Imagen referencial.
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«Hay teorías (concretamente la teoría queer) que van ganando terreno en el mundo académico y activista y que niegan la existencia del sexo biológico, por lo que desdibujan y difuminan la realidad de las mujeres».

No. El párrafo anterior no lo firma ni HazteOír.org, ni la Asociación de Abogados Cristianos. Tampoco es un extracto de una homilía de monseñor Reig Pla, ni del cardenal Cañizares. Los firmantes de este texto, un argumentario enviado a militantes y cuadros del PSOE, son varios altos cargos del partido entre los que destacan la vicepresidenta Carmen Calvo y el ministro José Luis Ábalos.

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La reacción de Ignacio Arsuaga, presidente de HazteOir.org en Twitter no se hizo esperar. “Alucinante. Después de tres años, el PSOE en pleno da la razón al autobús de Hazte Oír”.

https://twitter.com/iarsuaga/status/1270756832118743041?s=20

Y es que, aunque parezca increíble, lo que dicen ahora los socialistas es lo mismo que decía nuestro famoso autobús naranja. “Los niños tiene pene, las niñas tienen vulva”. Una verdad biológica evidente, fruto de la cual HazteOir.org fue acusada de transfobia y, a la postre, perdió su condición de asociación de interés público.

Pero, exactamente ¿qué es eso de la teoría queer? Para los defensores de esta teoría, también llamada de la autodeterminación de género, el sexo biológico es accesorio y no tiene ningún tipo de relación con el género, que es una mera construcción social. Las personas pueden elegir libremente auto percibirse hombres o mujeres y esa auto percepción es la que tiene que determinar nuestro sexo legal, con independencia de otros detalles irrelevantes como son nuestros órganos sexuales o nuestro aspecto físico.

Pero es que los defensores de la teoría queer van más allá. Según ellos las personas no sólo nos clasificamos en hombres y mujeres, sino que existen varias docenas de identidades de género. Además, el género es fluido, ya que una misma persona puede cambiar a lo largo de su vida, haciendo, uso de su libre autodeterminación de género.

En definitiva, si yo me auto percibo como mujer, tengo todo el derecho a que la sociedad y el estado me reconozcan como mujer. Con independencia de que mantenga intactos mis órganos genitales masculinos, luzca una poblada barba, siga vistiendo como un hombre o, incluso, continúe casado con la que actualmente es mi mujer, ya que estoy en mi derecho de auto percibirme como una mujer trans lesbiana. Y dentro de un par de días, puedo volver ser hombre. Porque, todo eso, son convencionalismos sociales: lo único que ha de ser relevante es como yo me siento en cada momento.

Aunque parezca una locura, esta original y disparatada teoría ha sido, hasta la fecha, aceptada por todos los partidos políticos españoles, con la única excepción de VOX. Por ejemplo, la Ley de Transexualidad de la Comunidad de Madrid, promovida por Ciudadanos y mantenida en la actualidad por el Partido Popular, dice así en su preámbulo:

“La definición del sexo-género de una persona va mucho más allá de la apreciación visual de sus órganos genitales externos en el momento del nacimiento”.

“En la persona imperan las características psicológicas que configuran su forma de ser y se ha de otorgar soberanía a la voluntad humana sobre cualquier otra consideración física. La libre determinación del género de cada persona ha de ser afirmada como un derecho humano fundamental, parte inescindible de su derecho al libre desarrollo de la personalidad”.

¿Por qué entonces el PSOE rompe este consenso y se manifiesta públicamente contra la teoría queer? ¿Qué mar de fondo hay detrás de este argumentario firmado por Carmen Calvo?

La razón de este cambio de postura del PSOE es el cisma que actualmente existe en el feminismo. Por un lado, tenemos a las feministas históricas, cuyo mayor referente es Lidia Falcón, líder del Partido Feminista. Además de pretender cambios políticos y sociales en la estructura del estado, entre los objetivos del partido están la lucha contra la explotación sexual de las mujeres, el respeto a la dignidad de las mujeres inmigrantes, o la mejora de las condiciones laborales de las camareras de piso, conocidas popularmente como las Kellies.

¿De qué sirve proteger a las mujeres contra la violencia ejercida por sus parejas hombres si, en cualquier momento, el agresor puede auto percibirse mujer?

Por otro lado, está el feminismo de última generación, que ha sido infiltrado por el movimiento LGTBI y cuyos principales referentes son lesbianas como Beatriz Gimeno y Boti García o transexuales como el profesor Paul B. Preciado, llamado Beatriz hasta hace unos pocos años.

Si uno lee los escritos de estas activistas, es fácil ver que el objetivo del movimiento no es tanto la consecución de derechos y la lucha contra las injusticias que sufren las mujeres, sino eso que llaman “deconstrucción de la masculinidad” y que no es otra cosa que terminar con las odiosas diferencias entre sexos y generar un nuevo ser humano libre de las ataduras de la biología. Y para conseguir ese objetivo la teoría queer es perfecta.

Estas feministas de última ola son minoritarias, pero han encontrado su principal cobijo político en Podemos, dónde Irene Montero les ha entregado el icónico Instituto de la Mujer.

Es en el contexto de este combate interno entre dos corrientes del feminismo donde hay que ubicar la expulsión del partido feminista de Lidia Falcón de Izquierda Unida producida hace unos meses, en medio de terribles acusaciones de Transfobia.

Nada más lejos de la realidad. Lo único que sostiene Lidia Falcón es que la teoría queer invisibiliza a las mujeres y las somete a un nuevo patriarcado, representado por el lobby Gay, que sustituye al movimiento feminista en la reivindicación de los derechos de las mujeres.

La aceptación de la teoría queer es un atentado contra los avances del feminismo. ¿De qué sirve proteger a las mujeres contra la violencia ejercida por sus parejas hombres si, en cualquier momento, el agresor puede auto percibirse mujer? ¿Y las cuotas? ¿Años y años luchando por la paridad en las listas electorales, para que un hombre pueda acceder a las plazas reservadas a mujeres solo porque en esa legislatura se ha auto percibido mujer?

Y no solo eso. El colectivo de las llamadas mujeres transexuales tiene objetivos muy contrarios a la liberación de la mujer. Por ejemplo, las transexuales, muchas de las cuales se dedican al oficio más antiguo del mundo, están a favor de la legalización de la prostitución, mientras que las feministas son firmemente abolicionistas.

Y las mujeres trans que, por motivos evidentes no pueden acceder a la maternidad, están a favor de eso que llaman maternidad subrogada y que no es otra cosa que un infame negocio por el que personas de países ricos compran bebés a mujeres pobres de países del tercer mundo. Neoliberalismo en estado puro.

¿Y por qué el PSOE lo hace justo ahora? Pues porque Podemos pretende incluir en la Ley de Protección de la Infancia, esa a la que Pablo Iglesias cursimente ha bautizado como Ley Rhodes, la autodeterminación de género para los niños desde los cuatro años de edad. Una intromisión más en la ya debilitada institución de la patria potestad.

Y no solo eso, tras las victorias parciales conseguidas en algunas comunidades autónomas, las huestes de Pablo Iglesias e Irene Montero pretenden sacar adelante una Ley Trans de carácter nacional fundamentada en la teoría queer.

Así que no podemos hacer otra cosa que alegrarnos y celebrar esta rectificación del PSOE. Una rectificación que, por el momento, les está costando ser acusados de transfobia por Podemos y todos sus voceros mediáticos.

Esperemos que el PSOE sea capaz de aguantar la presión. Será una gran victoria para el sentido común, la seguridad jurídica y la causa de las mujeres.

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