se demuestre lo contrario.
¿Cómo era lo de que el machismo mata más que el coronavirus? Hay pandemias peores que la que nos mantiene en estado de alarma desde hace más de un mes, alarmados por la incompetencia del Gobierno.
El virus de la corrección política aderezado de feminismo tal vez no mate físicamente. No al menos de forma directa, que no es momento de hablar de los suicidios de hombres víctimas de la ley integral de medidas contra la violencia de género. Pero es asesino de la libertad y de la verdad. Tal vez el mayor crimen que se pueda cometer en democracia. Mucho más grave si quien actúa bajo los efluvios embriagadores de esta plaga es magistrado en excedencia y ministro del Interior.
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